Padre nuestro de Navidad

0
Padre nuestro que estás en los cielos,

Y también estás en la tierra, ya que viniste a nosotros en el bebé Jesús, nacido de María y criado por María y José.

Y estuviste en el mensaje de los ángeles y en la alegría de los pastores, en el rostro del niño de Belén y en el cariño de María y José.

Estuviste en los sabios de Oriente y en aquellos que se alegraron por el nacimiento de Jesús.

Y estás en medio de nosotros, bien terrenales y humanos como María y José, los pastores y los sabios de Oriente, anidando en nuestros corazones…

Santificado sea tu nombre,

para que te reconozcan como Dios judíos y cristianos, creyentes de una iglesia y de otra, y personas de buena voluntad que confían en la existencia de un Ser Supremo, aunque te nombren de distintas maneras…

Venga tu Reino,

Que venga tu Reino de paz y justicia a nuestro mundo de reinos humanos, de los cuales algunos son muy poderosos y otros con ganas de serlo, algunos intentan gobernar el mundo y otros tratan de oponerse a ello, algunos optan por infundir miedo por las armas, los ejércitos y las ideologías militaristas, y otros tratan de persuadir a sus ciudadanos/as de que es necesario resistir las afrentas con orgullo, coraje y con la vida misma si es necesario…

Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

Que prefiramos cumplir tu voluntad antes que la nuestra ser portadores de paz antes que de odio de justicia solidaria antes que de injusticia y egoísmo de comprensión antes que de fanatismo de diálogo antes que de monólogo… y se cumpla tu voluntad en nuestros labios y pensamientos, en nuestros sentimientos y acciones, en nuestras relaciones y en los ámbitos de poder, en el país y en las relaciones internacionales.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.

Así como, seguramente, nosotros comimos ayer, también lo podamos hacer hoy. Y que no pidamos sólo por nosotros y nuestros seres queridos, sino también por quienes sabemos que les falta el pan, o el techo, o una buena educación, o una familia bien constituida, o el cariño indispensable para la salud mental y emocional.

Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.

Aunque no siempre somos capaces de perdonar, porque somos demasiado humanos, enséñanos a ponernos en el lugar de la otra persona (aunque ella no nos guste). Aunque el amor que nos enseñó Jesús signifique para nosotros un esfuerzo extraordinario, ayúdanos, Señor, a hacer de nuestra vida algo extraordinario, no por figurar sino por puro amor, no por vanidad sino por bondad, no por segundas intenciones sino por transparencia de corazón. Y te pedimos, entonces, que no tomes en cuenta todos nuestros pecados, cada error, cada mala intención, cada acto fallido, cada falta por acción u omisión, porque, si así fuera, no podríamos nunca sentirnos dignos de ti y alegrarnos con tu presencia.

No nos metas en tentación, sino líbranos del mal.

Tentaciones tendremos, como las tuvo el propio Jesús. Por eso te pedimos, Señor, que, a pesar de ello, y sin olvidarnos de nuestra humanidad, no permitas que nos hundamos en los errores y en las injusticias, en la indiferencia frente a los pobres, los que sufren y los oprimidos. No permitas que nuestra vida se transforme en fracaso porque no pudimos con nuestro egoísmo, nuestra soberbia y nuestra ceguera ante los problemas de los demás.

Porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén.

Tuya es nuestra vida y la Creación entera. Tu Reino ya comenzó pero no terminó. Ya está actuando y sigue en marcha. Somos ciudadanos/as de este Reino, aunque también lo seamos de los reinos de este mundo. Que podamos ver siempre, Señor, que, más allá de nuestras instituciones, de nuestra sociedad, de nuestra comunidad de fe, de nuestra iglesia institucional, está la institución de tu soberanía, de la gran sociedad comunitaria por la cual Jesús arriesgó sus palabras y sus obras, y murió en la cruz… para resurgir de ella por el poder más grande que Tú sigues poniendo a nuestra disposición: el poder del amor. Ese amor es entrega solidaria, es vida que sólo es posible cuando se hace comunión y amistad. Ese amor es la esperanza para nuestro mundo, porque el fundamento no está en nosotros sino en Ti, Señor. Ese amor es la ternura del bebé de Belén y de todos los bebés y es la fuerza del Resucitado que nos fortalece ahora y siempre. Así es. Así será.

Compartir

Más recursos

Sponsor


Suscripción gratuita

Te avisaremos cuando agreguemos nuevos recursos. No te enviaremos más de uno o dos mensajes semanales.