Sublime Gracia del Señor

0
Hubo un inglés llamado John Newton que nació el 24 de julio de 1725 y murió el 21 de diciembre de 1807. Fue hijo de un capitán de barco y más tarde se convertiría también en capitán pero de una nave que transportaba esclavos. Se hizo famoso por la perversión que era capaz de concebir, a tal grado que sus propios compañeros lo despreciaban. Entre las leyendas que se cuentan en torno a su vida está la de su costumbre de violar esclavos a diario, dato que puede embonar a la luz del abuso que sufrió en un barco de guerra cuando era a penas un adolescente. También le encantaba emborracharse: de hecho cojeó una parte de su vida debido a que una de esas noches de ebriedad cayó al mar y sus compañeros, mitad juego mitad rescate, lo levantaron de la cadera utilizando un arpón que lo daño permanentemente.

Pero entre ese terrible desorden, un 10 de mayo de 1748 su barco fue sacudido por una tormenta violenta que amenazaba con volcarlos. En los minutos de mayor intensidad, cuando las furiosas olas del mar tronaban contra las paredes del navío, Newton, notablemente espantando, oró a Dios: “Señor, ten misericordia de nosotros”. Esa misma noche, ya en su cabaña, comenzó a meditar en la misericordia de Dios y recordó las lecciones que sobre la Biblia su madre la había dado cuando era pequeño.

Con el paso del tiempo, John Newton se convirtió al cristianismo y llegó a ser ministro anglicano. Se le recuerda por una de sus composiciones: el himno cristiano Sublime Gracia:

Sublime gracia del Señor

Que a mí pecador salvó

fui ciego mas hoy miro yo

perdido y el me amó


En los peligros o aflicción

que yo he tenido aquí

su gracia siempre me libró

y me guiará feliz


Su gracia me enseñó a temer

mis dudas ahuyentó

oh cuan precioso fue

a mi ser al dar mi corazón


Y cuando en Sión por siglos mil

brillando esté cual sol

yo cantaré por siempre allí

su amor que me salvó

La gracia de Dios es aquel amor y favor de Dios que recibe el hombre sin mérito alguno. Para ilustrarlo por descalificación, cuando alguno presta dinero y luego se cobra al debido tiempo, dicho préstamo no es gracia tampoco es gracia el dar a los seres agradecidos que amamos lo que necesitan para vivir mejor ni mucho menos es gracia el bendecir a los que nos bendicen. La gracia, en términos del Antiguo Testamento (janan), ocurre cuando se reciben mercedes o beneficios inmerecidos. La indignidad con que se adquieren dichos favores es condición para hablar de gracia y de misericordia.

Como el hombre tiene una condición espiritualmente depravada debido al pecado original y a los pecados que diariamente va acumulando en su haber, en términos morales lo único que merece es un abierto rechazo y juicio de Dios. Sin embargo, a pesar de su corrupción interior, está en su naturaleza despreciar a aquellos que considera miserables, groseros y asnos. Pero si se detiene a reparar en su propia vida con absoluta sinceridad se dará cuenta que a la vista de la perfecta voluntad de Dios es simplemente un pobre mendicante sin brillo ni participación celestial, cuyo única paga es la condenación eterna.

En este sentido, al carecer de suficientes obras buenas que sean capaces de favorecer su imagen delante de Dios se ve resignado a pasar la eternidad sin Él. Pero emerge una noticia contraria al raciocinio lógico y al sentido común: Dios, a pesar de la enemistad que tiene con el hombre a causa del pecado, por su pura gracia y misericordia, viene a su encuentro en la persona de Cristo y muere en la cruz para reparar esa relación de amor que existió antes de la caída. Sin ninguna razón que no sea la sola gracia divina el ser humano es elevado a su dignidad inicial y todos sus pecados son sepultados para siempre en virtud del derramamiento de sangre en el Calvario.

Nosotros podemos amar a Dios porque el nos ha amado primero (1 Juan 4:14).La salvación que recibimos de parte de Dios en Cristo Jesús es por su pura gracia. No envió Dios a Jesús porque nosotros mereciéramos tan preciosa y santa persona sino porque la gracia de Dios fue tan enorme que así quiso, en su adorable voluntad, que recibiéramos bondades tan infinitas como esas.Por ello se lee en la epístola a los Romanos: “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (3:24), y también se observa que dice a los Efesios: “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (1:7).

John Newton, un hombre que alguna vez fue parecido a una bestia recibió las riquezas de la gracia de Dios a pesar de sus delitos espantosos, sus muchas dudas, y sus aficiones por lo sucio y nocivo. Con la autoridad de su propia transformación escribió Sublime Gracia himno que hoy en día es cantando por millones de Iglesias alrededor del mundo.

Compartir

Más recursos

Sponsor


Suscripción gratuita

Te avisaremos cuando agreguemos nuevos recursos. No te enviaremos más de uno o dos mensajes semanales.