Señor

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Señor: yo te he pedido tantas cosas
que tengo la impresión de que fué justo
el silencio inmutable de Tus Labios
que, en vez de convertir, como yo, todo en palabras,
permitió que los hechos expresaran, de por sí, Tu Divina Providencia.
Señor, no fué Tu Voz, fué Tu Presencia
la que sembró todo esto que hoy me maravilla
y me devuelve, humilde y conmovido
al milagro del mundo y de la Vida.
Perdón, Señor, si por pedirte tanto
olvidé agradecerte mi Familia.

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