Mt. 9:35-10: 8 (El ejemplo de Jesús en la misión)

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Mateo 9: 35 - 10: 8.

Título: El ejemplo de Jesús en la misión.
James Wheeler.
Objetivo: · Mostrar que Jesús mismo busca y llama a los que andan sin rumbo. · Llamar a que otros se sumen a la obra de la cosecha.

En un tiempo en la iglesia estamos buscando claridad y nuevos desafíos para nuestra misión como iglesia vamos a dejar que este texto fundamental de la misión nos hable y nos oriente.
1- Jesús se compadece de las necesidades de la gente.
El motor de la acción de Jesús es la compasión por las multitudes que andaban como ovejas sin pastor. Por lo que el texto nos refiere había necesidades de todo tipo insatisfechas: necesidades de conocimiento, de relación con Dios, de salud.
Jesús se dirige a estas personas que necesitan para desarrollar su ministerio, su obra de servicio, la misión de amor que Dios le encomendó.
La actividad de Jesús abarca las necesidades de las personas. Enseña, predica la buena noticia de que todo será puesto bajo el poder de Dios y sana toda enfermedad y dolencia en el pueblo. Toda la persona es preocupación de Jesús, su cuerpo, su espíritu, el sentido de su vida.

Con esta invitación y actividad Jesús nos está mostrando que el proyecto de Dios para el ser humano no es que ande a los tumbos por la vida, sino que podamos vivir con un sentido, confiadamente, sabiendo que el mundo y nuestras vidas están en sus manos y que no nos dejará ni nos abandonará. Al contrario, sigue preocupándose por cada uno de nosotros.
Por hacernos vivir cada día con alegría, sabiendo que cada día en las manos de Dios es una posibilidad de encontrar cosas buenas y hacer cosas buenas, de disfrutar de la alegría del Reino prometida a cada uno de nosotros.
Dios llama a quienes hoy están desamparados y abatidos como ovejas sin pastor. En Jesús encontramos la palabra de poder que puede restaurarnos de nuestras dolencias y devolvernos la plenitud de la vida.
Hoy Jesús sigue sintiendo compasión por todas nuestras necesidades. Cuando andamos por la vida como si fuera una carga, compasión por los que andamos sin salud, por los que no tienen trabajo, cuando sentimos que el pecado no pesa y nos destruye, compasión por todas las miserias de nuestro mundo.

Y también sigue invitándonos a confiar en Él, a recibir su palabra de poder y a vivir confiados en la esperanza del Reino.

2- La cosecha es mucha y los obreros pocos.

Nuestra misión como iglesia tiene que tener su punto de arranque en esta compasión de Jesús. La misión no es para ser más porque es más lindo o porque nos sentimos mejor, ni es para salvar a la iglesia, es una obra de amor donde nos compadecemos de las necesidades de los demás. La iglesia debe dejarse impactar y movilizar por las necesidades de las personas. Debe actuar movilizada por ese amor y compasión que movieron a Jesús.

Jesús para desarrollar su tarea elige discípulos y los manda a la obra. No espera que se les acerquen sino que Él es quien los busca y los capacita.
Los fariseos esperaban que a que sus discípulos se les acercaran, ellos se sentaban en un lugar público y allí esperaban.
Jesús elige a quienes puedan seguirlo a Él y continuar con su obra redentora del pueblo.
¿Cómo elegía Jesús a sus discípulos? Evidentemente no como un exquisito, que busca a los mejores. Por el contrario, eligió como Dios. Eligió cobradores de impuestos despreciados, pescadores, revolucionarios que odiaban a los cobradores de impuestos, gente sin méritos para lo que se consideraban méritos en ese tiempo.
La elección de Dios no está fundada en nuestros méritos sino en su poder para transformarnos y en su amor.
Dios elige a quienes el quiere por su gran amor y también espera a sus discípulo aún a pesar de sus desaciertos y traiciones. A Pedro lo esperó a pesar de sus traiciones y lo ayudó a llevar la tarea que tenía por delante.

Por eso ante el llamado de Dios no hemos de anteponer una cantidad de muy bien justificadas excusas acerca de nuestra falta de capacitación, o cuestiones personales. Si el llamado existe Él mismo se ocupará de llevarlo adelante, pero necesita de nuestra entrega y consagración.
Nada es más ineficaz que una invitación rechazada. Dios no puede actuar por medio de nuestras vidas sin nuestro consentimiento.
Si hemos de ser canales por donde el amor de Dios se manifieste tenemos que ofrecer nuestra vida de manera generosa para que Dios la utilice.

Dios sigue hoy llamando a personas que quieran compadecerse junto con Él de las necesidades de la gente.
Dios sigue necesitando obreros para su cosecha.
Él nos hace un ofrecimiento generoso de su vida por nosotros y nos llama a entregar también nuestras vidas para manifestar el amor por los otros.

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