Oración de Confesión a propósito de Liturgia y Género
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Señor, ¡perdona nuestras acciones de violencia en contra de las mujeres!
Cuando vemos en los noticieros televisivos a hombres agrediendo de manera física, verbal o psicológica a sus mujeres,
por un lado sentimos coraje por esas actitudes de cobardía
pero también sentimos vergüenza, porque todos los seres humanos llevamos ese germen muy dentro de nosotros,
debido a que hemos desarrollado una cultura machista, la cual expresamos en diferentes formas, pero siempre de manera violenta.
Señor, ¡enséñanos a respetarlas porque también son hechas a tu imagen y semejanza!
¡Enséñanos a vivir en armonía con ellas y a desarrollar relaciones justas, fraternas y respetuosas!,
pues no queremos heredar a nuestros hijos e hijas esas actitudes de dominio,
arrogancia y prepotencia porque ellos y ellas son el reflejo de sus padres
y no queremos continuar reforzando y promoviendo ese ciclo de violencia y de maldición.
¡Enséñanos a amarlas como tu nos amas!,
¡enséñanos a reconocer sus dones y su sentido de complementariedad!,
porque el hombre y la mujer se necesitan mutuamente para amarse y sentirse realizados.
¡Restaura en nosotros esa espiritualidad de antaño,
cuando nuestros primeros padres vivían en esa etapa de paz e inocencia!
y que el Espíritu Santo, que ordenó el caos existente en el principio de la creación,
nos ilumine y nos guíe para ser más humanos cada día
Amén.
Cuando vemos en los noticieros televisivos a hombres agrediendo de manera física, verbal o psicológica a sus mujeres,
por un lado sentimos coraje por esas actitudes de cobardía
pero también sentimos vergüenza, porque todos los seres humanos llevamos ese germen muy dentro de nosotros,
debido a que hemos desarrollado una cultura machista, la cual expresamos en diferentes formas, pero siempre de manera violenta.
Señor, ¡enséñanos a respetarlas porque también son hechas a tu imagen y semejanza!
¡Enséñanos a vivir en armonía con ellas y a desarrollar relaciones justas, fraternas y respetuosas!,
pues no queremos heredar a nuestros hijos e hijas esas actitudes de dominio,
arrogancia y prepotencia porque ellos y ellas son el reflejo de sus padres
y no queremos continuar reforzando y promoviendo ese ciclo de violencia y de maldición.
¡Enséñanos a amarlas como tu nos amas!,
¡enséñanos a reconocer sus dones y su sentido de complementariedad!,
porque el hombre y la mujer se necesitan mutuamente para amarse y sentirse realizados.
¡Restaura en nosotros esa espiritualidad de antaño,
cuando nuestros primeros padres vivían en esa etapa de paz e inocencia!
y que el Espíritu Santo, que ordenó el caos existente en el principio de la creación,
nos ilumine y nos guíe para ser más humanos cada día
Amén.