Oración del hno. Roger

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“Tu, el Dios de todo ser humano,
demasiado resplandeciente para ser visto,
te dejas ver como en una transparencia
en el rostro de tu Cristo.
A nosotros,
que tenemos prisa
por discernir un reflejo de tu presencia
en la oscuridad de las personas
y de los acontecimientos,
ábrenos las puertas de la nitidez del corazón.
En ese rincón de soledad
que hay en cada uno de nosotros,
ven a refrescar la tierra sedienta
de nuestro cuerpo y de nuestro espíritu.
Ven a depositar la fuente de agua viva
en las regiones muertas de nuestro ser.
Ven a inundarnos con tu confianza
para hacer florecer, incluso,
nuestros desiertos interiores”


(En homenaje a quien recientemente fuera asesinado
durante una celebración litúrgica en Taizé)



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