Ten compasion de mi
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Alma mia, ¡valor!, cruza paciente
el árido sendero, a Dios invoca,
y no te obstines, imprudente o loca,
en acrecer tu daño eternamente.
Vuelve tu vista a Dios Padre clemente,
el olvido, el agravio, el mal sofoca.
El, de tu vida en la esparpada roca,
hará brotar la cristalina fuente.
¡Vamos, valor!, acércate, y, de hinojos
póstrate. ¡Así!, mientras tus labios oran,
se convierten en lirios tus abrojos.
¡Gracias, Señor!. Los tristes que te imploran
consolados serán - lloráis, mis ojos -
¡Cuán bienaventurados los que lloran!
el árido sendero, a Dios invoca,
y no te obstines, imprudente o loca,
en acrecer tu daño eternamente.
Vuelve tu vista a Dios Padre clemente,
el olvido, el agravio, el mal sofoca.
El, de tu vida en la esparpada roca,
hará brotar la cristalina fuente.
¡Vamos, valor!, acércate, y, de hinojos
póstrate. ¡Así!, mientras tus labios oran,
se convierten en lirios tus abrojos.
¡Gracias, Señor!. Los tristes que te imploran
consolados serán - lloráis, mis ojos -
¡Cuán bienaventurados los que lloran!