Señor, no desprecies la obra de tus manos

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No desprecies, Señor, la obra de tus manos.
Y no digo: no desprecies la obra de mis manos,
pues no me glorío de mis obras.
No recomiendo las obras de mis manos,
pues temo que, al examinarlas,
más que méritos, encuentres pecados.
Sólo esto reclamo, sólo esto digo,
sólo anhelo pedir esto:
no desprecies la obra de tus manos.
Mira, Señor, en mí tu obra, no la mía:
pues si atiendes a la mía, me condenarás
pero si ves la tuya, la coronarás.
Cualquier obra buena, en mí, la tengo por tí.
Por ello, es tuya, más que mía.
Oigo decir a tu apóstol:
"por gracia han sido salvados, mediante la fe.
Pero esto es don de Dios,
no mérito de ustedes,
no es el resultado de las obras,
para que nadie se gloríe".
Así, pues, sea porque somos hombres,
o porque fuimos purificados de nuestra impiedad,
y justificados:
Señor, no desprecies la obra de tus manos.

Enarraciones 137,18
Extractado del libro: "Oraciones de san Agustín"
Tomado de Consultorio Litúrgico 17

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