Santiago 5:13-20

0
Salmo 19:7-14 Num 11:4-6.10-16.24-29 Santiago 5:13-20 Marcos 9:38-50

Estructura y situación

La referencia precedente a pecado y perdón (5:15-16) ha incitado a hacer una mención a estos temas al cierre de la carta cerca. La apelación parenética es al peligro del pecado de apostasía (“desviándose de la verdad”) y la necesidad de recuperar al miembro compañero errante. El espíritu exhortatorio no es evangelístico pero se dirige a la vida de la comunidad de que un “hermano” se tienta a “divagar”.

La conclusión corta da la apariencia de ser una unidad aislada, al de cuidado pastoral. Los modismos son judíos (con las condiciones como, “verdad”, “error”, aunque puede observarse que Santiago habla del “error de su camino” en lugar del camino de error, como un judío (SabSal 12:24) y un cristiano primitivo (Mt 7:13-14 21:32 Bernabé, Did. 1-4). ni debe suponerse un error doctrinal que lleva a la herejía. La tensión, como a lo largo de la carta, está en la fe práctica, en la ortopraxis más que en la ortodoxia, como 3:13-18 ilustra.

La pastoral, sin embargo, se parece al ethos y directivas de la Regla de la Comunidad (1QS) de Qumrán, y más aun la situación en Mt 18:15-17 con sus tonos individuales y su tensión en el pecado de abandonar el compañerismo y los pasos exigidos para readmitir al pecador a la vida de la comunidad.

Oración por salud

El siguiente punto en la conclusión de una carta griega normalmente era desear en nombre de los dioses, que el receptor de la carta tuviera buena salud. Santiago hace algo mejor. Recuerda a los cristianos que Dios ha hecho provisión para su sanidad. Esto no era una enseñanza nueva para los lectores, sino un recordatorio de una práctica cristiana normal.

Como todos los maestros cristianos, Santiago divide el mal que puede experimentar una persona en dos categorías. La primera incluye el término afligido, lo que implica todas las experiencias desagradables que vienen desde lo externo, ya sean las cosas duras que se experimentan al esparcir el evangelio o la persecución por parte de gente mala. Esto es lo que St. ha estado analizando al hablar de las pruebas y que ha concluido en 5:7–11. Quienes sufran de ese modo deben orar, no necesariamente por liberación, sino por la capacidad para soportar con paciencia. Quienes lleven una buena vida también deben orar, pero su oración debe ser un canto de salmos (“alabanzas”). Queda entonces el segundo grupo que experimenta algo malo, los enfermos.

Los enfermos deben llamar a los ancianos de la iglesia. Cuando una persona está tan enferma que no puede ir al templo, quiere a su lado a las personas que tienen más fe en ella para que vayan y oren. Normalmente, cuando la enfermedad no es grave, la norma es “orar unos por otros”. Los ancianos actuarán como los discípulos en Mc 6:13, que deben haber aprendido de Jesús, y ungir con aceite cuando oren, de modo que la oración no sólo se oiga, sino que se sienta físicamente. El hecho importante es que la oración es al Señor y la unción es hecha en el nombre del Señor. Es el Señor y no el poder de la oración o el aceite, lo que dará salud al enfermo. Eso es exactamente como Santiago promete que el Señor responderá a la oración de fe. No es una oración de algo que esperamos o que puede ser, sino una oración que muestra segura confianza en que Dios sanará porque los ancianos primero han escuchado a Dios y han recibido la confianza en sus corazones. Es algo similar al don de fe que Pablo menciona en 1 Cor 12:9. Esas oraciones llevan tiempo no son un ritual rápido o una rutina.

Santiago analiza la relación que a veces existe entre enfermedad y pecado. No toda enfermedad tiene que ver con el pecado (Jn 9:3), pero el pecado puede causar enfermedad (1 Cor 11:30). Si el pecado realmente está implícito, entonces debe tratarse con esa raíz antes de pasar a su fruto, o sea la misma enfermedad. Santiago asegura a sus lectores que tales pecados serán perdonados. Dios no retendrá el perdón para prolongar la enfermedad. De hecho, Santiago argumenta que sería mejor cuidar del pecado porque provoca serias enfermedades. Confesaos unos a otros vuestros pecados: No se precisa de un anciano para esto, ya que cada creyente es un sacerdote. Hay valor en confesar de viva voz el pecado y recibir del otro creyente la seguridad de que ha sido perdonado.

Podía ser que un lector de la carta dijera que eso era bueno para los ancianos, pero que él era un simple cristiano y entonces cómo podía orar por la sanidad de otro o escuchar sus confesiones. Pero en cuanto el creyente es justo, su oración obrando eficazmente, puede mucho. Santiago hace notar que Elías era un personaje común, como los creyentes de entonces, pero como ellos tenía un Dios extraordinario que oía y contestaba la oración. En las leyendas se los asociaba a menudo con la oración. Por eso, aun cuando la oración pidiendo lluvia no se menciona explícitamente en 1 Rey. 17:1 o 18:16–46, siguiendo a los judíos de su tiempo, Santiago da por sentado que eso es lo que ocurrió.

5:19-20 Declaración de propósito

Santiago termina afirmando exactamente por qué ha escrito esta carta. Afirma el principio que ha estado siguiendo. Algunos de sus lectores han estado desviándose de la verdad, como hemos visto, por los problemas en la iglesia. Esta frase se usa para serios alejamientos de la fe (cf. Is. 9:16) y no una caída ocasional en el pecado. Si ha ocurrido a un creyente se espera que otro le haga volver y que el “espiritual” ha de actuar como se dice en Gál. 6:1. Más que una condena, la meta es la restauración. Y eso es lo que Santiago espera que ha de ocurrir.

Tal restauración tiene un resultado magnífico. No es sólo que un pecador se volverá del error de su camino y entonces habrá menos pecado en el mundo, sino que esa persona también es salvada de la muerte, o sea de la muerte eterna (1 Jn 5:16-17 Jud 22, 23), aunque por supuesto también podía aparecer la muerte física (Hch 5:1–11). Una multitud de pecados será cubierta. Se cita Prov 10:12, como en 1 Pe 4:8 diciendo que “el amor cubre todas las faltas”. Al hablar de “cubrir”, estos autores presumiblemente quieren decir “expiar”, dado que una imagen frecuente en el AT es que la sangre de un sacrificio “cubre” el pecado. Lo opuesto al amor es el odio que desparrama rumores y despierta contiendas. Para Santiago, el amor actúa atrayendo al otro tan gentilmente como es posible, de modo que se arrepienta. Ese arrepentimiento será aceptado por Dios, quien perdonará los pecados. Entonces la persona perdonada continuará por el buen camino, gozándose en las pruebas, porque sabe que su recompensa está cerca.

Compartir

Más recursos

Sponsor


Suscripción gratuita

Te avisaremos cuando agreguemos nuevos recursos. No te enviaremos más de uno o dos mensajes semanales.