Un Día para Recordar

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¡Es un día hermoso! Gritó Eli mientras que giraba para ver mejor el cielo entre los árboles.

¿Qué te parece si vamos a dar una vuelta por la plaza? Agregó entusiasmada.

La tarde era primaveral, sin viento, solo una leve brisa que traía ráfagas de perfume de azahares y entre mezclado se oía el murmullo del río a lo lejos.

¡Vamos! Dejemos de estudiar un rato y disfrutemos. Respondió Luciano.

Los dos salieron, cerrando la puerta de la casa tras suyo y mirando para ambos lados, como preguntándose para qué lado comenzarían a caminar.

Ven, por allá hay más sol. Si no hay mucha gente, podremos comprar en el mercado unas galletitas para después, dijo Luciano, tomando la manga de la remera a Eli y empujándola para un costado.

¡Cuidado! Aquí en el césped hay algo, entre estas flores y creo que se está moviendo.

Ven Luciano, acércate un poco más para ver qué es.

No, no, seguro que te pareció, debe ser un perro durmiendo. Déjalo.

No seas miedoso, yo miro.

Eli se acercó más al lugar y con mucho cuidado, como si fuera en cámara lenta, con una ramita que había tomado en sus manos, movió el bulto.

Ehhhh!! ¡Mirá Luciano, son dos perritos recién nacidos! Y la mamá, ¿por donde andará?

Creo que los abandonaron, esperemos un rato para ver si vuelve la mamá. Dijo Luciano, mirando para todas partes.

Y si no, ¿Qué hacemos? Lo llevamos a casa y le damos de comer y después vemos…Agregó Eli.

Los dos esperaron un rato, al ver que ninguna perra se acercaba a ellos, tomaron a los perritos en sus brazos y con sumo cuidado, los llevaron a su casa.

Claro, es de esperarse la cara de papá y mamá cuando los vieron aparecer con un perrito en los brazos de cada uno.

Ah!!! ¡No! ¡No!.¡Lo que nos faltaba! Ya tenemos un zoológico en esta casa, más animales, no.

Pero maaaaaá, gritaron los dos a coro, estaban abandonados y se iban a morir.

Te prometo que si nos los dejas, los vamos a cuidar, alimentar y pasear cuando sean grandes y, además, perros no teníamos. Dale má, ¿siiiií?

De más está explicar el cuadro siguiente: más ruegos, gritos de alegría, saltos, bailes, cara de resignación y…dos nuevos integrantes en la familia.

Los meses pasaron mientras Sol y Luna crecían y se la pasaban corriendo, ladrando, jugando y alegrando la vida de Eli y Luciano.



Para vísperas de Navidad, en medio de los preparativos de las fiestas y ayudando a organizar las reuniones familiares y de la iglesia, una mañana, Eli salió a buscar unos adornos para terminar el pesebre que estaban construyendo. Pronosticaban un día muy caluroso y pesado y quizás posibles lluvias para la tarde. Pero Eli, acompañada por Sol, su perrita, iba y venía sin preocuparse por los nubarrones que cerraban el cielo.

El río, como si fuera solo un dibujo pintado de oscuro en el horizonte, dejó de escucharse y los árboles quedaron quietos, como espantados. Ni una rama, ni una hoja, ni un……

Fue un sonido, agudo, profundo, que dejó sin ladrido a Sol. Solo se la vio mover las orejitas y echarse a correr hacia el río.

¡Sol! No te acerques al río, ¡Sol! ¡Volvé!

La perra ladraba y gruñía al río. Gruñía y ladraba mirando al otro lado de sus orillas.

¿Pero que le pasa? Pregunto Luciano mientras llegaba corriendo con Luna.

No, sé, ¿Oíste eso? Se volvió como loca y corrió al río. Respondió Eli.

Vamos a buscarla…..escucha, otra vez ese sonido…

Una nube, primero leve, después más espesa se levanto en el cielo, era vertical, daba vueltas en círculos, como bailando. Tapaba el cielo y se confundía con las otras nubes, olía feo, olía, se sentía.

Llegaron a la orilla del río y vieron a Sol sentada en la orilla, ya no brillaba como antes, parecía triste, como entendiendo lo que pasaba.

Una inmensa mole de cemento se alzaba del lado de enfrente del río, y su inmensa chimenea chillaba y largaba humo, un chorro de agua quien sabe con qué, caía en el río, un grupo de niños jugando y bañándose en él, miraban perplejos el cuadro que tenían enfrente y el agua que los empezaba a rodear…



Era víspera de Navidad y seguían preparando el pesebre. Ese año decidieron que junto a Jesús, a María y a José, el pueblo iba a ser el resto de los personajes, con sus animales, agua, frutas, verduras. Y que el pesebre estaría en las orillas del río, como signo de esperanza, de vida, de reencuentro, de Paz.



Luciano, Eli, sus mascotas y otros, otras y muchos más son aquellos que viven y luchan para conservar y construir una tierra mejor. Resisten y esperan un futuro donde puedan seguir girando para ver el sol, corriendo, jugando o nadando en sus ríos y piden justicia y tienen confianza en Dios.



Que esta Navidad y las próximas por venir, sean de colores, de vida, de perfumes… De nuestra Tierra..



¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!

San Lucas 2:14

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