Prisioneros de la necesidad
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Pregunte a su hermano de junto si acaso no tiene alguna necesidad. Pregunte que le hace falta para ser feliz y para estar contento.
"Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores (1Timoteo 6: 6-10)
En el mundo empresarial, en el mundo financiero, en el mundo materialista, que desafortunadamente hoy vivimos, estas palabras no hayan cabida, la mayoría de las personas andan a ritmo presuroso en pos de bienes materiales, que no se dan cuenta que al hacer eso corren de manera insensata a sus propias celdas o calabozos, para “vivir” ahí, recluidos por el restos de sus vidas si es que no se dan cuenta que por su constante afán por tener más y más han quedado recluidos como prisioneros de la necesidad.
Hace poco en el periódico "Charlotte Observer" miraba un interesante artículo referente a la metas y proyectos que tenían miles de estudiantes, me llamó la atención porque ese artículo tenía como titulo: “La era de los muertos vivientes”, titulo muy apropiado si miramos sin apasionamiento que es la verdad de aquellas personas que únicamente les mueve el deseo de tener y tener más y más, sin importar que en ese desenfrenado deseo poco o nada disfruten de lo que en realidad vale la pena y que puede ser sin lugar a dudas:
El vivir la vida diaria. El deleitarse en Dios. El disfrutar de momentos significativos con la familia. El disfrutar de cada día las maravillas naturales que Dios no da como lo son los hermosos paisajes y toda la creación que Dios nos da para disfrutar de ella.
Ese artículo decía que:
Un reportero del periódico fue a la Facultad de Administración de empresas de la Universidad de Duke, para investigar las metas y ambiciones de los alumnos que estudiaban para obtener su maestría en administración de empresas. Con muy pocas excepciones, éstas eran sus metas: dinero, poder y cosas, Y aquellos estudiantes querían cosas muy grandes como casas para
vacacionar, automóviles costosos, yates y aviones.
Su principal interés era su carrera y el crecimiento de sus inversiones financieras. Sus planes personales daban muy poco lugar a Dios, al crecimiento espiritual, a la familia, al desarrollo intelectual, a la responsabilidad social, o incluso a la administración más efectiva.
El reportero procedió a citar a un psicólogo llamado Eric Braun, que hizo una de las preguntas más penetrantes que he escuchado en mucho tiempo...
Observando a las personas que piensan que sus vidas consisten en la abundancia de sus posesiones, el Dr. Braun preguntó: " Si yo soy lo que poseo y lo que yo poseo se pierde, entonces ¿Quién soy?
Esta es la razón por la cual las personas se arrojaron de los edificios durante el período de la Gran Depresión de los Estados Unidos.
Ellos equipararon lo que eran con lo que poseían, y cuando perdieron sus posesiones, no quedó nada. Si usted quiere ver lo que en realidad posee y lo que es en realidad, haga cuentas de todo lo que tiene que el dinero no puede comprar, ni la muerte le pueda arrebatar y entonces sabrá cuáles son sus verdaderas riquezas. (Dr. Adrián Rogers)
Es por ello muy acertado lo que dice el Proverbios 13:7 "Hay quienes se hacen ricos, y no tienen nada: Y hay quienes se hacen pobres, y tienen muchas riquezas"
El afán, la ansiedad, la preocupación por tener y tener han metido en cárceles emocionales a muchas personas, y no me refiero exclusivamente a aquellas personas que corren tras el dinero.
Miremos juntos la prisión más sobre poblada del mundo. Tiene más internos que literas. Más prisioneros que platos. Más prisioneros que recursos.
Es la prisión más opresiva del mundo, pregunte a los internos ellos le contarán. Trabajan demasiado y comen mal. Sus muros están desnudos y sus literas son duras.
Aunque usted no lo crea, ninguna cárcel del mundo entero está tan superpoblada como esta ninguna es tan opresiva, y lo peor ninguna prisión es tan permanente.
La mayoría de los internos jamás salen. Nadie se puede fugar. Nunca logran la libertad. Tienen que cumplir una sentencia de por vida en este centro superpoblado y desabastecido.
¿El nombre de la prisión? Lo mirará desde la distancia de centímetros o metros o hasta a miles de kilómetros. Sobre el enorme portón en forma de arco están las letras fundidas en hierro que forman
su nombre: NECESIDAD
La prisión de la necesidad, ha visto sus prisioneros. Ellos tienen necesidad, siempre necesitan algo, esos presos parecen a los hijos de la sanguijuela de la cual nos habla el libro de Proverbios 30:15 que dice La sanguijuela tiene dos hijas que dicen: ¡Dame! ¡Dame! La sanguijuela como usted bien sabe es un animalito acuático que se pasa la vida succionando la sangre de los seres vivientes que sorprende, sanguijuela también se dice de aquella persona que no tiene llenadero y una persona que no tiene llenadero por consecuencia poco disfruta de una vida plena ¿Por qué? Porque nada le satisface, nada le llena. Tiene necesidad tras necesidad.
Es por ello que la prisión de la necesidad, ha visto sus prisioneros. Tienen “necesidad” siempre necesitan algo.
Quiere al más grande. Quieren algo más hermoso. Quieren algo más bonito. Quieren algo más rápido. Quieren algo más delgado. Quieren algo más espectacular. Quieren algo más llamativo. Quieren una mejor figura. Quieren algo más musculoso o placentero. Necesitan, necesitan y siguen necesitando.
No es mucho lo que necesitan. Sólo quieren una cosa. Un nuevo trabajo. Un nuevo automóvil. Una nueva casa. Una nueva esposa. Un nuevo marido. Un nuevo novio. Una nueva novia. No quieren mucho. Sólo una cosa.
Dicen ellos que con una sola cosa más serán felices. Y tienen razón: serán felices. Pero momentáneamente porque:
Cuando tengan «una cosa» saldrán de la prisión.
Entonces sucede algo. El olor a carro nuevo se desvanece.
El nuevo empleo se envejece.
Los vecinos compran un televisor más grande. Y ellos quieren uno mucho más grande.
La nueva esposa tiene malos hábitos. El nuevo cónyuge no es tan afectuoso. La chispa se esfuma, y antes que usted se dé cuenta, otro ex convicto quebranta su palabra y regresa a la prisión.
¿Está usted en la prisión?
¿Cómo saberlo?
¿Cómo saber si se esta o no se esta en prisión?
Es fácil demasiado fácil el saberlo:
Sí, si se siente mejor cuando tiene más y peor cuando tiene menos. Se es prisionero.
Sí, si su gozo está a una entrega de distancia, a un traslado de distancia, a un premio de distancia o a una renovación de distancia. Se es prisionero. Si su felicidad procede de algo que deposita, conduce, bebe o come.
Hay que reconocerlo se está en una cárcel, la cárcel de la necesidad.
Esa es la mala noticia.
La buena es que tiene una visita. Y su visita tiene un mensaje que puede darle la libertad. Vayamos a la sala de visitas.
Tomemos asiento, y veamos al otro lado al salmista David.
Nos hace señas para que nos inclinemos hacia él. Tengo un secreto que contarles, susurra, «el secreto de la satisfacción, y abre su boca y de manera emotiva y sublime dice: “Jehová es mi pastor nada me faltará”» (Salmo 23.1).
David ha encontrado los pastos donde va a morir el descontento. Es como si dijera: «Lo que tengo en Dios es más grande que lo que no tengo en la vida».
¿Usted piensa que podemos aprender a decir lo mismo?
Si no nos centramos en lo que en verdad es aprender a vivir, como el disfrutar de la vida espiritual, el congregarnos, pero congregarnos con gusto, con deleite. El disfrutar de la familia, el pasar tiempo juntos, el dedicarle tiempo al cónyuge, el salir a pasear únicamente los dos cónyuges, el irse a tomar un café, el ir a mirar una buena obra de teatro, el dedicarle tiempo a los amigos, no el que le sobra, sino el que usted apartó con anticipación para ellos. El gustar de una buena película, el disfrutar juntos de cosas sencillas que nos da la vida diaria, el aprender a disfrutar a los hijos, a los familiares. El llorar y reír juntos, si no tenemos eso no tenemos nada.
Ya que si no aprendemos a tener contentamiento con lo esencial siempre viviremos frustrados, estresados, angustiados, enfadados, de mal humor, y eso tarde o temprano va deteriorando las relaciones familiares y también va acortando nuestra salud y por ende nuestra vida.
Siendo honestos con nosotros mismos, ¿Nos conformaríamos únicamente con ser amados? ¿En verdad?
Cuando le preguntaron a Garrison Keillor, escritor y humorista estadounidense, si creía que, en el fondo, lo único que todos queremos es ser amados, respondió:
“No, queremos ser ricos, queremos ser admirados, queremos reconocimiento, queremos comer como leones y estar flacos como serpientes.
Deseamos que los niños nos pidan autógrafos, y tomar medicinas mágicas que nos relajen y nos vuelvan ingeniosos y sensuales. Pero, como no podemos tener todo eso, nos conformamos con que nos amen”
Que gran verdad. Gastamos nuestra vida detrás de cosas que parecen imposibles de alcanzar todas juntas y a la final tenemos que volvernos para buscar lo que está más cerca de nosotros. Fuimos hechos para amar y ser amados.
El mejor regalo que Dios nos ha dado ha sido su amor expresado corporalmente en su hijo. Decidamos no desesperarnos tras lo que quizá nunca logremos y volvámonos a aquel que está cerca de nosotros, Dios, y entonces estaremos más cerca de nuestros semejantes.
Y entonces aprenderemos a disfrutar de todo lo demás, y cuando digo todo lo demás, va incluido tanto la buena salud, como la mala, la abundancia y escases, la alegría y la tristeza. Los momentos de bonanza como los momentos de dolor. El momento del nacimiento como el momento de la muerte. El apóstol Pablo bien que sabía de todo esto: Filipenses 4:11-13 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
David al decir que Dios era su Pastor y que nada le faltaría, había encontrado los pastos verdes que harían morir el descontento, es como si dijera: Lo que tengo en Dios es más grande que lo que no tengo en la vida.
Pablo dijo que todo lo podía en Cristo que lo fortalecía.
¿Piensa usted que podríamos aprender a decir lo mismo?
Hagamos una ligera comparación:
Piense por un momento en lo que tiene, haga un recuento mental de todo lo que a acumulado, piense en la casa que tiene propia o rentada, piense en lo que tiene dentro de su casa: refrigerador. Estufa. Cama. Comedor. Sala. Vajilla. Batería. Lavadora. Licuadora. La herramienta, los utensilios para la cocina. Ropero o closet, ahora piense en lo que tiene dentro de ese closet ¿Cuántas blusas o camisas tiene? ¿Cuántas faldas o pantalones tienen? ¿Cuántos pares de zapato o zapatillas tienen? ¿La despensa? El dinero que ha ahorrado. El coche o los coches que conduce. Piense en las joyas que ha comprado o heredado. Vea todo lo que ha acumulado.
¿Verdad que tiene muchas cosas? ¿O tiene pocas?
¿Verdad que tiene muchas cosas? Pero ¿Verdad que aun le faltan más? ¿Verdad que aun va por más? ¿Verdad que todavía no está satisfecho? ¿Verdad que tenemos muchas necesidades?
Piense por un momento en todo lo que ha acumulado, piense en todo lo que
tiene, ahora piense en todo lo que le hace falta.
Y ya que pensó permítame recordarle dos verdades bíblicas.
La primera y no creo que le guste lo que le voy a decir: Lo que tiene o lo que tenemos no es suyo, no es nuestro.
Pregúntele a cualquier médico forense. Pregúntele a cualquier embalsamador. Pregúntele a cualquier encargado de la funeraria, y le van a decir que los difuntos nada se llevaron consigo.
Cuando murió uno de los hombres más ricos de la historia Rockefeller, le preguntaron a su contador: ¿Cuánto dejó Rockefeller? Y la respuesta del contador fue: TODO
Eclesiastés 5:15 Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.
De todo eso, nada es suyo. ¿Y sabe algo más acerca de esas cosas? Las cosas no son usted, usted no es valioso para Dios por lo que tenga o deje de tener, ni por su servicio, ni por su ministerio, ni por su excelencia, ni por su pulcritud:
Ella era una niña muy propia, dedicada a todo lo que hacía, era perfeccionista un día que hicieron empanadas en su casa, decidió llevarle a su abuelo unas de ellas, de manera que salió hacía el corral en donde su abuelo tenía los caballos.
Llegó a la reja y poco a poco comenzó a escalarla, después de mucho trabajo se dio cuenta que había llegado hasta la parte de arriba, pero al llegar ahí no podía sostenerse con las dos manos y de pronto sucedió lo inevitable. ¡Cayó!
Dice esta jovencita que lo único que recordó fue haberse golpeado contra el duro suelo con un golpe seco. Lo otro que recordaba es ver las empanadas aplastadas junto a ella. El abuelo llegó a su lado como en unos diez segundos luego de caer al suelo. Ella estaba absolutamente histérica. Él la recogió y la sostuvo, diciéndole que todo estaría bien y preguntándole si estaba herida.
Sin embargo ella en todo lo que podía pensar era en las empanadas aplastadas.
Le tomó muchos años aprender la lección de aquel día. La verdad es que a su abuelo no le importaban en absoluto las empanadas. Le importaba ella.
Aprendió esto solamente cuando se dio cuenta que esa es la misma manera en que Dios se comporta con nosotros.
Estamos todos preocupados por las empanadas que hemos hecho y que le traemos a Él… tales como nuestros logros, nuestras buenas calificaciones, nuestros certificados, nuestros títulos, nuestras buenas obras y nuestros ministerios.
Pero la realidad es que a Él no le importan nuestros empanadas ¡le importamos
nosotros! Y en realidad no le importa si nuestras empanadas quedan aplastadas en el camino o si nunca fueron perfectas o si quedaron en primer lugar.
Todo lo que le importa es sostenernos para preguntarnos cómo nos sentimos, dónde nos duele, y abrazarnos hasta que nos sintamos mejor.
De manera que las cosas no somos nosotros.
Lo que usted es nada tiene que ver con su alto grado de estudios, nada tiene que ver con su titulo, con su oficio, con su profesión, nada tiene que ver con su cuenta bancaria, ni sus bienes materiales, y nada tiene que ver con la ropa que usa ni con el carro que conduce.
Desafortunadamente muchas personas están tan ávidas de tener y de tener, que no se dan cuenta que en ese lapso, olvidan lo principal: Su relación con Dios, su vida espiritual, su vida familiar, su vida con sus amistades, incluso olvidan disfrutar de las cosas sencillas y a la vez majestuosas que nos ofrece la creación de Dios, como pueden ser el contemplar un amanecer, un atardecer, la vegetación en fin.
Esto me hace recordar a aquel joven que no estaba contento con lo que tenía de manera que emprende un largo viaje para ser aconsejado de cómo obtener el contentamiento:
Se dice que:
Cierto mercader envió a su hijo para aprender el secreto del contentamiento con el más sabio de todos los hombres. El joven anduvo durante cuarenta días por el desierto hasta llegar a un hermoso castillo, en lo alto de una montaña. Allí vivía el sabio que buscaba.
Sin embargo, en vez de encontrar aun hombre santo, entró en una sala y vio bastante actividad. Mercaderes que entraban y salían, personas conversando en los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves y una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región del mundo. El sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas hasta que le llegó el momento de ser atendido.
El sabio escuchó atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el secreto del contentamiento. Le sugirió que diese un paseo por su palacio y volviese dos horas más tarde. ¡Ah! pero quiero pedirle un favor, completó el sabio, entregándole una pequeña cucharita, en la que dejó caer dos gotitas de aceite, mientras estés caminando, llévate esta cucharita, cuidando de que el aceite no se derrame.
El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio, manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara, pasadas las dos horas, retornó a la presencia del sabio.
¿Qué tal? Preguntó el sabio. ¿Viste los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste el jardín que el maestro de los jardineros tardó diez años en crear? ¿Reparaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca?
El joven avergonzado, confesó que no había visto nada. Ya que su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el sabio le había confiado.
Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo -dijo el sabio-
Ya más tranquilo, el joven cogió nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar, de regreso a la presencia del sabio, le relató detalladamente todo lo que había visto.
¿Pero en dónde están las dos gotas de aceite que te confié? –Preguntó el sabio-
El joven miró la cuchara y se dio cuenta de que las había derramado.
Pues éste es el único consejo que tengo para darte le dijo el sabio: “el secreto de la felicidad esta en mirar todas las maravillas del mundo, pero nunca olvidarse de las gotas de aceite en la cuchara, y es muy cierto las personas pueden adquirir viajar, contemplar, pero jamás olvidarse de las gotas de aceite que están en la cuchara las cuales son Dios y la familia, ¿Por qué, de que nos sirve tener muchas posesiones o afanes si no tenemos o no disfrutamos de lo principal?
Jesús nos los dijo de manera muy clara en la segunda parte de Lucas 12:15 Y les dijo: porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
En la morada de Dios no somos conocidos como el tipo del traje hermoso, ni como la mujer de la casa grande, ni como el señor de la cuenta bancaria, ni como el dueño de muchas propiedades, ni como el muchacho de la bicicleta nueva.
Dios conoce nuestro corazón 1er libro de Samuel 16:7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho porque Jehová no mira lo que mira el hombre pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
Cuando Dios piensa en nosotros, se fija en nuestro caminar cristiano, en nuestra entrega, en nuestra perseverancia en las cosas espirituales, en nuestra compasión, en nuestra devoción, en nuestra ternura o ligereza de mente, pero no en nuestras propiedades, mucho menos en nuestra apariencia.
Y cuando nosotros pensamos en nosotros mismos, no debiéramos hacerlo de otro modo.
Porque si nos definimos por las cosas que tenemos. Entonces nos sentiremos bien cuando tenemos mucho y nos sentiremos mal cuando tengamos poco.
El contentamiento viene cuando sinceramente podamos decir con Pablo Filipenses 4:11-12……he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia.
Dug podía decir esto a la edad de treinta y dos años a se le diagnosticó esclerosis múltiple. Los dieciséis años siguientes le costaron su carrera, su movilidad y finalmente la vida.
Debido a la esclerosis múltiple no podía comer por sí mismo ni caminar combatió la depresión y el temor.
A través de todo esto, nunca perdió el sentido de la gratitud. La evidencia de esto es su lista de oración. Los amigos de su congregación le pidieron que compilara una lista de sus peticiones para interceder por él. Su respuesta incluía dieciocho bendiciones por las que estaba agradecido, y seis preocupaciones por las cuales orar. Sus bendiciones superaban a sus necesidades por tres a una.
Doug había aprendido a estar contento.
Lo mismo ocurrió con la leprosa en la isla de Tobago. Un misionero la conoció en un viaje de trabajo.
En el día final, él conducía la adoración en una colonia de leprosos. Preguntó si alguien tenía una canción favorita.
Cuando hizo la pregunta, una mujer se volvió y dejó ver el rostro más desfigurado que se haya visto. No tenía orejas ni nariz. Los labios habían desaparecido. Pero levantó una mano sin dedos y preguntó: « ¿Podemos cantar “Cuenta las riquezas que el Señor te da”?»
El misionero comenzó a cantar, pero no pudo terminar por la enorme emoción que le embargaba. Después alguien comentó: «Supongo que nunca podrá volver a cantar esa canción». «No» respondió, «la cantaré nuevamente, pero nunca de la forma en que lo hacía antes».
¿Espera que un cambio de circunstancias traerá un cambio en su actitud? Si es así, usted está en prisión, y necesita aprender un secreto para aligerar su forma de vida.
Comprendamos Lo que tenemos en El Señor que es nuestro Pastor es mayor que lo que no tenemos en la vida.
Mire sus manos y por lo menos cuente con ellas las bendiciones que ya haya recibido. Se dará cuenta que no le alcanzan los dedos para contarlas.
Permítame entrometerme un momento, ¿Qué cosa especifica se interpone entre usted y el gozo?
Diría usted seré feliz cuando…. ¿Cuándo que? ¿Cuando sane? ¿Cuándo sea jefe? ¿Cuándo obtenga mi titulo? ¿Cuándo me case? ¿Cuándo enviude? ¿Cuándo este acompañado? ¿Cuándo este solo? ¿Cuándo sea rico? ¿Cuándo tenga más propiedades? ¿Cuándo tenga una casa más grande? ¿Cuándo se llene la iglesia?
¿Qué necesitamos?
Con su respuesta bien en mente, responda a esto si no se logra cristalizar, si no se logra hacer realidad su sueño, si su situación nunca cambia ¿Podría ser feliz? Si dice que no, esta durmiendo en la fría mazmorra del descontento. Esta preso, y necesita saber lo que tiene en su Pastor con mayúsculas.
Pocas veces la persona expresa su contentamiento, más bien expresa su disconformidad.
Si está soltero anda quejándose porque no se ha casado, si es casado anda quejándose porque es casado, si no tiene dinero anda quejándose porque no lo tiene, y si tiene anda quejándose porque lo gasta.
En verdad que tenemos en abundancia y sin embargo nos quejamos y al quejarnos no valoramos:
Anoche una persona soñó que estaba en el Cielo y que un ángel le servía de guía para mostrarle los alrededores. Caminaba lado a lado a través de un largo salón de trabajo lleno de ángeles. Un ángel guía se detuvo enfrente de la primera sección y dijo:
"Esta es la sección de Peticiones. Aquí todas las peticiones hechas a Dios en oración son recibidas. Miró alrededor del área, estaban extremadamente
ocupados y eran tantos los ángeles sorteando las peticiones de todas las partes del mundo que quedó impresionado.
Luego pasaron a través de un largo corredor hasta que llegaron a la segunda sección.
El ángel le dijo entonces: "Esta es la sección de empaque y despacho".
Aquí, la gracia y las bendiciones que fueron solicitadas por las personas, son procesadas y entregadas a aquellos seres vivos que las pidieron.
Notó cuan ocupados estaban allí también. Había muchísimos ángeles trabajando muy duro, eran muchas las bendiciones siendo enviadas a la tierra.
Finalmente, en el punto más lejano del corredor se detuvieron en una puerta de una sección muy pequeña. Para su gran sorpresa, había solo un ángel sentado allí, y con muy poco que hacer. "Este es el cuarto de confirmación de
recibo", le informó el ángel. El cual parecía un poco apenado.
- ¿Como es que hay tan poco trabajo aquí?, le preguntó.
- "Muy triste", suspiró el ángel.
"Luego de que las personas reciben las bendiciones que solicitaron muy pocos envían la confirmación de recibo de vuelta".
¿Y "Como se debe confirmar el recibo de una bendición?" Le preguntó al ángel.
- "Muy simple", me contestó.
"Solo tienes que decir "Gracias, Dios".
Le preguntó al ángel:
¿Y cuáles deben ser confirmadas?- "Si tienes comida en tu nevera, ropa con que vestir, un techo y un lugar para dormir... eres más rico que el 75% de este mundo."
"Si tienes dinero en el banco, en tu cartera, y monedas sueltas en tu alcancía, estás en el 8% de la riqueza del mundo."
"Y si tienes tu propia computadora, eres parte del 1% en el mundo que tiene esa oportunidad."
Además......
"Si te levantaste esta mañana con más salud que enfermedad... tu estás más bendecido que muchos que no llegarán ni siquiera a sobrevivir este
día..."
"Si nunca has experimentado miedo en una batalla, soledad en encerramiento, la agonía de la tortura, o el dolor de morir de hambre... estás sobre
700 millones de personas de este mundo.
"Si puedes asistir a una iglesia, sin miedo a sufrir hostigamiento, arresto, tortura o la muerte... eres envidiado por eso y más bendecido que 3
billones de personas de este mundo.
Pero verdad ¿Qué todavía queremos más?
Luego en lugar de cristianos parecemos indigentes, ¿Nos hemos dado cuenta que tenemos todo para estar contentos y satisfechos? Enumere:
Tenemos un Dios que nos escucha y que también nos responde.
Tenemos su amor. Tenemos su Espíritu Santo que vive en nosotros. Esperamos tierras nuevas y cielos nuevos. Tenemos la gracia a nuestro favor cuando le hayamos fallado. Dirección para cada decisión, tenemos luz para los momentos oscuros. Tenemos una torre fuerte para los momentos de tormenta o de angustia. Tenemos todo lo que necesitamos.
¿Y quién nos los podrá arrebatar? ¿Acaso puede el cáncer infectar nuestra salvación? ¿Puede el que no tengamos dinero empobrecer nuestras oraciones? Un huracán, un terremoto, alguna inundación puede quitarnos nuestra habitación terrenal, pero, ¿Nos quedaremos sin nuestro lugar celestial?
Miremos nuestra posición, ¿Por qué clamar por prestigio y poder? ¿Acaso no hemos recibido el privilegio de formar parte de la obra más grande de la historia?
A un pastor cuando se le pidió en una reunión importante que describiera su función y profesión dijo:
Pertenezco a una empresa mundial, tenemos sucursales en todos los países del mundo, tenemos representantes en casi todos los parlamentos y salas ejecutivas de la tierra. Nos dedicamos a la motivación y la alteración de la conducta. Tenemos hospitales, comedores, universidades, casas para ancianos. A nuestros asociados los cuidamos desde su nacimiento hasta su muerte. Ofrecemos seguros de vida, y de vida eterna, realizamos trasplantes de corazón.
Nuestro fundador es dueño de todos los bienes de la tierra, más una inmensa variedad de galaxias y constelaciones, lo sabe todo y vive en todo lugar. Nuestro producto se entrega gratis a todo el que lo pide, no existe la cantidad suficiente para adquirirlos por ello es gratis.
Nuestro jefe ejecutivo nació en una aldea campesina, fue carpintero, no fue dueño de una casa, su familia no lo comprendía y sus enemigos lo odiaban, caminó sobre las aguas, lo condenaron a muerte sin celebrarle un juicio, lo humillaron, lo crucificaron y lo mataron más resucitó de entre los muertos, y a pesar de sus inmensas actividades puedo hablar con Él todos los días a la hora y el tiempo que yo quiera.
Si podemos decir lo mismo, ¿No tenemos razón para estar contentos?
Un hombre demasiado triste llegó a la oficina pastoral para pedir consejería estaba en medio de un colapso financiero.
¡Lo he perdido todo! Se quejó.
¡Ah! Lamento de todo corazón que haya perdido su fe.
No, rectificó el hermano, no he perdido la fe.
De acuerdo, entonces lamento que haya perdido a su familia.
No, rectificó el hermano, no he perdido a mi familia.
Lamento que haya perdido su salud.
No, rectificó el hermano, no he perdido la salud.
De acuerdo entonces lamento que haya perdido su carácter.
No he dicho eso, corrigió, aun conservo mi carácter.
Me duele saber que ha perdido la salvación.
No es lo que dije objetó el hombre, no he perdido la salvación.
Entonces el ministro dijo:
Si todavía tiene su fe, su carácter, su familia, su salvación, me parece que no ha perdido ninguna de las cosas que en realidad valen.
Si estamos descontentos estamos en prisión, y si estamos en prisión es hora de salir de ella, olvídese de lo material de las cosas superfluas, ahora bien haga su mejor esfuerzo pero no olvide lo principal.
¿Qué se gana con el contentamiento? Puede ganar su matrimonio, puede ganar horas preciosas con sus hijos, puede ganar respeto por si mismo, puede ganar gozo, pero sobre todo puede ganar una vida dedica a Dios. Y puede ganar en la fe para decir: “El Señor es mi Pastor nada me faltará”
Haga un inventario final y se dará cuenta que tiene todo para tener contentamiento:
Hoy viajando en el autobús
Hoy, viajando en un autobús vi una hermosa muchacha con cabello de oro, y expresión de alegría envidié su hermosura.
Al bajarse, la vi cojear. Tenía solo una pierna, y apoyada en su muleta, sonreía.
Perdóname Señor, cuando me quejo. Tengo dos piernas, y Tú estás conmigo.
Fui después a comprar unos dulces Me atendió un muchacho encantador. Hablé con él parecía tan contento que aunque se me hubiera hecho tarde no me hubiera importado, ya que al salir, oí que decía:
Gracias por charlar conmigo.... es Usted tan amable, es un placer hablar con gente como usted......... como ve, yo soy ciego...
Perdóname Señor, cuando me quejo. Puedo ver, y Tú estás conmigo.
Más tarde, caminando por la calle vi a un pequeño de ojos azules, que miraba jugar a otros niños, sin saber qué hacer. Me acerqué y le pregunté: ¿Por qué no juegas con ellos? Siguió mirando hacia delante sin decir una palabra: entonces comprendí que no escuchaba.
Perdóname Señor, cuando me quejo. Puedo escuchar, y Tú estás conmigo.
Tengo piernas para ir a dónde quiero...Ojos, para ver los colores del atardecer... Oídos para escuchar las cosas que me dicen.
Perdóname Señor, cuando me quejo. Contigo lo tengo todo, y Tú estás conmigo.
No le digamos a Dios cuan grande es nuestro problema...... Digámosle a nuestro problema ¡cuan grande es nuestro Dios!