Mirar para admirar, Salmo 8
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Objetivo: Mediante el mirar hacia arriba, hacia abajo, exaltemos el nombre de Dios.
1 ¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuan glorioso es tu nombre en toda la tierra! El autor de este Salmo es David, quien eleva un cántico de alabanza. El protagonista el receptor de la misma es Yaveh o Jehová. La exaltación comienza con una fuerte y segura convicción: cuan glorioso es tu nombre en toda la tierra! Quiera Dios ayudarnos para que al final de este mensaje nuestro deseo sea pronunciar el mismo testimonio.
Miremos hacia arriba ¿Qué veía el salmista? ¿Qué vemos?
Has puesto tu gloria sobre los cielos (1b)… Cuando a veo los cielos obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste: Digo ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria? ¿Y el hijo del hombre para que lo visites? (3-4) El cielo tiene una belleza bárbara.
Mirémoslo de día y deleitémonos con su color: celeste cielo… los muchos colores que se han inventado no lo han podido falsificarlo. Su tamaño es inexplicable, sea para el lado que lo miremos, nunca desaparece. Ahora, solo basta que haya algunas nubes por debajo del cielo para que su belleza cambie estas parecen falsificar diferentes obras de arte, animales, plantas y tantos otros objetos a los cuales relacionamos con lo que nuestros ojos ven y nuestra imaginación interpreta. Y porque no hablar de la belleza que se presentan los días de lluvia: truenos, relámpagos y rayos que le dan una visión y sonido distinto al evento. Y todo ello para que algo magnífico acontezca: seamos sustentados mediante la lluvia, pues el agua es un elemento indispensable para la supervivencia.
Mirémoslo de noche y deleitémonos con ornamentación de arriba. Estrella que adornan el firmamento como si fuesen foquitos de navidad, miles y millones. Mirémoslas, pero no intentemos contarlas, nos resultaría imposible hacerlo. Sigamos mirando y a simple vista encontraremos una gran lumbrera nocturna: la luna. Maravillosamente la visión que tenemos de ella, cada noche es distinta: llena (toda blanca) nueva (no se la ve pero está) creciente (medialuna que aumenta) menguante (medialuna que disminuye) Gran cantidad de figuras y constelaciones son inamovibles: cruz del sur… sólo por nombrar una.
Tampoco podemos dejar de hacer mención a los grades astros, como los planetas, que no pueden ser contemplados solo con los ojos debido a la lejanía al que se hallan de nosotros. Al respecto, es destacable la tecnología humana, que al presente permite contemplarlos mediante la utilización de telescopios y otros modernos aparatos.
Ante la observancia de todo esto, seamos equilibrados y serios en la contemplación. La astronomía es buena. Sirve para que conozcamos más de aquellas cosas que existen, pero no las entendemos ni vemos a simple vista. Pero la contemplación exagerada de la astrología es mala, pues esta engaña al hombre, haciéndole creer que la ubicación de los astros y otras cuestiones marcan el porvenir de una persona.
Pero si miramos este cielo con profunda reflexión, de día o de noche, una pregunta casi lógica se formulará en nuestra mente ¿Dónde empieza y donde termina? Una respuesta lógica también aparece: no se. Sólo Dios lo sabe. Es una cuestión incomprensible. El cielo es simplemente eterno como Dios es eterno sin principio y sin fin. Para aquellos que dicen que este tiene un fin la pregunta es ¿Y qué hay después de ese fin?
Aquí el sol no es nombrado por David, aunque sabemos que mediante este disfrutamos de la claridad y el calor de sus rayos, y este mismo el que da su luz para iluminar los diferentes astros que ya nombramos. ¡Qué maravilloso es el sol! Hace que nos sintamos de una forma distinta cuando sus rayos simplemente nos acarician.
El texto también describe los dedos de Dios como formadores de todo lo que existe (marcar la diferencia entre trabajo en serie y trabajo manual, artesanal)
Frente a todo esto, no podemos hacer menos que exclamar a tono de pregunta con el salmista: ¿Qué somos o qué hemos hecho para disfrutar todo esto? Si nos observamos a la luz de la Biblia, necesariamente necesitamos reconoceremos dos cosas:
1. Que no somos merecedores de los beneficios nombrados por mérito propio.
2. Que Dios es un Señor de amor, por lo que gratuitamente (por su gracia) nos regala todo lo que somos, lo que tenemos y disfrutamos.
Por último cuando miramos hacia el cielo también suponemos que Dios vive allí, ya que nuestro concepto mental es: Dios en el cielo, Satanás debajo de la tierra y hombre en el medio. Digo concepto mental, porque si bien Dios está en el cielo ya que este es su trono eterno, tampoco deja de estar en todos los lugares al mismo tiempo.
Miremos hacia abajo ¿Qué veía el salmista? ¿Qué vemos nosotros? (donde estamos nosotros): De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo (2) Aquí somos motivados a mirar con mucha atención a los párvulo, a los pequeños que maman, a los pequeños que juegan. Si leemos el texto en forma literal, nos parece una afirmación ridícula: Dios construye su fuerte fortaleza a través de quienes son vistos como los débiles e incapaces. Una fortaleza es un lugar seguro, donde alguien puede refugiarse. Los adinerados y personas importantes, socialmente hablando, construyen sus fortalezas, seguras casas y se refugian dentro, protegidos por guardias de seguridad y hasta modernos equipamientos electrónicos. Por lo tanto una fortaleza humana se construye con fuerza, ingenio, tecnología.
Pero… ¿Qué es una fortaleza para Dios? La Biblia en diferentes partes, como por ejemplo el Salmo 91, lo identifica a Dios como nuestra fortaleza. Aquí esta fortaleza es construida a partir de pequeños e indefensos niños.
Resulta ser que Dios aquí y en otros lugares Dios hace cosas que nos parecen ridículas y contradictorias, pero que en realidad son grandiosas. Para dar algunos ejemplos: A Cristo lo mandó en un pesebre y no en una cama de oro dentro de un palacio… lo hizo nacer como hombre carnal con las mismas necesidades (hambre, sed, frío, calor, etc) y no como súperser con todas las necesidades cubiertas. Finalmente fue torturado y muerto en la cruz sin usar el poder que estaba a su disposición.
¿Qué sería de un bebe sin la atención de un mayor? Los pequeños no pueden planificar racionalmente nada, sin embargo, su única confianza es depositada en el cuidado y protección que les ofrecen algún mayor. Los niños confían poco en sí mismos y confían mucho en aquellas personas que los están criando. ¿Es la actitud del humano adulto similar? ¿Reconocemos que somos dependientes de alguien que puede más que nosotros? Ciertamente es importante que tengamos confianza en nosotros mismos, es una cuestión de autoestima, pero no olvidemos que hay alguien mayor que nosotros, nuestro Padre – Dios – que espera que tengamos confianza en Él.
Ciertamente dentro de nosotros hay dos hombres espirituales, el viejo y el nuevo. Uno que nos dice: es tu vida, hacé y pensá lo que quieras y el otro: es tu vida pero es Dios quien te la dio, hacé y pensá como Dios te aconseja porque esto te hará feliz.
Aquí somos motivados a escuchar la vos del nuevo hombre, simplemente confiando y obeciéndole a Él, pues de la actitud similar a de los niños debemos aprender, pues para Dios la sabiduría humana es tontería y la tontería humana es sabiduría. Parafraseando, hay un texto bíblico que versa: Dios no se deleita en la fuerza del caballo ni en los músculos del hombre al Señor le agradan los que le temen y hacen su voluntad.
En síntesis, la fortaleza de Dios está fundada a partir de quienes poseen una actitud similar a los niños.
Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos. (5 Todo lo pusiste debajo de sus pies:(6) ovejas bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, (7). Las aves de los cielos y los peses del mar todo cuanto pasa por los senderos del mar.) Observemos que el texto no dice poco mayor que los animales dice… poco menor que los ángeles. Los ángeles están más cerca de Dios que los animales. Estas criaturas celestiales, así como nosotros, tenemos la capacidad de mirar hacia arriba y hacia abajo, mientras que los animales solamente miran hacia abajo pues no comprenden ni creer en la grandeza de Dios.
En génesis se nos enseña que Dios lo creó todo, ubicándolo al hombre como corona de su creación al hombre. Aparte de ello, le dio autoridad para administrar las cosas creadas, pues todo el lo puso debajo de sus pies entre ellos animales terrestres: ovejas bueyes. Animales aéreos: aves de los cielos. Animales acuáticos: peses del mar.
Con agradecimiento a Dios por estar en este lugar privilegiado, detengámonos por un momento a observar con la imaginación (estamos imposibilitados por las paredes)
Miremos los diferentes colores que vislumbran los árboles, digo diferentes porque si bien la mayoría son verdes las tonalidades son distintas de unos y de otros. Miremos la estructura, según la especie.
Miremos los pájaros que en ellos se posan y aquí si la variedad de colores es impresionante, aunque aquí también necesitamos afinar nuestros oídos pues sus melodías son maravillosamente únicas.
Miremos al mar, su inmensidad, sepamos que son millares de especies marítimas que viven en él.
Miremos a la tierra, y veamos como de ella nacen plantas que nos alimentan, porque si bien compramos la comida en el supermercado, esta estuvo primero en la tierra y de ella fue extraída, siendo Dios el autor de su sustento.
Miremos la diversidad de formas de las semillas. Muchas nos parecen similares y hasta iguales, pero al momento de germinar marcan la diferencia. El hombre ha llegado a la luna y a planetas muy distantes, sin embargo, no ha podido reproducir una sola semilla que germine.
En definitiva, ¡miremos y admiremos.
Lo cierto es que nos deleitamos con la creación, obra de las manos de nuestro Señor pero esta tiene un problema en ella no encontramos el camino a la salvación. Aquí necesitamos mirar adentro, adentro en La Biblia, la revelación especial de Dios, para verlo a Jesús quien vino de arriba para habitar aquí abajo. Fue él quien nos concientizó que si bien esta tierra es maravillosa, es un lugar imperfecto y por tanto Él nos mostró el camino a un lugar más grandioso todavía: el cielo, el cual no alcanzan palabras humanas para describir lo maravilloso que es este.
Miremos y admiremos, miremos y exaltemos: ¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuan glorioso es tu nombre en toda la tierra! (1). . ¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuan grande es tu nombre en toda la tierra! (9)
Tanto el primer versículo como el último es un canto de alabanza y adoración.
Paralelamente, que nuestra vida también, de principio a fin, sea un canto de alabanza por todo lo que Dios hizo, hace y hará. Dios nos ayude a ello.
1 ¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuan glorioso es tu nombre en toda la tierra! El autor de este Salmo es David, quien eleva un cántico de alabanza. El protagonista el receptor de la misma es Yaveh o Jehová. La exaltación comienza con una fuerte y segura convicción: cuan glorioso es tu nombre en toda la tierra! Quiera Dios ayudarnos para que al final de este mensaje nuestro deseo sea pronunciar el mismo testimonio.
Miremos hacia arriba ¿Qué veía el salmista? ¿Qué vemos?
Has puesto tu gloria sobre los cielos (1b)… Cuando a veo los cielos obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste: Digo ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria? ¿Y el hijo del hombre para que lo visites? (3-4) El cielo tiene una belleza bárbara.
Mirémoslo de día y deleitémonos con su color: celeste cielo… los muchos colores que se han inventado no lo han podido falsificarlo. Su tamaño es inexplicable, sea para el lado que lo miremos, nunca desaparece. Ahora, solo basta que haya algunas nubes por debajo del cielo para que su belleza cambie estas parecen falsificar diferentes obras de arte, animales, plantas y tantos otros objetos a los cuales relacionamos con lo que nuestros ojos ven y nuestra imaginación interpreta. Y porque no hablar de la belleza que se presentan los días de lluvia: truenos, relámpagos y rayos que le dan una visión y sonido distinto al evento. Y todo ello para que algo magnífico acontezca: seamos sustentados mediante la lluvia, pues el agua es un elemento indispensable para la supervivencia.
Mirémoslo de noche y deleitémonos con ornamentación de arriba. Estrella que adornan el firmamento como si fuesen foquitos de navidad, miles y millones. Mirémoslas, pero no intentemos contarlas, nos resultaría imposible hacerlo. Sigamos mirando y a simple vista encontraremos una gran lumbrera nocturna: la luna. Maravillosamente la visión que tenemos de ella, cada noche es distinta: llena (toda blanca) nueva (no se la ve pero está) creciente (medialuna que aumenta) menguante (medialuna que disminuye) Gran cantidad de figuras y constelaciones son inamovibles: cruz del sur… sólo por nombrar una.
Tampoco podemos dejar de hacer mención a los grades astros, como los planetas, que no pueden ser contemplados solo con los ojos debido a la lejanía al que se hallan de nosotros. Al respecto, es destacable la tecnología humana, que al presente permite contemplarlos mediante la utilización de telescopios y otros modernos aparatos.
Ante la observancia de todo esto, seamos equilibrados y serios en la contemplación. La astronomía es buena. Sirve para que conozcamos más de aquellas cosas que existen, pero no las entendemos ni vemos a simple vista. Pero la contemplación exagerada de la astrología es mala, pues esta engaña al hombre, haciéndole creer que la ubicación de los astros y otras cuestiones marcan el porvenir de una persona.
Pero si miramos este cielo con profunda reflexión, de día o de noche, una pregunta casi lógica se formulará en nuestra mente ¿Dónde empieza y donde termina? Una respuesta lógica también aparece: no se. Sólo Dios lo sabe. Es una cuestión incomprensible. El cielo es simplemente eterno como Dios es eterno sin principio y sin fin. Para aquellos que dicen que este tiene un fin la pregunta es ¿Y qué hay después de ese fin?
Aquí el sol no es nombrado por David, aunque sabemos que mediante este disfrutamos de la claridad y el calor de sus rayos, y este mismo el que da su luz para iluminar los diferentes astros que ya nombramos. ¡Qué maravilloso es el sol! Hace que nos sintamos de una forma distinta cuando sus rayos simplemente nos acarician.
El texto también describe los dedos de Dios como formadores de todo lo que existe (marcar la diferencia entre trabajo en serie y trabajo manual, artesanal)
Frente a todo esto, no podemos hacer menos que exclamar a tono de pregunta con el salmista: ¿Qué somos o qué hemos hecho para disfrutar todo esto? Si nos observamos a la luz de la Biblia, necesariamente necesitamos reconoceremos dos cosas:
1. Que no somos merecedores de los beneficios nombrados por mérito propio.
2. Que Dios es un Señor de amor, por lo que gratuitamente (por su gracia) nos regala todo lo que somos, lo que tenemos y disfrutamos.
Por último cuando miramos hacia el cielo también suponemos que Dios vive allí, ya que nuestro concepto mental es: Dios en el cielo, Satanás debajo de la tierra y hombre en el medio. Digo concepto mental, porque si bien Dios está en el cielo ya que este es su trono eterno, tampoco deja de estar en todos los lugares al mismo tiempo.
Miremos hacia abajo ¿Qué veía el salmista? ¿Qué vemos nosotros? (donde estamos nosotros): De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo (2) Aquí somos motivados a mirar con mucha atención a los párvulo, a los pequeños que maman, a los pequeños que juegan. Si leemos el texto en forma literal, nos parece una afirmación ridícula: Dios construye su fuerte fortaleza a través de quienes son vistos como los débiles e incapaces. Una fortaleza es un lugar seguro, donde alguien puede refugiarse. Los adinerados y personas importantes, socialmente hablando, construyen sus fortalezas, seguras casas y se refugian dentro, protegidos por guardias de seguridad y hasta modernos equipamientos electrónicos. Por lo tanto una fortaleza humana se construye con fuerza, ingenio, tecnología.
Pero… ¿Qué es una fortaleza para Dios? La Biblia en diferentes partes, como por ejemplo el Salmo 91, lo identifica a Dios como nuestra fortaleza. Aquí esta fortaleza es construida a partir de pequeños e indefensos niños.
Resulta ser que Dios aquí y en otros lugares Dios hace cosas que nos parecen ridículas y contradictorias, pero que en realidad son grandiosas. Para dar algunos ejemplos: A Cristo lo mandó en un pesebre y no en una cama de oro dentro de un palacio… lo hizo nacer como hombre carnal con las mismas necesidades (hambre, sed, frío, calor, etc) y no como súperser con todas las necesidades cubiertas. Finalmente fue torturado y muerto en la cruz sin usar el poder que estaba a su disposición.
¿Qué sería de un bebe sin la atención de un mayor? Los pequeños no pueden planificar racionalmente nada, sin embargo, su única confianza es depositada en el cuidado y protección que les ofrecen algún mayor. Los niños confían poco en sí mismos y confían mucho en aquellas personas que los están criando. ¿Es la actitud del humano adulto similar? ¿Reconocemos que somos dependientes de alguien que puede más que nosotros? Ciertamente es importante que tengamos confianza en nosotros mismos, es una cuestión de autoestima, pero no olvidemos que hay alguien mayor que nosotros, nuestro Padre – Dios – que espera que tengamos confianza en Él.
Ciertamente dentro de nosotros hay dos hombres espirituales, el viejo y el nuevo. Uno que nos dice: es tu vida, hacé y pensá lo que quieras y el otro: es tu vida pero es Dios quien te la dio, hacé y pensá como Dios te aconseja porque esto te hará feliz.
Aquí somos motivados a escuchar la vos del nuevo hombre, simplemente confiando y obeciéndole a Él, pues de la actitud similar a de los niños debemos aprender, pues para Dios la sabiduría humana es tontería y la tontería humana es sabiduría. Parafraseando, hay un texto bíblico que versa: Dios no se deleita en la fuerza del caballo ni en los músculos del hombre al Señor le agradan los que le temen y hacen su voluntad.
En síntesis, la fortaleza de Dios está fundada a partir de quienes poseen una actitud similar a los niños.
Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos. (5 Todo lo pusiste debajo de sus pies:(6) ovejas bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, (7). Las aves de los cielos y los peses del mar todo cuanto pasa por los senderos del mar.) Observemos que el texto no dice poco mayor que los animales dice… poco menor que los ángeles. Los ángeles están más cerca de Dios que los animales. Estas criaturas celestiales, así como nosotros, tenemos la capacidad de mirar hacia arriba y hacia abajo, mientras que los animales solamente miran hacia abajo pues no comprenden ni creer en la grandeza de Dios.
En génesis se nos enseña que Dios lo creó todo, ubicándolo al hombre como corona de su creación al hombre. Aparte de ello, le dio autoridad para administrar las cosas creadas, pues todo el lo puso debajo de sus pies entre ellos animales terrestres: ovejas bueyes. Animales aéreos: aves de los cielos. Animales acuáticos: peses del mar.
Con agradecimiento a Dios por estar en este lugar privilegiado, detengámonos por un momento a observar con la imaginación (estamos imposibilitados por las paredes)
Miremos los diferentes colores que vislumbran los árboles, digo diferentes porque si bien la mayoría son verdes las tonalidades son distintas de unos y de otros. Miremos la estructura, según la especie.
Miremos los pájaros que en ellos se posan y aquí si la variedad de colores es impresionante, aunque aquí también necesitamos afinar nuestros oídos pues sus melodías son maravillosamente únicas.
Miremos al mar, su inmensidad, sepamos que son millares de especies marítimas que viven en él.
Miremos a la tierra, y veamos como de ella nacen plantas que nos alimentan, porque si bien compramos la comida en el supermercado, esta estuvo primero en la tierra y de ella fue extraída, siendo Dios el autor de su sustento.
Miremos la diversidad de formas de las semillas. Muchas nos parecen similares y hasta iguales, pero al momento de germinar marcan la diferencia. El hombre ha llegado a la luna y a planetas muy distantes, sin embargo, no ha podido reproducir una sola semilla que germine.
En definitiva, ¡miremos y admiremos.
Lo cierto es que nos deleitamos con la creación, obra de las manos de nuestro Señor pero esta tiene un problema en ella no encontramos el camino a la salvación. Aquí necesitamos mirar adentro, adentro en La Biblia, la revelación especial de Dios, para verlo a Jesús quien vino de arriba para habitar aquí abajo. Fue él quien nos concientizó que si bien esta tierra es maravillosa, es un lugar imperfecto y por tanto Él nos mostró el camino a un lugar más grandioso todavía: el cielo, el cual no alcanzan palabras humanas para describir lo maravilloso que es este.
Miremos y admiremos, miremos y exaltemos: ¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuan glorioso es tu nombre en toda la tierra! (1). . ¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuan grande es tu nombre en toda la tierra! (9)
Tanto el primer versículo como el último es un canto de alabanza y adoración.
Paralelamente, que nuestra vida también, de principio a fin, sea un canto de alabanza por todo lo que Dios hizo, hace y hará. Dios nos ayude a ello.