Testimonio: pequeñas cosas

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Cuando tenia 19 años, conocí a un atractivo joven que estudiaba en la misma
universidad que yo. Siempre que le veía, me decía: -Waw que hombre hermoso,
es casi como un sueño- Pero ¿saben qué? Detrás de toda su belleza, había
una vida no tan hermosa como su aspecto. Luego de escuchar una predicación
que hablaba acerca de la importancia de orar en todo tiempo, decidí que oraría por mis alimentos también.

Un día en la cafetería, hacia mi oración. Este joven me vio realizando mi
oración con interés. Pensé que lo hacía para burlarse de mí, así que lo
ignore. Pero de pronto este joven se aproximó hasta mi mesa. Ya se
imaginan cuán sorprendida me había quedado (recuerden que era MUY atractivo)
y más aun cuando lo primero que me preguntó fue:
-¿Qué haces?-
- Orando- Le contesté confundida. Y tras mi confusión le intente explicar con sencillez lo que era la oración. El joven parecía no haber satisfecho su curiosidad y me siguió preguntando cosas acerca de Dios. Acordamos
encontrarnos y platicar. Y así lo hicimos por un mes. En nuestra plática, él abrió su mundo silencioso, y me enteré de las desgracias por las que
puede pasar un ser humano, desde deambular en las calles, hijo de un narcotraficante, sus mejores amigos gatilleros, preso en la adolescencia, un abuelo que le vestía de niña en su infancia, en la mirilla de muchos que buscaban su muerte. Entre otras cosas. Sin embargo, cada vez que veía a este
joven pensaba que Dios haría algo grande en su vida y que seria una predicador o algo así. Pero él mismo no veía cosas buenas en él.
Un día en una librería cristiana, sentí un intenso impulso de regalarle una Biblia en particular. Me dio miedo, me preocupé por que tal vez él pensaría que yo lo hacía por otros motivos, pensé que se burlaría de mí, pensé que la dejaría envejecer y jamás la leería, además era una Biblia costosa (en ese entonces). Era una Biblia con dibujos de Preciosos Momentos ("Precious
Moments", que generalmente lo asocian a niños o a mujeres). Sin embargo el
impulso era tanto que se la compre y se la regalé en el día de la amistad.
Él me dijo que nunca nadie le había regalado nada, y a mí casi se me hizo un
nudo en la garganta. Luego pasaron los meses, yo me trasladé de universidad
y no supe mas de él. Le oraba al Señor por él, presentaba su vida delante de Dios, tuve experiencias de sentir como el maligno le quería hacer daño. Miraba con ansiedad las esquelas en los periódicos rogándole al Señor, que jamás viera su nombre allí.
Pasaron 5 años, y dejé de preocuparme por él, pero siempre me preguntaba que
sería de él. Y hace poco me lo encontré. El no me reconoció, pero yo sí.
Le llame por su nombre y apellido, estaba tan contenta de verle vivo.
Estaba más delgado, como quien la ha pasado difícil y le dije que había estado orando por él. Él me miró y sonriendo añadió:
- La Biblia que me regalaste aun la tengo y va conmigo a todos los sitios que voy-
-¿De veras? Pues es la mejor inversión que he hecho en mi vida.- Le añadí
sonriendo.
- Tienes razón. Te tengo que contar todo lo que me ha sucedido.
Y definitivamente han sucedido cosas impresionantes en su vida. Situaciones
como ésta te hacen reflexionar. Cuántas veces has sentido el deseo de hacer algo y piensas en cosas tales como: Pero qué ridículo/a soy,
posiblemente es algo de mi propia emoción y no es Dios en realidad. Y terminas no haciéndolo por miedo al que dirán, o miedo a que no sea algo impulsado por la inspiración divina. Yo me alegro de no haber sido vencida por mi temor, y haberme arriesgado a lo que no sabia que iba a suceder. En
aquel momento me pareció que regalarle una Biblia era algo insignificante, pero Dios tenia una propósito.

Hermano y hermana cuando sientas el deseo de hacer algo bueno, atrévete a dar un paso. A veces el pensar o razonar demasiado las cosas nos quitan la bendición. Dios no es un dios que se entiende con la razón, si no un Dios que se entiende con el corazón. Para el mundo racional su naturaleza es
absurda e incomprensible, pero para el mundo espiritual es un ser majestuoso con un propósito especial para cada uno de los seres humanos. Así que no debemos menospreciar las "pequeñeces de Dios", posiblemente son milagros espectaculares para quien lo necesita. Entonces cuando vayas a realizar algo, no pienses en lo pequeño que pueda parecer tu acto, o en lo pequeño que eres cuando Dios te encomienda a una obra. Créele que Él sabe por que
lo hace, y quien sabe si el "insignificante acto" en realidad es un prodigioso acto de salvación para algun alma necesitada. Por ello tendrás recompensa eterna, que nadie nunca te podrá quitar.

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