Victoria

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Mucho antes de que el fracaso de mi espíritu se me hiciera patente.

En el tiempo en que a mi alma angustiada se hiciera evidente su estéril esfuerzo.

Cuando mi indómito ego se abandonó a su destino.

Una amorosa y profunda mirada, en el inmenso Universo, sonreía

y proclamaba en el silencio de mi vida interior.

¡Victoria!.

Al final venció la humildad de Dios.

¡Cristo!

Su entrega firme, pasiva y constante, abrieron el misterio.

Al final vence la desnuda Verdad.

Ya soy libre. No tengo que llevar mi vida sobre mis débiles espaldas.

¡Gracias Señor!


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