Vendré a Buscarte

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VENDRÉ A BUSCARTE

«Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Mucho frío. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito». Cuando Ernest Shackleton ó este anuncio en la prensa británica en los primeros meses de 1914, no imaginó cuánto de verdad había en aquella terrible oferta de trabajo. Se trataba de atravesar a pie por vez primera el continente antártico, una misión capaz de poner a prueba el temple de cualquier aventurero romántico, cuando el mundo estaba por descubrir esta parte gélida y blanca, con temperaturas hostiles para el ser humano.

El 7 de diciembre, bien pertrechado y recién pintado, el buque rebautizado como “Endurance” (Resistencia) entró en zonas de hielo, aunque era pleno verano austral. Shackleton decidió poner proa al Sur. Todo iba conforme a lo planeado, hasta que ell 19 de enero de 1915, y cuando le quedaban unas pocas millas para alcanzar el continente, el Endurance, quedó atrapado por el “abrazo de oso” de los hielos polares los témpanos cuales filosas navajas, fueron comprimiendo el casco de madera hasta fracturarlo y hundir la nave por completo. Los sobrevivientes alcanzaron una isla utilizando un bote salvavidas.

Shackleton sabiendo que era responsable por los sobrevivientes, decidió dejar en una isla, en un campamento irónicamente bautizado como “Paciencia” a un nutrido grupo de marineros mientras que él mismo y un puñado de valientes hombres, decidieron realizar un viaje imposible: 800 millas hasta alcanzar la isla de San Pedro. Shackleton, prometió a sus hombres que volvería por ellos a cualquier costo. Con provisiones, y poca agua, la sed se convirtió en su primer enemigo: para refrescarse, sólo podían ponerse trozos de carne de foca helada sobre los labios.

Tras una travesía inconcebible a los ojos de cualquier marino, desembarcaron en el glaciar de Cabo Rosa tambaleantes, treparon montañas de 3.000 metros sin alimentos y , recorrieron 40 kilómetros en apenas 36 horas hasta alcanzar el puerto ballenero de Stromness, donde hallarían refugio, comida enlatada y la ansiada civilización en medio de un pintoresco marco de vértebras de ballena y olor a grasa de ballena quemada. Era el 20 de mayo de 1916.

Shackleton, fiel a los 22 hombres que dejó atrás, gestiona su rescate: los tres primeros intentos fracasaron. Pero, con la ayuda del Gobierno chileno, Shackleton zarpó el 25 de agosto de 1916 en el pesquero “Yelcho”, que entró en la zona helada para subir a bordo a los 22 tripulantes que esperaban en la Isla Elefante. De manera casi increíble, los 28 hombres del “Endurance” regresaron a casa. Shackleton fue fiel a su palabra y cumplió su promesa, regresó por su tripulación y rescató con vida a los 22 hombres que esperaban ansiosos su regreso y el rescate prometido.

Al aproximarse el tiempo en que Jesús dejaría esta tierra, El hizo también una promesa a sus discípulos: “No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté” Juan 14:1-3.

Después de soportar el sufrimiento de la cruz, Jesucristo se levantó de entre los muertos para dar vida eterna a todos aquellos que han hecho de Él su Salvador personal. Jesús vive hoy en medio de nosotros por medio de Su Santo Espíritu, pero un día vendrá a llevarnos hasta Su misma presencia, conforme a lo que expresa Su palabra:

“Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza. ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él. Conforme a lo dicho por el Señor, afirmamos que nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera nos adelantaremos a los que hayan muerto. El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre. Por lo tanto, anímense unos a otros con estas palabras”. 1Tesalonicenses 4:13-18

Jesús es fiel a Su Palabra. Si tú le perteneces Él te asegura que volverá por ti. Ahora bien, si la vida de cada persona pudiese ser comparada con un barco, podemos convenir que todo barco debe contar con un capitán. En cuanto a tu embarcación, la pregunta crucial es: ¿La sigues piloteando tú o hiciste relevo de mando, permitiendo que Jesús sea el capitán de tu nave?

Si eres tú el capitán de tu nave, el regreso de Jesucristo no tiene nada que ver contigo, no te incluye, tú no te embarcaste en Su nave y Él no tiene ningún compromiso contigo. . Por otro lado, si el capitán de tu nave es Jesús, puedes tener la tranquilidad de saber que aun cuando enfrentes circunstancias difíciles, y aun cuando el anhelado regreso demore más de lo esperado, Jesús está comprometido contigo y con Su Palabra. Cobra aliento y no desesperes, Jesús regresa. ¿Estás convencido que viene por ti?

Nicolás Díaz Allauca



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