Palabras para un abuelo cristiano
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Esta carta fue enviada por Cristian Rautenberg, pastor de la Iglesia Evangélica Luterana en Chile, en homenaje a su abuelo el Rvdo. Guillermo Federico Rautenberg, fallecido el 26 de septiembre de 2002.
Opa:
Desde temprana edad el Señor te escogió
para llevar su palabra salvadora a los que no la tenían.
Los vivos que hoy te velamos somos testigos de eso que transmitiste a tus hijos y a nosotros: la fe en Jesús.
Tuviste una larga vida, llena de falencias en lo material, y con un cuerpo que se corrompió hasta que no pudo más, pero llena del amor de Dios que te dio el don de hablar de ese amor.
Eras capaz de viajar kilómetros para enseñar
a unos pocos lo que Dios hizo por todos.
Escribiste una larga cantidad de sermones
que, por la palabra de Dios viva y eficaz trasmitieron, con la ayuda de su Espíritu, luz y vida a los que te escucharon.
Hoy desde la distancia sabemos que estás en su luz, gozando plenamente de su presencia eterna, la que pretendemos alcanzar por la sola gracia divina.
Sabemos que muchas veces el recuerdo de las personas, que ya no están, se marchita como se marchitarán las flores que hoy llenan tu tumba.
Pero la palabra de Dios, que permanece para siempre, llena de color nuestras vidas en la esperanza de una primavera que durará eternamente.
Gracias porque en ti pudimos ver como todas las cosas son para el bien de los que aman a Dios en Cristo Jesús.
Tus nietos.
Opa:
Desde temprana edad el Señor te escogió
para llevar su palabra salvadora a los que no la tenían.
Los vivos que hoy te velamos somos testigos de eso que transmitiste a tus hijos y a nosotros: la fe en Jesús.
Tuviste una larga vida, llena de falencias en lo material, y con un cuerpo que se corrompió hasta que no pudo más, pero llena del amor de Dios que te dio el don de hablar de ese amor.
Eras capaz de viajar kilómetros para enseñar
a unos pocos lo que Dios hizo por todos.
Escribiste una larga cantidad de sermones
que, por la palabra de Dios viva y eficaz trasmitieron, con la ayuda de su Espíritu, luz y vida a los que te escucharon.
Hoy desde la distancia sabemos que estás en su luz, gozando plenamente de su presencia eterna, la que pretendemos alcanzar por la sola gracia divina.
Sabemos que muchas veces el recuerdo de las personas, que ya no están, se marchita como se marchitarán las flores que hoy llenan tu tumba.
Pero la palabra de Dios, que permanece para siempre, llena de color nuestras vidas en la esperanza de una primavera que durará eternamente.
Gracias porque en ti pudimos ver como todas las cosas son para el bien de los que aman a Dios en Cristo Jesús.
Tus nietos.