Me gusta imaginarte, Navidad...
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Me gusta mucho ejercer mi imaginación cuando pienso acerca de aquellos días en Belén y al hacerlo, trato de desmitificar todo aquello que la tradición y los libros de cuentos y las películas han agregado a esta historia tan amada y básica del ser cristiano. No porque toda esa fantasía no me guste, sino que el hecho en sí mismo, su crudeza y su circunstancia histórica son superiores, en belleza y grandeza, a todos esos aditamentos.
Cada vez que paso por aldeas lejanas y antiguas , lugares donde aún los pastores y los campesinos están inmersos en sus tareas con herramientas no muy diferentes de lo que se usaba antaño y su vestimenta tan antigua como su trabajo (pareciera que desde el siglo I hasta el XXI no hubieran transcurrido veinte siglos ), vuela mi mente otra vez a aquellos días de María y José y la buena nueva del nacimiento de Jesús.
Cuando veo en los pesebres o tarjetas navideños a María con mantos tan níveos o celestiales, a José tan sumiso, casi sin personalidad, a un lado del pesebre sin un músculo que denote decisión o valentía como jefe de familia, como ajeno al proyecto de Dios (Cuando en verdad fue parte activa en el difícil rol que Dios le otorgó) las aureolas de luz, el ropaje impoluto y generoso ángeles, pastores y animales , todo fácil, ordenado y en su justo lugar... eso me roba el meollo, la aventura de la navidad.
Cuántas veces José y María habrán interrogado a Dios en sus oraciones :“por qué todo tiene que ser tan difícil para nosotros y para este niño” o “por favor, Señor, tus planes son increíblemente hermosos pero nosotros somos humanos y débiles para tus grandes proyectos” o “Sé clemente con tus siervos, Dios, pues son tiempos difíciles y peligrosos, de modo que te rogamos seas discreto y no provoques a tanta gente con tus decisiones”. Porque convengamos que Dios cuando habla, por más que lo haga en susurros y elija a personas de bajo perfil, nunca pasa inadvertido y provoca grandes cambios y alteraciones. Y grandes pasiones. La visita de los sabios de Oriente, el enojo de Herodes, la matanza de los bebés, la huida a Egipto son apenas anécdotas de lo que siguió a ese simple nacimiento en la no menos simple aldea de Belén.
Cómo habrán vivido exactamente el nacimiento de Cristo todos estos personajes ligados a la Navidad , nunca lo sabremos, pero sí podemos imaginar los interrogantes de José y María acerca del futuro de ese niño, la angustia de las responsabilidades de criarlo como si fuera un chico normal y corriente sabiendo que no lo era... Las ilusiones de los pastores y la gente común que tantas veces habrá escuchado promesas y esperado milagros que nunca se habían cumplido, pero que ahora bien podría resultar cierta la esperanza del verdadero Mesías... El hecho de nacer en un lugar tan pobre y anónimo resultaba sospechoso tratándose del hijo de Dios... pero también era un buen signo que Dios alguna vez se fijara en los pobres y los eligiera como albergue para su hijo... eso también era grandeza y un gran gesto viniendo de Dios. Y los ancianos, esos sí que se regodeaban mirando al bebé entre sus pañales y muy en lo profundo de su corazón, un corazón que se acercaba mucho al reencuentro con Dios (los viejos reconocen más fácilmente a Dios porque han vivido mucho y tal vez sienten con más fuerza su cercanía) daban gracias en silencio y en secreto y bendecían al niño a quien reconocían como el verbo hecho carne. La muerte podía venir en cualquier momento, ya no le temían. No había dudas :Dios había hablado .
Imagino que algún pastor sacó un laúd y cantó. De haber sucedido en Argentina algún gauchito habría tocado una guitarra, o un charango en alguna parte del norte... La canción habría sido parecida a esta, ¿Verdad?
DIOSITO
Diosito al fin ha nacido
la noche lo está arrullando
y en el pesebre más blando
se ha quedado dormido.
Los niños bailan contentos
al compás de los charangos
porque han visto en un milagro
A Dios en forma de chango.
Y los viejos lo bendicen
y los hombres lo adoran
y arrodillados le oran
y alabanzas le dicen.
Las mujeres lo abrigan
y lo miman y predicen:
“Dios por fin ha querido
que haya Navidad para el pobre
por eso, Jesús, has venido
a nacer hoy como hombre.”
Se han asomado en el cielo
casi todas las estrellas
y la más linda de ellas
se ha bajado hasta el suelo
y desde un oscuro quebracho
no puede creer lo visto
cuando alumbró dentro del rancho
en donde nació el Cristo:
en el lugar de los señores
están echados los bueyes
y sólo encuentra pastores
en el sitio de los reyes.
Cada vez que paso por aldeas lejanas y antiguas , lugares donde aún los pastores y los campesinos están inmersos en sus tareas con herramientas no muy diferentes de lo que se usaba antaño y su vestimenta tan antigua como su trabajo (pareciera que desde el siglo I hasta el XXI no hubieran transcurrido veinte siglos ), vuela mi mente otra vez a aquellos días de María y José y la buena nueva del nacimiento de Jesús.
Cuando veo en los pesebres o tarjetas navideños a María con mantos tan níveos o celestiales, a José tan sumiso, casi sin personalidad, a un lado del pesebre sin un músculo que denote decisión o valentía como jefe de familia, como ajeno al proyecto de Dios (Cuando en verdad fue parte activa en el difícil rol que Dios le otorgó) las aureolas de luz, el ropaje impoluto y generoso ángeles, pastores y animales , todo fácil, ordenado y en su justo lugar... eso me roba el meollo, la aventura de la navidad.
Cuántas veces José y María habrán interrogado a Dios en sus oraciones :“por qué todo tiene que ser tan difícil para nosotros y para este niño” o “por favor, Señor, tus planes son increíblemente hermosos pero nosotros somos humanos y débiles para tus grandes proyectos” o “Sé clemente con tus siervos, Dios, pues son tiempos difíciles y peligrosos, de modo que te rogamos seas discreto y no provoques a tanta gente con tus decisiones”. Porque convengamos que Dios cuando habla, por más que lo haga en susurros y elija a personas de bajo perfil, nunca pasa inadvertido y provoca grandes cambios y alteraciones. Y grandes pasiones. La visita de los sabios de Oriente, el enojo de Herodes, la matanza de los bebés, la huida a Egipto son apenas anécdotas de lo que siguió a ese simple nacimiento en la no menos simple aldea de Belén.
Cómo habrán vivido exactamente el nacimiento de Cristo todos estos personajes ligados a la Navidad , nunca lo sabremos, pero sí podemos imaginar los interrogantes de José y María acerca del futuro de ese niño, la angustia de las responsabilidades de criarlo como si fuera un chico normal y corriente sabiendo que no lo era... Las ilusiones de los pastores y la gente común que tantas veces habrá escuchado promesas y esperado milagros que nunca se habían cumplido, pero que ahora bien podría resultar cierta la esperanza del verdadero Mesías... El hecho de nacer en un lugar tan pobre y anónimo resultaba sospechoso tratándose del hijo de Dios... pero también era un buen signo que Dios alguna vez se fijara en los pobres y los eligiera como albergue para su hijo... eso también era grandeza y un gran gesto viniendo de Dios. Y los ancianos, esos sí que se regodeaban mirando al bebé entre sus pañales y muy en lo profundo de su corazón, un corazón que se acercaba mucho al reencuentro con Dios (los viejos reconocen más fácilmente a Dios porque han vivido mucho y tal vez sienten con más fuerza su cercanía) daban gracias en silencio y en secreto y bendecían al niño a quien reconocían como el verbo hecho carne. La muerte podía venir en cualquier momento, ya no le temían. No había dudas :Dios había hablado .
Imagino que algún pastor sacó un laúd y cantó. De haber sucedido en Argentina algún gauchito habría tocado una guitarra, o un charango en alguna parte del norte... La canción habría sido parecida a esta, ¿Verdad?
DIOSITO
Diosito al fin ha nacido
la noche lo está arrullando
y en el pesebre más blando
se ha quedado dormido.
Los niños bailan contentos
al compás de los charangos
porque han visto en un milagro
A Dios en forma de chango.
Y los viejos lo bendicen
y los hombres lo adoran
y arrodillados le oran
y alabanzas le dicen.
Las mujeres lo abrigan
y lo miman y predicen:
“Dios por fin ha querido
que haya Navidad para el pobre
por eso, Jesús, has venido
a nacer hoy como hombre.”
Se han asomado en el cielo
casi todas las estrellas
y la más linda de ellas
se ha bajado hasta el suelo
y desde un oscuro quebracho
no puede creer lo visto
cuando alumbró dentro del rancho
en donde nació el Cristo:
en el lugar de los señores
están echados los bueyes
y sólo encuentra pastores
en el sitio de los reyes.