Image

Palabras introductorias a la Santa Cena

0

Hagamos nuestras en este momento de la Comunión las palabras de esta canción que es una oración de entrega a Dios:

Sí, sí, sí, yo diré que sí, lo que sea que me pidas,

Sí, diré que sí

Lo que sea que me pidas, te diré que sí

Ve, Señor, yo iré

Tú lideras y yo te seguiré. Donde quiera que me llames, Señor, iré.

Sé que me sostendrás mañana.

Señor, haz de mí un gran Sí.

Donde sea que este camino nos lleve. Incluso si somos solo nosotros.

Me rindo, Señor, mi respuesta es sí.

Señor, te diré que sí.

Tú lideras y yo te seguiré

Sé que me sostendrás mañana.

Señor, haz de mi vida un gran sí.

Lo que me pidas, diré que sí. Lo que me pidas, voy a decir que sí. 


Pan y vino que se multiplican

El Evangelio no es una cosa del pasado, el Evangelio está ocurriendo hoy. Por eso nos hacemos uno con aquel grupo de amigos que recibió de Jesús el pan y el vino con el pedido expreso suyo que le recordáramos siempre cada vez que lo comamos y bebamos.

Y asimismo creemos que así como Jesús multiplicó los panes y los peces de aquel niño que generosamente los puso a los pies de Jesús, Él podrá multiplicar a partir de este pequeño trozo de pan y de este sorbo de vino por la acción del Espíritu Santo, en esta semana y en todo el tiempo que el quiera, nuestras ganas de vivir, nuestra capacidad para amar y nuestra fe y esperanza en todo lo bueno que Dios querrá hacer en nosotros y en este mundo suyo.


La oveja perdida

Jesús contó una vez la historia de la oveja perdida. Esa ovejita torpe, con poco sentido de la orientación que ha perdido el camino y se ha extraviado. Pero tiene un pastor que deja a las otras, que deja todo hasta hallarla. Hay aquí en esta parábola algo que podemos conectar con lo que hacemos cada vez que participamos de la comunión. En la comunión Jesús viene a nosotros, a los que hemos perdido el camino y nos hemos extraviado, a los que a veces nos sentimos solos e incomprendidos, a los que alguna vez nos hemos preguntado qué va a ser de nosotros.

La oveja perdida representa esa parte perdida de nuestro ser. En la comunión, Jesús nos encuentra, nos carga sobre sus hombros, como hacen los buenos pastores, nos lleva a casa al lugar donde pertenecemos. Cuando en la Comunión comemos su cuerpo, Jesús nos toma en sus propios hombros y nos lleva al hogar para participar de su propia comida gozosa. 

Por eso la Santa Cena como la conocemos es un banquete que expresa el gozo de haber sido encontrado por Jesús, de que Cristo ha unido las partes extraviadas de nuestra persona, devolviéndoles de este modo su integridad y salud. Así expresamos este estar en casa y ya nadie podrá arrebatarnos de sus manos. En la comida se reencuentra lo que hemos descuidado y perdido.

Por Cristo nos hacemos uno con Él, uniendo lo más profundo de nosotros con lo más íntimo de Jesús.  


La imagen de nosotros mismos

Cada vez que nos acercamos a la mesa de comunión lo hacemos con una determinada imagen de nosotros mismos, con una determinada interpretación de lo que somos, de cómo es el curso de nuestra vida. En la Mesa de Comunión somos invitados a confrontar esta imagen con la que Dios tiene de nosotros de acuerdo a lo que nos dice el Evangelio. Somos seres amados por Dios, valiosos para Dios. Solo así, viéndonos a nosotros mismos como Dios nos ve podrá nuestra vida tener un sentido nuevo y la Mesa de comunión será mesa de transformación. Mesa para cambiar nuestro estado de ánimo, nuestras motivaciones.

Pero al confrontarnos a nosotros mismos nos encontramos que existen áreas de nuestra vida sin transformar donde necesitamos que Cristo ingrese plenamente en nosotros a fin de que todo nuestro ser sea tocado por la vida, la muerte y la resurrección de Jesús, contagiado por la vida de Cristo. 

Pero solo puede ser transformado aquello que se acepta, se contempla y se ofrece a Dios. Si no podemos contemplarnos, aceptarnos y ofrecernos a él, no dejaremos que el Señor opere esta transformación. 

Los invito a que tengamos un momento de meditación a fin que el significado de la muerte y resurrección nos ayude a revisar lo que debemos cambiar de nuestra vida. Y pidamos perdón a Dios y fuerzas para el cambio que necesitamos que Dios opere.


La extensión de la mesa original

Cada vez que nos acercamos a la mesa pronunciamos un rotundo sí. Sí al proyecto de Jesús, sí a su deseo de reconciliación y, al estar todos a la misma distancia y en igual condición ante la mesa, también le decimos que sí a la igualdad. “En la Mesa ninguno es mayor” dice una de nuestras canciones.

La mesa consiste en estar pasando de la desunión, la fragmentación y el egoísmo individualista a la unidad, la fraternidad y la comunión. Cuando un grupo que no era pueblo se hace pueblo, cuando esos individuos se han hecho comunión están tocando el centro de la felicidad y de lo que es la iglesia. Porque en la visión de Jesús el centro de la felicidad consiste en amar verdaderamente y ser verdaderamente amados. 

En medio de esa intención Jesús está en medio nuestro y nos ayuda a transitar ese camino. Por eso podemos considerar que esta mesa es una extensión de aquella mesa en que estando con sus discípulos, Jesús tomó en sus manos el pan… (I Corintios 11:23-26).

Compartir

Más recursos

Sponsor


Suscripción gratuita

Te avisaremos cuando agreguemos nuevos recursos. No te enviaremos más de uno o dos mensajes semanales.