Señor

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Hay momentos en la vida tan difíciles, en los que preguntamos a Dios el por qué de nuestros problemas y frustraciones. Estos son los momentos limites en los que necesitamos mas que nunca afianzarnos en
nuestra fe. Escribí este poema en un momento así y por eso quiero hacérselos llegar por si puede ayudar a otros.

Beatriz Casal (Cuba)

Señor

Señor, tu que me diste el derecho a buscarte
con las manos vacías y el corazón en dudas.
Tu, que me otorgaste la hermosa certeza de incluir
entre los sobrehistóricos recuerdos, tu imagen.

Que en cada vuelta de la vida me increpabas,
que en cada altibajo de la suerte me rozabas,
y en los espacios quietos, trepidantes, maléficos
me inquietabas el alma hasta el cansancio.

Tu, mi Señor, que a fuerza de indagarte,
complicaste el destino en mi memoria,
en las simulaciones de débiles y dioses
promesas aceptadas por todos los vivientes.

Me desconoces hoy, me das la espalda,
me incumples la promesa de alcanzarme
la justa calidez de tus noches de espera, el beso
en la mañana venidera y tu gesto confuso en mi almohada.

Te esfumas, te veo como duermes recostado a tu barca,
impasible, ignorando las miserias que siento,
las tontas frustraciones del deseo, el adiós
y la piel disfrazada de inquietas añoranzas.

Te pierdes, no quieres ni que roce tu palabra,
ni siquiera me das la opción total de tu mirada,
no quieres ni abrazarme en la distancia
ni dormida, cantarme una plegaria.

Pero yo estoy aquí, buscando una razón a la nostalgia
y una oración que disipe mi peregrina espera,
total y necesaria, fiel a la confesión de tu grandeza,
confesándote Dios, con toda el alma.


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