Privilegios
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Pensé en el Tatita Dios
en su calidez, en su cariño de papá bueno,
en la ternura de sus cuidados.
Y como velas encendidas, las estrellas
bailaron danzas celestiales,
y al través de ellas
cual nostalgia enamorada
que observa la lluvia en los cristales,
vi al Tatita Dios gozándose
en su creación,
en los coloridos montes,
en las claras aguas patagónicas,
en la chacra de mi valle;
en sus manzanas fragantes de vida,
de resurrección.
Lágrimas emocionadas brotaron de mis ojos,
la paz interior me embargaba
y el perfume de los trigales dorados
llegó a mi alma.
Un castillo de sueños se vislumbró en mi retina
y el solemne silencio de un casamiento
me impulsó a cantar loores.
Recosté mi cabeza en el regazo de mi madre,
su ternura me daba aliento;
seguiré adelante en este sinuoso camino,
camino que con amor
se transformó en una siembra
de sonrientes flores.
El Tatita Dios se goza de su creación,
en la risa de los niños,
en la férrea voluntad
de los que diariamente soñamos
en mejorar la vida.
Sentí claramente sus caricias
y la tranquilidad de honrar su milagro,
cerré mis ojos con la placidez
del fin de un hermoso día.
Gracias Señor por este privilegio.
en su calidez, en su cariño de papá bueno,
en la ternura de sus cuidados.
Y como velas encendidas, las estrellas
bailaron danzas celestiales,
y al través de ellas
cual nostalgia enamorada
que observa la lluvia en los cristales,
vi al Tatita Dios gozándose
en su creación,
en los coloridos montes,
en las claras aguas patagónicas,
en la chacra de mi valle;
en sus manzanas fragantes de vida,
de resurrección.
Lágrimas emocionadas brotaron de mis ojos,
la paz interior me embargaba
y el perfume de los trigales dorados
llegó a mi alma.
Un castillo de sueños se vislumbró en mi retina
y el solemne silencio de un casamiento
me impulsó a cantar loores.
Recosté mi cabeza en el regazo de mi madre,
su ternura me daba aliento;
seguiré adelante en este sinuoso camino,
camino que con amor
se transformó en una siembra
de sonrientes flores.
El Tatita Dios se goza de su creación,
en la risa de los niños,
en la férrea voluntad
de los que diariamente soñamos
en mejorar la vida.
Sentí claramente sus caricias
y la tranquilidad de honrar su milagro,
cerré mis ojos con la placidez
del fin de un hermoso día.
Gracias Señor por este privilegio.