Renovación, Santidad y Misión

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PROLOGO

El Rev. William Jones y su esposa Celsa, ex- obreros en misión de la Iglesia Metodista Unida (U.S.A), nos acompañaron en la XV Asamblea General de la Iglesia Metodista del Perú, realizada en el local del Colegio María Alvarado, del 15 al 21 de febrero de 1999.

Estos siervos del Señor trabajaron en nuestro país durante varios años en el campo de la educación teológica formando líderes y obreros para la misión. Ellos desarrollaron con amor y dedicación su ministerio pastoral en la ciudad de Huancayo así como en otros lugares, dejando entre nosotros gratos recuerdos.

En esta XV Asamblea, el Rev. Jones tuvo a su cargo los estudios bíblicos durante las mañanas y el sermón de clausura. Sin duda alguna, sus palabras fueron como ríos de agua viva que refrescaron nuestro espíritu.

Los temas de Renovación, Santidad y Misión fueron abordados en forma brillante y con la debida pertinencia para nuestros tiempos. Nuestros espíritus y mentes fueron renovados a través de la Palabra de Dios. El Rev. Jones analizó el reto de permanecer en santidad como personas y como iglesia: “Así que hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Ro.12:1-2).

El tema de la Santidad fue enfocado desde tres dimensiones: con relación a la mente de Cristo, a la unidad en la diversidad y a la necesidad económica.

La fundamentación bíblica y teológica de la Renovación y la Santidad, nos permitió discernir con mucha más claridad la Misión de la Iglesia. Tarea que es un mandato del Señor (Mt. 28:19-20), y que no puede ser dejada de lado o disminuida por los problemas internos que agobian a la Iglesia. El Rev. Jones nos exhorta a buscar la solución de nuestros problemas, discusiones o debilidades, poniéndonos a trabajar en lugar de estar mirando hacia adentro o hacia el cielo. Hay que mirar hacia el mundo. Sólo inmersos en el trabajo de la misión hay santidad. No debe haber miedo ni temores porque el Espíritu Santo nos dará poder.

Ponemos a disposición de la Iglesia Metodista este excelente material para su estudio y reflexión en las congregaciones locales; para seguir caminando por caminos de santidad, entendida ésta como personal y comunitaria; y para lograr la verdadera renovación de nuestra Iglesia y cumplir la Misión en un mundo que aún anda en tinieblas.

Rev. Jorge Bravo Caballero
Estudio I

La Santidad Comunitaria de la Iglesia y la Mente de Cristo

Agradezco profundamente al Obispo Jorge Figueroa por la invitación de estar con ustedes en esta Asamblea. Ha sido emocionante para Celsa y para mí volver a ver a tantos amigos y amigas que no habíamos visto por más de 20 años. Es nuestra oración que el Señor guíe a esta Asamblea y que su voluntad se haga aquí.

El tema de la Asamblea, y de estos estudios, es "Renovación, Santidad y Misión". Los textos básicos son Efesios 4:17-24 y Romanos 12:1-2. Reflexionaremos hoy sobre estos textos y en los dos estudios restantes exploraremos algunos de los otros alcances del tema de la Santidad Comunitaria para nuestra Iglesia.

Lecturas Bíblicas:

Efesios 4:17-24:

"Esto, pues, digo y requiero en el Señor que no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente (17) teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón (18); los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impurezas (19)".
"Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo (20). Si en verdad le habéis oído y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús (21)".
"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos (22) y renovaos en el espíritu de vuestra mente (23) y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (24)".

Romanos 12:1-2:

"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional (1). No os conforméis a este siglo sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis, cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (2)".

Reflexión:

1. Estos pasajes hablan de la santidad: Hay que ser un "Santo", "Sacrificio vivo" (Ro. 12:1). Hay que "Vestirnos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad" (Ef. 4:23). Aquí habla de la imagen de Dios como la norma. El Señor quiere que seamos como él y que reflejemos su manera de ser en nuestra manera de ser. La finalidad de su obra en nosotros es hacernos santos. Seremos santos porque él es santo (Lv. 19:2), perfectos como él es perfecto (Mt. 5:48).

2. También señalan que la santidad tiene dimensiones comunitarias además de individuales y sociales. Hay una santidad personal e individual. También hay una santidad social, donde la iglesia impacta las necesidades del mundo que está fuera de ella. Pero es la dimensión interna y comunitaria de la iglesia la que enfatizamos en estos estudios, sin negar la importancia de las otras dos. Todos los verbos en estos pasajes de Efesios y Romanos están en la segunda persona del plural, "vosotros". También en 1ra de Pedro 2:9 : "Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable". Se destaca que somos "Nación Santa", enfatizando que la santidad tiene dimensiones comunitarias y colectivas. Las formas en que nos relacionamos los unos con los otros en el Cuerpo de Cristo tienen una dinámica propia. Sin la santidad personal no hay santidad comunitaria, pero la santidad comunitaria tiene aspectos propios e importantes que tenemos que observar.

3. En estos pasajes el camino a la santidad es la transformación de la mente. "Renovaos en el espíritu de vuestra mente" (Ef. 4:23). "Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento (noos = la mente)" (Ro. 12:2). Esta renovación es la obra del Espíritu Santo, y el cambio es tan fundamental que, en otro lugar, se habla de "nacer de nuevo" (Jn. 3:3). La palabra original en griego para "transformación" es "metamorfosis" y conlleva la imagen de un cambio radical donde el gusano se transforma en mariposa. Es el mismo ser, pero su manera de ser se transforma de tal forma que el resultado del cambio es una nueva manera de existir. Así tiene que suceder con nuestra mente, la mentalidad colectiva.

4. Esta nueva mentalidad es la mente de Cristo. "Mas vosotros no habéis aprendido así de Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús" (Ef. 4:20-21). Otro verso sumamente importante es Filipenses 2:5 "Haya pues, en vosotros este sentir (o mente) que hubo también en Cristo Jesús". Si uno se transforma hacia la imagen de Dios, uno también "tiene la mente de Cristo" como dice San Pablo (1Cor. 2:16). De ahí que nuestro tema de hoy tiene como título "La santidad comunitaria y la mente de Cristo".

5. La renovación de la mente colectiva de la iglesia implica la tarea teológica. La teología es nada más que el uso de nuestra facultad racional para entender a Dios y las cosas de Dios. Como Anselmo dijo es "la fe buscando entenderse". Dios comparte con la Iglesia sus planes y tenemos el gran privilegio de entenderlos. Pablo en Efesios 1:15-23 -en una sección que lleva el título "El espíritu de sabiduría y de revelación"-, ora para que: "el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el padre de gloria, os dé Espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza...". La oración es para que podamos hacer la teología correctamente.

En la Iglesia hay que pensar sistemáticamente. El cómo entendemos a Dios a través de Cristo y el Espíritu Santo, debe determinar todos los aspectos de la iglesia. Todo el problema de entrenar líderes pasa por, cómo debemos organizarnos para la misión de la iglesia, por último, el cómo debemos financiar la misión, depende de todo lo anterior. La idea de que la iglesia existe para llevar acabo la misión de Dios tiene consecuencias fundamentales para nuestra eclesiología y nuestra manera de entender cómo debe ser la iglesia.

6. La mente de Cristo está en contraste con "conformarse a este siglo" (Ro. 12:2), "el viejo hombre" (Ef. 4:22), o la mentalidad gentil: "...que no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón" (Ef. 4:17-18). Las personas que no conocen a Cristo operan a base de una mentalidad no orientada hacia Dios. Hay una ceguera espiritual, donde las premisas mentales comienzan con un ídolo, usualmente el egoísmo personal y colectivo, y los resultados son las fuerzas destructivas que vemos cada día en nuestro mundo.

7. La gran dificultad es que la mente gentil permanece en la iglesia. Pablo se quejó de la ley desordenada que operó "en sus miembros" versus "la ley de mi mente" (Ro. 7). Martín Lutero habló de la teología equivocada que había en la iglesia, "la teología de la gloria" versus "la teología de la cruz". Uno puede justificar su pecado en la iglesia haciendo teología con la mente gentil (como por ejemplo la justificación de la esclavitud en los Estados Unidos). La cultura, -"este siglo", "este mundo"-, moldea a la Iglesia y no al revés. Hay que estar sobre aviso, e intentar pensar con "la mente de Cristo".

8. La mente de Cristo reinterpreta el significado de todas nuestras ideas comunes desde la perspectiva de la Cruz. Un gran ejemplo de esto es cómo Jesús da una nueva interpretación de los conceptos de "potestad", "grandeza" y "primacía". En Marcos 10:35-45, Santiago y Juan quieren compartir el poder de Jesús cuando entre en su gloria. El concepto de poder que ellos tienen es "gentil" (como piensan los "gobernantes de las naciones"), pero el poder del Mesías estaría en su Cruz: "y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos". El ejemplo es Jesús mismo que: "no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos". En vez del poder egocéntrico, aquí hay una orientación radical hacia los demás, comenzando con Dios mismo y luego hacia las necesidades de las otras personas.

9. La Iglesia debe reflejar el nuevo orden de Dios, el nuevo entendimiento de las cosas. Esto sería, quizás, la mejor definición de la "Santidad" de la Iglesia. Este nuevo orden debe ser visible para el mundo. En el lenguaje de la teología moderna la Iglesia debe ser un signo del Reino de Dios. Las arras del Espíritu (Ef. 1:13-14). Como el "primer plato"-en la costumbre peruana- que asegura que el resto de la comida viene pronto.

No se debe obrar en la Iglesia como se opera en el mundo. No debemos "conformarnos a este siglo". Tenemos que tener "la mente de Cristo" y no la mente gentil.

En los dos estudios que siguen, trataremos de explorar dos aspectos más de la santidad comunitaria de la Iglesia que creo que son importantes para la Iglesia Metodista en el Perú.




Estudio II

La Santidad Comunitaria de la Iglesia y la Unidad en Diversidad


En el libro de Efesios, que citamos el primer día, hay una sección muy importante para entender bien la santidad comunitaria de la iglesia, la cual se encuentra en el capítulo 2:11-22.

"Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles, en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne (11). En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo (12). Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo (13). Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación (14), aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz (15) y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ellas las enemistades".
"Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos y a los que estaban cerca (17); porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre (18)".
"Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios (19). Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo (20), en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor (21); en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu (22)".

Reflexión:

En la iglesia las divisiones que existen en el mundo sean éstos de clase, raza e identidad étnica se borran y una nueva humanidad se crea que se llama "la familia de Dios" (v.19). En Cristo "se derriba la pared intermedia de separación... para crear en sí mismo, de los dos, un solo y nuevo hombre, haciendo la paz" (v.15). Los dos grupos étnicos que se mencionan aquí son los judíos y los gentiles. En otro sitio Pablo afirma lo mismo: "Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gá. 3:28).

2. Aquí la Iglesia es señal del propósito de Dios para la creación. Esta es una verdad que hemos enfatizado antes. El capítulo 1:9-10 habla de una de las grandes bendiciones de Dios para la Iglesia: "Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo (9), de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra (10)". Esta es una de las claves hermenéuticas para entender toda la Biblia. La gran intención de Dios es unir o reunir todas las cosas en Cristo. Todo el universo está alienado de Dios. Y esta alienación penetra a las relaciones humanas y dentro de todos los individuos. Este es el fruto del pecado. Luego la obra de Cristo es unir lo separado. Y la iglesia debe ser el lugar donde esta realidad comienza a realizarse. Por eso, enseguida Pablo habla de la situación de la Iglesia en Efeso. Es el lugar donde judíos y gentiles se unen en amor, como señal de los propósitos de Dios para el universo completo. ¡Qué tremenda vocación!

3. La mente gentil que hemos mencionado antes, es la de división y pleito. El pecado divide a la gente. Y una de las grandes muestras del pecado original es cómo los pueblos trasmiten el odio racial y étnico de generación en generación. Lo vemos con claridad en Bosnia en el día de hoy, donde se perpetúa el odio de generaciones, donde la memoria de "lo que nos hicieron a nosotros hace siete siglos" es una memoria viva. Además de los musulmanes, dos de los grupos se llaman cristianos, católicos, romanos y griegos. La limpieza étnica es el programa. Igual que en el exterminio de los judíos en los tiempos de Hitler, en Europa estamos viendo el resurgimiento del Nazismo. En Estados Unidos pensamos que el problema racial se había terminado con Martin Luther King y las leyes de los derechos civiles, pero éste sigue buscando nuevas formas de expresarse. El feminismo nos señala el problema de la mujer y cómo ha sido considerada virtualmente ciudadana de segunda clase en todas las sociedades. Así son las divisiones y odios de distintos grupos los unos contra los otros.

4. Estas divisiones étnicas y raciales invaden a la Iglesia. Es en la iglesia donde el conformarse a este siglo es más notorio entre nosotros. En vez de que el mundo sea transformado por la vida de la iglesia, la vida de la iglesia se transforma y se parece más a la sociedad que la rodea. Aún esto se ve en la Iglesia primitiva, en los Hechos de los Apóstoles. En medio del milagro económico donde nadie tenía necesidad "hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria" (6:1). Aquí ya el prejuicio étnico comenzaba a minar la unidad y el amor de la iglesia en Jerusalén.

En mi país el racismo y etnicismo en la Iglesia son tan vigentes que tenemos una comisión en el ámbito nacional, La Comisión de Religión y Raza, para tratar de vigilar esta situación. En una iglesia multi-cultural como la nuestra hay todavía mucho prejuicio en contra de personas de color e idioma y costumbres diferentes. Parece que es demasiado natural sentirse cómodo con personas que son como uno. En los Estados Unidos hay un método de evangelismo que enfatiza el concepto de lo que se llama "la unidad homogénea". La unidad homogénea es un conjunto de personas que son del mismo grupo étnico y clase social. Este método dice que las iglesias que crecen tienden a ser iglesias donde todo el mundo comparte estas mismas características. Si obtener un crecimiento numérico es la primera prioridad, quizás uno debería evangelizar solamente a la gente del mismo grupo étnico y social al cual uno pertenece. Pero el pasaje que estamos estudiando nos indica otro camino. Si uno quiere ser fiel al evangelio de Cristo, la iglesia debe incluir a todos y ser un sitio donde "la pared intermedia de separación haya sido derribada".

Este trabajo tiene que ser intencional. Uno tiene que reconocer sus prejuicios, los prejuicios de nuestra cultura los que bebemos con la leche materna. A veces ni sabemos que los tenemos, hasta que haya una confrontación entre mi grupo y otros grupos raciales o étnicos. Por eso el reconocimiento es el primer paso. Luego hay que tomar la cruz de Cristo, comenzar intencionalmente a incluir en mi familia de fe a personas diferentes a mí. Es una cruz porque va en contra de las inclinaciones más naturales que tengo. Pero la iglesia tiene que ser señal del Reino si ha de ser fiel a la vocación con que fuimos llamados.

5. Les pregunto ¿hay prejuicios raciales y étnicos en el Perú? Y estos prejuicios ¿están en la iglesia? El país es tan variado y con tanta gente diferente. Aquí hay personas de descendencia africana y asiática, indígenas de la sierra e indígenas de la selva y toda clase de mestizaje. Hay grupos dentro de grupos y un sin número de idiomas. Sería el reino de Dios en la tierra si los odios y los rencores del pecado original no estuvieran presentes en el país. Pero a nosotros nos toca reconocer qué parte de esta dinámica está presente en la iglesia e influye en sus decisiones. ¿Qué es necesario hacer para que nuestra Iglesia sea realmente santa en este aspecto? Una gran parte de la santidad comunitaria de la Iglesia es su habilidad de vivir una verdadera unidad dentro de su diversidad.

6. El pasaje que leímos habla de la imagen del Cuerpo de Cristo: "mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades" (v.16). En Primera de Corintios capítulo 12, Pablo explora en más detalle lo que esto significa. Habla de la gran variedad de órganos y miembros que hay en el cuerpo y cómo se necesitan mutuamente y cómo encuentran su unidad en la Cabeza que es Cristo.

Podríamos reflexionar sobre la diversidad que hay en un cuerpo. El hígado es muy diferente del ojo, y el riñón de los dedos. Sus funciones son muy diferentes además de su apariencia. Sin embargo se complementan en la unidad del organismo. Pablo tenía en mente la diversidad de dones en la Iglesia, pero yo quisiera hablar de la diversidad de personas, de grupos étnicos, de razas e idiomas:

"Además el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos (14). Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? (15) Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? (16) Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? (17) Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo como él quiso... (18) Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad, de vosotros (21)".
"Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios... (22); ...para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros (25)".
"De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan (26). Vosotros, pues sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular (27)".

Porque hay un grupo grande en la iglesia que no es de mi grupo étnico o mi lugar geográfico o de mis costumbres, no puedo decir: "no soy del cuerpo" (v.15). Y por más diferente que yo sea al grupo de hermanos y hermanas, yo no puedo decir: "no te necesito" (v.21). Nos necesitamos los unos a los otros. Además: "Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso" (v.18). No nos corresponde quejarnos de que el Señor nos ha puesto juntos en un solo cuerpo, nos guste o no nos guste. No es cuestión de gusto sino de obediencia. Por ninguna circunstancia geográfica o racial o étnica debemos romper la unidad de la iglesia. Nuestra unidad es una señal de lo que Dios quiere hacer con el universo. "Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación... Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios..."



Estudio III

La Santidad Comunitaria de la Iglesia y la Necesidad Económica


Quisiera explorar en este estudio el tópico de "La Santidad Comunitaria de la Iglesia y la Necesidad Económica". La frase viene de Mateo 6:32 "vuestro padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas". "Estas cosas" son cuestiones de comida y vestido, en fin, todo lo que es necesario para nuestro bienestar físico. También "la necesidad" aparece en Hechos 2:45 y 4:34-35. La mente de Cristo se ocupa también de estas cosas. Si no, no nos hubiese enseñado a orar "El pan de cada día, dánoslo hoy" (Mateo 6:11). Aquí estamos hablando de pan real y no "espiritual".

He podido discernir por lo menos tres niveles para tratar estos asuntos en la Iglesia, porque pertenecen a nuestra santidad comunitaria igual que a nuestra santidad personal. Hay un pasaje bíblico clave que apunta a cada uno de estos niveles y los mencionaremos por turno.

I. Aliviar las necesidades económicas de los miembros de la iglesia es responsabilidad de todos. Esto incluye a los miembros laicos como a los pastores.

A. El ejemplo es de la Iglesia Primitiva. Hechos 2:44-45 y 4:32-35:

"Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas (44); y vendían sus propiedades y sus bienes, y los repartían a todos según la necesidad de cada uno (45)".

"Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común (32). Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos (33). Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido (34), y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad (35)".

Lo primero que debemos notar aquí es la presencia poderosa del Espíritu Santo. Parece que nuestra disponibilidad de imitar a esta iglesia primitiva depende de cuán poderosa es la presencia del Espíritu entre nosotros. Ésta es santidad comunal, porque el Espíritu Santo está moviendo a la comunidad en esta dirección. Noten las frases: "eran de un corazón y alma" (4:32), "con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos" (4:33). Para actuar en una forma tan desinteresada se requiere del poder y la gracia de Dios.

La segunda cosa que debemos notar es que como resultado de esto: "no había entre ellos ningún necesitado" (4:34), "tenían todas las cosas en común" (2:44) y "se repartía a cada uno según su necesidad" (4:35). Una de las responsabilidades en la iglesia es ver que todo el mundo tenga cubiertas las necesidades básicas de la vida: comida, vestimenta y un lugar donde vivir. Dios no quiere que la gente viva en pobreza extrema donde las necesidades básicas de la vida no estén satisfechas. La Iglesia tiene que preocuparse por esto en la sociedad en general (que es otro tópico) pero, como la Iglesia es "señal del Reino", es imperdonable que no seamos santos en nuestra propia comunidad de creyentes.

Esta iglesia primitiva fue una iglesia de autosostenimiento, aun con gente pobre. Así fue el caso, también, durante el Avivamiento Wesleyano en Inglaterra del siglo XVIII, con los mineros y los otros de los más pobres del país. Nos muestra que la pobreza no debe ser la razón para no suplir las necesidades básicas de nuestra gente, incluyendo a nuestros obreros.

B. Nuestra Iglesia Conexional intenta ministrar a todos, pero debe mejorar.

Creo que debemos reconocer que la forma conexional de nuestra Iglesia trata de ejemplificar el reto de la santidad comunitaria en cuanto a las necesidades económicas. Nuestra conexión metodista es una muestra concreta de que somos un solo Cuerpo de Cristo donde todas las partes se pertenecen mutuamente.

En una ocasión, cuando yo era superintendente del distrito de la sierra y la selva, fuimos a visitar una comunidad en la ceja de montaña que había expresado interés en llegar a ser una iglesia metodista. Después de estar con ellos el fin de semana decidieron que no querían ser metodistas por dos razones principales: El bautismo de párvulos y los fondos conexionales. No querían compartir sus recursos con gente que no fuera de su propia comunidad. Ésta tiende a ser la sicología de las denominaciones congregacionalistas. Yo creo que la conexionalidad es parte de nuestra vocación como metodistas, en el espíritu de Juan Wesley que dijo que el pueblo metodista es uno en todo el mundo. Somos una familia extendida y las necesidades de unos es asunto de todos. No sacrifiquemos esto. No debe haber necesidad económica dentro de nuestras congregaciones ni dentro de nuestra conexión. Esta es parte de la santidad comunitaria. Es parte de lo que quiere decir asumir la cruz de Cristo y ser siervos de todos.

II. La ansiedad económica puede paralizar al creyente y a la iglesia y puede destruir su fe.

El segundo nivel en nuestro estudio sobre lo que la mente de Cristo significa para cuestiones económicas en la iglesia es observar que la ansiedad económica no debe existir. El pasaje es bastante familiar pero escuchémoslo ahora a la luz de nuestra vocación de santidad comunitaria, Mateo 6:25-34:

" Por tanto os digo: no os afanéis por vuestra vida, (note la forma plural, para la comunidad) qué habéis de comer y qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir (25)". (Y luego da los ejemplos de cómo Dios nos ha dado la existencia y afirma que también cuidará de esta existencia. Nos da el ejemplo de las aves del cielo y los lirios del campo). "Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? (30) No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? (31) Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas (32). Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (33). Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal (34)".

En los versos que preceden, Jesús está hablando del peligro de la idolatría en la comunidad de creyentes. ¿Dónde está vuestro tesoro? "Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mt. 6:21). Si el ojo de uno es malo "la luz que en ti hay es tinieblas..." (Mt. 6:23). Uno no puede servir a dos señores, "No podéis servir a Dios y a las riquezas" (Mt. 6:24).

Jesús señala la posibilidad de que en la Iglesia puede haber otro dios que no sea el verdadero Dios. Dice que la preocupación, "el afán", "la ansiedad", es esencialmente una posición de falta de fe "hombres de poca fe" (v.30).

Dice Jesús que lo que definimos antes como la mente gentil, puede ser lo que predomina en la Iglesia, "Porque los gentiles buscan todas estas cosas..." (v.32). El afán económico, cuando domina en la Iglesia es exactamente lo opuesto a la santidad comunitaria de la Iglesia. Es conformarse a este siglo, exactamente lo que el Señor no quiere que hagamos. Muestra que las prioridades de Dios han sido invertidas, lo que uno busca primeramente. "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (v.33).

Cuando no cumplimos la primera parte, suplir las necesidades de todos, el afán económico puede llegar a predominar y cuando esto pasa, la Iglesia corre el riesgo de reflejar más la mente de este siglo que la mente de Cristo. Puede ser idólatra y paralizarse. Vemos que suplir las necesidades de todos es también un acto espiritual. Estemos sobre aviso.

III. En el tercer nivel encontramos que el factor económico puede llegar a la destrucción y perdición de la Iglesia.

Si en el segundo nivel el factor económico puede paralizar la iglesia, en el tercer nivel, la puede destruir. Esto es lo que indica nuestro tercer pasaje, 1 Timoteo 6:3-10:

"Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad (3), está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas (4), disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales (5). Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento (6); porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar (7). Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto (8). Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición (9); porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores (10)".

El pasaje habla de personas cuyo interés en cuestiones económicas va un paso más allá del anterior. Ya no es afán o ansiedad por la seguridad económica, sino que la motivación ha cambiado a desear el dinero. Son las personas que "quieren enriquecerse" (v.9) y "aman al dinero" (v.10). Han llegado a ser líderes en la Iglesia sólo para satisfacer sus ambiciones económicas. "Toman la piedad como fuente de ganancia" (v.5). Son personas que no "se conforma a las sanas palabra de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad" (v.3). No tienen la mente de Cristo porque no siguen sus enseñanzas. Es más bien una mentalidad gentil llevada al extremo.

Las consecuencias de esta mentalidad son desastrosas. Caen en lo que el autor llama "tentación y lazo" (lo que Wesley traduce "snare", una trampa de la cual es difícil salir) (v.9). Comienzan con el primero de "los pecados mortales", el orgullo, "está envanecido, nada sabe" (v.4). Luego tienen "muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición" (v.9). Ya han violado no solamente el mandamiento en contra de la idolatría sino también el mandamiento en contra de la codicia, deseando más y más. Como los del segundo nivel, "se extraviaron de la fe" (v.10). Sufren mucho porque "fueron traspasado de muchos dolores" (v.10). Y este sufrimiento es la manera que Dios usa para llamarles la atención.

En la Iglesia su manera de tratar con los demás se degenera. Caen en lo que vemos demasiado a menudo en nuestras iglesias. Es el escándalo público donde la gente de afuera nos critica más y es el punto donde la Iglesia misma sigue hacia la "destrucción y perdición" (v.9). Comienzan a pelear por cosas que no tienen tanta importancia, "se delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras" (v.6). De las peleas nacen una serie de males, "envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias" (v.4-5). De aquí crece la falta de confianza, los celos, la ira, el desprecio a los demás. La Iglesia se involucra en lo que San Pablo llama las "maquinaciones" de Satanás (2 Cor. 2:11). Su estrategia es dividir a la Iglesia y la forma más fácil es poner sus miembros a pelear por cosas que no tienen importancia cuando el gran desafío de la Iglesia es su Misión. Cristo ha orado "para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste" (Jn. 17:2l). La unidad de la Iglesia es para que el mundo, viendo esta unidad, pueda creer. La unidad esencial para la misión.







Conclusión


La santidad de la Iglesia tiene dimensiones económicas. Las necesidades básicas de todo el mundo tienen que suplirse. Esto es parte de la mente de Cristo. Pero tenemos que estar sobre aviso de que el balance aquí es muy frágil. La búsqueda de la seguridad económica puede llegar a la ansiedad y después a la división dentro de la misma Iglesia. En este caso hemos dejado la mente de Cristo y adoptado la mente gentil cuya consecuencia final es la destrucción de la Iglesia misma. Oremos todos los días para que el Espíritu Santo nos permita mantener el equilibrio que necesitamos para ser fieles a la voluntad de Dios. No nos olvidemos nunca de la magnífica providencia de Dios: "No os afanéis, pues diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mt. 6:31-33).



SERMÓN DE CLAUSURA



El tema de nuestra Asamblea ha sido "Renovación, Santidad y Misión". En estos momentos quisiera enfatizar la última palabra, "Misión". La gran verdad que tenemos que aceptar es que el Señor ha constituido su Iglesia como un pueblo testigo. Para ayudar la reflexión vamos a leer el pasaje bíblico de Hechos 1:6-11:

(6) "Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? (7) Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; (8) pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. (9) Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. (10) Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, (11) los cuales también les dijeron: "Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo".

Aquí hay una historia de dos agendas de trabajo. La primera es la de los discípulos. La segunda es la del Señor. La segunda tiene que corregir a la primera.

1. La agenda de trabajo de los discípulos se expresa en su pregunta: "Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?" (v.6). Es una pregunta sobre la escatología, sobre las "últimas cosas", sobre el fin del mundo. Es increíble que a estas alturas los discípulos estén todavía con un concepto mesiánico cuyo centro es la restauración del poder del pueblo de Israel, un nacionalismo disfrazado por el evangelio. Después de tres años con Jesús, después de experimentar la muerte y resurrección de Jesús, y luego de 40 días de instrucción especial con Jesús sobre el reino de Dios, todavía están pensando en estos términos. ¡Qué comentario tan triste sobre cómo la agenda de la iglesia puede estar equivocada! Necesitaban escuchar a Pablo, en un verso que hemos estudiado en estos días: "transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento" (Ro. 11:2).

2. Este pasaje de Los Hechos nos enseña que hay dos clases de teología, una especulativa, la otra práctica. La primera es de interés para los especialistas, pero no es esencial para la obra práctica que Dios ha dado a la iglesia. Sus preguntas interesantes apelan a la curiosidad de la mente. Las clases de teología filosófica en los seminarios están llenas de ellas, y confieso que me gusta pasar el tiempo pensando en los argumentos que explican la existencia de Dios, o la vida interna de la Trinidad, o el lugar apropiado de la idea de la evolución en la Iglesia. Estas preguntas también incluyen los detalles sobre el fin del mundo, la especulación escatológica que es más y más prominente hoy en día, y que va a crecer aun más cuando nos acercamos al año 2000. Es precisamente aquí donde el Señor dice a los discípulos que no les compete esta clase de especulación: "No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad"; (v.7). También hay otros tópicos, que Juan Wesley llamó "opiniones", que no deben ser motivo de peleas entre los cristianos: la forma del bautismo, en qué día de la semana debemos adorar, cuál es la forma litúrgica que debemos usar. Todo esto distrae a la iglesia de su misión principal. No debemos caer en la trampa de perder nuestro tiempo en estos asuntos.

3. La segunda clase de teología es lo que Juan Wesley llamó "la teología práctica" ("practical divinity"). En el prefacio a sus sermones publicados reflexionó así:

"Ningún temor abrigo al presentar ante hombres justos y racionales, los pensamientos más profundos de mi corazón, pues me considero como una criatura de un día que pasa por la vida, semejante a una flecha que rasga el aire. Soy un espíritu enviado de Dios, suspenso por un momento sobre el gran golfo, hasta que dentro de algunos momentos, ya no se me verá más. ¡Pasaré a la eternidad inmutable! Una cosa anhelo saber: el camino del cielo; llegar salvo al puerto de salvación. Dios mismo se ha dignado enseñarnos el camino, puesto que a eso bajó del cielo. Lo ha escrito en un libro. ¡Oh, dadme ese libro! A cualquier precio, dadme el Libro de Dios. Ya lo tengo, y en él está atesorada toda la ciencia que necesito. Voy a ser homo unius libra. (Hombre de un solo libro.) Heme aquí, pues, lejos de la bulla del mundo; solo, solo con Dios, en cuya presencia abro y leo este Libro, con un fin: el de hallar el camino del cielo".

La "Teología práctica" de Wesley es un sistema doctrinal que contiene "toda la ciencia que necesito" en mi peregrinación cristiana. Describe mayormente la "salvación presente", lo que una persona y una iglesia necesitan saber en el camino diario con Dios. Es un instrumento que nos acompaña y nos orienta en el camino, y habla, como hemos mencionado, de tales cosas como la santidad personal, comunitaria y social.

4. La segunda agenda de trabajo, la agenda del Señor, refleja las necesidades inmediatas de la misión. Aquí encontramos una "Teología práctica": "pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (v.8). La visión es de un mundo que acepta a Cristo y su reino, "hasta lo último de la tierra". La agenda de Cristo es que los discípulos sean sus "testigos". Aquí la palabra griega es "martures", raíz de la palabra "mártir" y se refiere a aquellas personas que dan su testimonio a riesgo de sus propias vidas. Los discípulos tienen que ser "apóstoles". El verbo es "apostolein" que en griego significa "enviar". Son enviados, siervos de la persona que les manda, con una misión. Se someten a la agenda de su jefe y no siguen sus propios intereses y planes.

Otra frase para el plan de Cristo es que los discípulos deben ser sus "embajadores", embajadores de la reconciliación. El pasaje clave es 2 Corintios 5:17-21:

"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (17). Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación (18); que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación (19). Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios (20). Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (21)".

De alguna forma la palabra "reconciliación" aparece cinco veces en este pasaje. Y nuestra obra es ser embajadores de esta paz. Hay que pensar en reconciliarnos todos con Dios, y todos los unos con los otros. Las rupturas dentro de nuestros corazones se sanan también. Ésta es la misión de Dios. Fue la misión de Cristo y es nuestra misión también.

5. ¿Cómo podemos cumplir esta encomienda? La respuesta es que Cristo nos provee el poder a través del Espíritu Santo: "Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos" (v.8). En este pasaje la traducción al griego de la palabra "poder" es "dunamis", la raíz de nuestra palabra "dinamita". El Espíritu Santo es la dinamita de Dios, lo explosivo, lo dinámico, lo atrevido. Sin la dinamita de Dios la iglesia se queda estancada. Si nuestras congregaciones están muertas es porque, en alguna forma, hemos "entristecido" al Espíritu Santo.

El ministerio del Espíritu Santo es muy rico. Tiene muchas facetas, es como un diamante. Hoy día hay mucha fascinación con los dones del Espíritu, como por ejemplo el hablar en lenguas, y con razón. Pero no hay que olvidar que la obra principal del Espíritu es ser la dinamita que necesita la Iglesia para su misión.

6. El pasaje termina con un dato que para mí es muy curioso. Después de la ascensión del Señor los discípulos se quedan mirando hacia arriba. Dos varones con vestiduras blancas se les acercan y les preguntan: "Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo?" (v.1). Lo que aquí no se dice directamente pero lo que oigo indirectamente es "¡Varones galileos pónganse a trabajar!". Sus preguntas teológicas especulativas se arreglarán, los otros problemas también, a su debido tiempo, pero mientras tanto ¡hagan la obra de Dios!

El trabajo duro de la misión tiene un resultado sanador. Todos los problemas que nos distraen usualmente son pequeños en comparación con las necesidades de la misión. Comprometerse con el sufrimiento humano nos ayuda a olvidarnos de nosotros mismos. La experiencia de Juan Wesley, algo nos tiene que enseñar aquí. Como pastor joven era lo que un autor ha llamado "un pietista compulsivo". Siempre estaba preocupado por su salvación y por el nivel de santidad que había alcanzado cada día, aun cada hora. Siempre estaba midiendo su temperatura espiritual. Su mirada era hacia sí mismo, preocupado por sí mismo. Aun después de la experiencia de conversión en Aldersgate seguía pensando en sus sentimientos de frialdad espiritual. Lo que lo cambió fue su experiencia en Bristol, en 1739, al predicar al aire libre a los mineros y a los otros pobres del país. En el Diario que escribió se nota la diferencia. Se refiere menos a sí mismo. La inmersión en la misión que Dios le había preparado lo libró de su ensimismamiento. Su trabajo se convirtió en una experiencia liberadora.

Con la iglesia suele ocurrir lo mismo. La solución de nuestros problemas internos, de nuestras divisiones y debilidades es "ponemos a trabajar". En vez de mirar hacia adentro, o hacia el cielo como los varones galileos, miremos hacia el mundo. Inmersos en el trabajo de la misión hay sanidad. La mies es mucha, los obreros pocos. ¡Vayamos a trabajar!

Y tenemos la ayuda de Dios: "Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos". Comenzando con el lugar donde vivimos y "hasta lo último de la tierra". Amén.

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