Santiago 2:1-13

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Introducción

Dada la diferencia de leccionarios (algunos consideran 1-5 para este domingo y 14-18 para el siguiente domingo, otros consideran 1-17 para este domingo, 3,1-12 para el próximo) siempre dentro de Sgo, trataremos de abarcar la mayor cantidad posible para ser útiles a la mayor cantidad de gente, respetando la estructura del texto. Una primera sección abarca 2,1-13, sobre ella nos concentraremos; 2,14-18 corresponde a la siguiente sección 2,14-26; como su temática está en paralelo quiástico con 1,27 (tratada en el primer texto), haremos algunos comentarios, pero no serán exhaustivos. En la propuesta de estructura de Conti, 2,1-13 es el texto central del quiasmo, y por ende, el más importante.

Repaso exegético

Vv 1-9: elaboran un solo tema: la profesión de fe en JC es incompatible con la discriminación contra personas; esta es la 2da mención explícita de JC en la carta.
V. 1: la frase en griego presenta varios problemas, ya que “de la gloria” tes doxes, realmente no combina con ninguna de las palabras anteriores de la oración; es una adición complementaria. De todos modos, ¿qué significa llamar a JC “la gloria”?
El ejemplo planteado para hablar de la discriminación es el de la visita a “vuestra reunión” de un caballero con anillo de oro (jrysodaktylios) y ropas brillantes y la de un pobre con ropas manchadas. Algunos comentarios piensan en miembros ricos y pobres dentro de la misma congregación, otros, en visitantes (se les tiene que indicar lugar donde ubicarse). Dado que el anillo de oro era signo de la orden ecuestre romana, el 2do de los grupos aristocráticos, que además controlaba los impuestos, y dada la crítica a los ricos que sigue, por oprimir a los/as cristianos/as, Laws interpreta el pasaje de esta manera: Cuando un rico y un pobre vienen a visitar la asamblea, Vds discriminan al pobre, que es quien eventualmente podría unirse a la asamblea, cuando el rico, al que Vds tratan como corresponde, es el que después los oprime y mancha el nombre que Vds llevan. La crítica no es tratar como corresponde al rico, sino no tratar como corresponde al pobre.
La ubicación de esta situación hipotética es vuestra “reunión” o “asamblea”, eis sunagogen hymon. Falta evidencia arqueológica de sinagogas como lugares de culto en el primer siglo. A esto hay que sumar el hecho de que el término se refiera a una reunión pública, no a un culto.
R. B. Ward (“Partiality in the Assembly: James 2:2-4”, HTR 62, 1969, 87-97) ha mostrado las coincidencias en lenguaje entre este pasaje de Sgo y las enseñanzas rabínicas que regulan la administración de justicia. El v. 8 invoca Lev 19:18 (amor al prójimo), el cual se da en el contexto de la administración de justicia, v. 15: “Siendo juez, no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande…” Entonces, dado el lenguaje legal, la visita a la reunión cristiana y el amor al prójimo, el asunto no parece ser la discriminación entre miembros ricos y pobres de la comunidad, sino más bien, una situación hipotética (probablemente basada sobre hechos reales, sino no tendría peso argumentativo): si vienen un rico y un pobre a visitarlos, Vds juzgan a favor del rico y humillan al pobre, cuando el amor al prójimo exige ser imparciales en el juicio y cuando, dadas las condiciones en que las familias cristianas se encuentran, son los ricos los que los oprimen con impuestos.

Breve reflexión teológica

La descripción casi caricaturesca del hombre de anillo de oro y ropas brillantes, y el hombre de ropas manchadas no debe hacernos perder de vista el anuncio fundamental, a saber: Dios no discrimina, por ende quienes nos llamamos hijos o hijas de Dios, salvadas/os por Dios, tampoco podemos discriminar. Más de una vez hemos oído cosas como “en la Argentina no hay discriminación”. La verdad es que, dependiendo de las características particulares de nuestras congregaciones, la discriminación tendrá distinto color: por raza, idioma, clase social, condición económica, cultura particular. Pero no por tener distinto color deja de ser discriminación, y, según Santiago, incoherente con la profesión de fe que hacemos dominicalmente, si no diariamente.
Nuestros límites siempre están más acá que los de Dios, no importa cuánto nos esforcemos en extenderlos más lejos.

Posible esquema para la predicación

1. Comenzar con un recuento de frases o actitudes que nos caracterizan como argentinos/as, alemanes/as, italianos/as, ingleses/as, o lo que fuere. Los famosos estereotipos: “los criollos son vagos”, “los gallegos son brutos”, “los tanos son…”
2. ¿Cómo diferenciar el interés por las diferencias y la diversidad, de la discriminación, al menos de algunos de los grupos diferentes? Por ejemplo, ¿qué actitudes y preconceptos tenemos sobre los/as infectados/as de HIV/SIDA, los travestis, la gente de la calle? Si hay ejemplos congregacionales que se puedan usar, sería una manera de desenmascarar nuestros prejuicios.
3. Confrontación con el texto: Si discriminamos no somos de Dios. Explorar el texto y sus ejemplos.
4. Elaborar una liturgia /oración/ letanía buscando perdón por la facilidad con que juzgamos y la comodidad con que nos quedamos con nuestros prejuicios, e invitar a la congregación a un proceso de búsqueda de su misión propia empezando por este reconocimiento.

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