Restauración
0
0
No existe sitio tan bajo donde podamos caer/
del que Su Mano Gloriosa no nos pueda devolver./
Mas si en senderos dudosos insistimos deambular,/
nuestra alma hastiada de males, su voz no sabrá escuchar./
El corazón enviciado solo ve lo material,/
y una vez que lo ha logrado, sigue en su angustia inicial./
¿Cómo habrá de sustentarnos nuestro precario saber/
asfixiado en arrogancia y a punto de perecer?/
El témpano que observamos indolente en su flotar/
solo es un fragmento escaso de montaña colosal./
El pecado nos degrada, menguando nuestra visión./
¡Hay tanto que no sabemos, frente a cada decisión!/
Pedimos que Dios actúe como vulgar marioneta/
exigiendo que apresure nuestras alocadas metas,/
y perdemos los manjares que Él nos ha preparado/
agregando más espinas a su cuerpo lacerado./
Dejemos que nos alcance el amor incomparable/
de esos brazos extendidos a través de las edades./
Solo Él puede lavar el barro de nuestro espanto/
y hacerlo todo de nuevo desde el hueco de su mano./
del que Su Mano Gloriosa no nos pueda devolver./
Mas si en senderos dudosos insistimos deambular,/
nuestra alma hastiada de males, su voz no sabrá escuchar./
El corazón enviciado solo ve lo material,/
y una vez que lo ha logrado, sigue en su angustia inicial./
¿Cómo habrá de sustentarnos nuestro precario saber/
asfixiado en arrogancia y a punto de perecer?/
El témpano que observamos indolente en su flotar/
solo es un fragmento escaso de montaña colosal./
El pecado nos degrada, menguando nuestra visión./
¡Hay tanto que no sabemos, frente a cada decisión!/
Pedimos que Dios actúe como vulgar marioneta/
exigiendo que apresure nuestras alocadas metas,/
y perdemos los manjares que Él nos ha preparado/
agregando más espinas a su cuerpo lacerado./
Dejemos que nos alcance el amor incomparable/
de esos brazos extendidos a través de las edades./
Solo Él puede lavar el barro de nuestro espanto/
y hacerlo todo de nuevo desde el hueco de su mano./