Mateo 9:9-13, 18-26

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Sal 50:7-15 Dios no necesita nada de nosotros, sino nosotros de Él. Ante la angustia ¡invoquémosle!

Os 5:15-6:6 No es que Diosa nos mata directamente, nosotros lo hacemos al no escuchar a los profetas de Dios que hablan Su Palabra!

Ro 4:13-18 Desde aquella promesa al padre Abraham, el que le creyó a Dios contra toda esperanza, la humanidad que estaba muerta por gracia vive.

Mt 9:9-13, 18-26

9:9–13 Se quiebra el molde (ver Mc 2:14–22; Lc 5:27–38). En el v. 3 es la primera vez que se registra una oposición contra Jesús por parte de los maestros de la ley judía. Aquí vemos bases adicionales para la hostilidad en aumento de las autoridades religiosas (en este caso los fariseos). Tanto por las compañías dudosas con las que andaba (9–13) y en la aparente relajada actitud ante el deber tradicional de ayunar (14–17), Jesús les ofendía el sentido de lo que era correcto. Pero en esto él deliberadamente retaba y sobrepasaba la comprensión anticuada que ellos tenían de la voluntad de Dios.

Los publicanos no sólo eran notorios por su explotación, pero eran condenados al ostracismo religioso y político como colaboradores con el gobierno pagano romano. El que un judío pío comiera con ellos era, por lo tanto, inconcebible. La respuesta de Jesús en los vv. 12 y 13 expresa la perspectiva contraria: un sanador debe “ensuciarse las manos”, y una misión de salvación no se consigue frecuentando solamente compañía respetable. Su cita de Ose. 6:6 (usada otra vez en 12:7) indica que la prioridad de Dios es un amor costoso en vez de un ritual cuidadoso.

Médico para los Pecadores

9. Mateo es la misma persona que Leví en Mc y Lc. Sería algo así como un oficial de aduana en la población fronteriza de Capernaúm. Puede haber sido un publicano rural que trabajaba para Herodes; situado en una oficina en Capernaúm, más probablemente era un agente de aduana, que cobraba los derechos de importación de las mercancías que pasaron en las importantes rutas de comercio cercanas de este pueblo. Más aun que los pescadores, tenía un trabajo seguro y próspero que abandonó para seguir la llamada de Jesús.

10. la mayoría de las personas consideraba que un hombre de riqueza que invitaba a un maestro religioso para cenar tenía conducta honorable. Sin embargo los recaudadores de impuestos eran considerados colaboradores de los romanos y por lo tanto eran despreciados por las personas religiosas. Algunos comentaristas defienden la idea de que “los pecadores” puede referirse a todos los que no comieron en pureza ritual, pero el término probablemente se refiere a cualquiera que viviera en pecado en lugar de religiosamente, como si ellos no de cuidaran de aquello que la comunidad religiosa pensaba de ellos.

11. El compartir la mesa indica las relaciones íntimas entre aquéllos que la compartían. Los Fariseos eran particularmente escrupulosos sobre sus reglas especiales al comer y no gustaron comer con personas menos escrupulosas, sobre todo los recaudadores de impuestos y los pecadores. Aquí asumen que Jesús, siendo un sabio maestro, debía compartir sus convicciones religiosas que ellos creyeron como de la Escritura (Sal 1:1).

12. Jesús replica jugando con una imagen común de aquel día (comparando a médicos y maestros) para probar su punto. La agudeza rápida, ingeniosa era característica de maestros populares en las tradiciones judías y griegas.

13. Otros rabinos dijeron a menudo, “ve y aprende” o “ven y ve” para dirigir a los oidores a pruebas escriturales sobre su posición. Oseas 6:6 no rechaza el sacrificio o el ritual, sino que eleva la relación correcta con Dios al tratamiento del derecho de los pobres, los oprimimos y los proscritos por sobre el sacrificio y el ritual (cf. algo semejante en 1 Sam 15:22; Sal 40:6; 50:7–15; 51:16; 69:30–31; Prov 21:3).

9:18–26 Tocar lo impuro: Muerte y Sangre

Resucitar a los muertos (ver Mc 5:21–43; Lc 8:40–56)

a) Aquí encontramos otra intensificación de la autoridad de Jesús; aun la muerte está sujeta a él. La abreviatura radical del relato por Mt (¡23 versículos en Mc, 9 en Mt!) sugiere que la hija del principal ya estaba muerta cuando le pidió a Jesús su ayuda, en vez de pensar que falleció durante la llegada de Jesús. Si es así, su solicitud era por demás asombrosa. Mateo claramente no tiene la intención de que se tomen literalmente las palabras de Jesús en el v. 24, como indicación de un diagnóstico falso (como se entendería en el relato de Mc); habrá querido decir que su muerte, aunque real, no era permanente.

18–19. “gobernantes de la sinagoga” eran los oficiales principales en las sinagogas y también miembros prominentes de sus comunidades. Si la escena todavía es Capernaúm (9:1), es significante que los seguidores de Jesús podría incluir a este hombre y los elementos más cuestionables de la comunidad (9:9).
Resucitar a un muerto era un milagro extraordinario, atribuido a Elías (1 Reyes 17:21–22) y Eliseo (2 Reyes 4:33–35) en el AT. Hay mas detalles en Marcos 5:21–43.
Uno se postraría a los pies de alguien de estado mucho mayor (como un rey) o ante Dios mismo; así para este hombre prominente humillarse de esta manera ante Jesús fue reconocer el poder de Jesús de un modo muy serio.

b) Escondido en ese relato hay otro milagro de sanidad, el de un desorden menstrual incurable. El deseo de la mujer de tocar su vestido podría sugerir un punto de vista mecánico del poder sanador de Jesús, sin embargo, surgió de una fe suficiente para que Jesús la elogiara, y la sanara.

20–21. Se cuenta como si la enfermedad de esta mujer tuviera un período menstrual a lo largo de todo un mes; esto la hacía continuamente impura para la ley (Lev 15:19-33)— un problema social y religioso además del físico. Si ella tocaba a cualquiera o la ropa de cualquiera, dejaba a esa persona ceremonialmente impura para el resto del día (cf. Lev 15:26–27). Puesto que estaba en estado de impureza y a cualquiera que tocara lo hacía impuro, ni siquiera debía de haber estado entre esta abigarrada muchedumbre. Muchos maestros evitaban tocar a las mujeres del todo, para que no contaminarse accidentalmente. Así no podía tocar o ser tocada, probablemente nunca se había casado o se había divorciado recientemente, lo que la hacía marginal a la sociedad judía.

Como aun el flujo menstrual la hacía impura ceremonialmente, aun el tocar el borde de su manto le acarrearía una reprimenda por parte de algún judío piadoso. Como con el leproso (8:3), Jesús hizo a un lado el tabú.
En un acto de fe escandalosa, ella toca “los bordes” del vestido de Jesús— sin duda una de las borlas (zizith) llevada por los varones judíos, en obediencia a Números 15:38–41 y Deuteronomio 22:12, en las cuatro esquinas de su vestido exterior, y luego en el manto de la oración (tallith). Las borlas eran hechas de cordones azules y blancos entretejidos.

22. Muchos antiguos creyeron que sólo los maestros, que estarían cercanos a Dios, tenían el conocimiento sobrenatural. Jesús parece utilizar ese conocimiento para identificar a la mujer que lo había tocado — aunque a los ojos del público significaría que él había contraído la impureza ritual.

23–24. Los que tocaban las flautas formaban parte común del ritual fúnebre para guiar a la muchedumbre en el lamento. Se requerían varias plañideras, mujeres dolientes profesionales, incluso en el entierro de personas muy pobres; en el entierro de un miembro de una familia prominente habría de gustar muchos dolientes. El descargo catártico era el lamento, con chillidos incluidos, y golpes en el pecho. Ya que los cuerpos se descomponían rápidamente en Palestina, los dolientes se congregaban, si era posible, inmediatamente después de que alguien muriera; en este caso, incluso lo habían hecho antes de que la noticia de que su hija había muerto alcanzara a Jairo.

25–26. La mayor impureza ritual que uno podría contraer según la ley judía provenía de tocar un cadáver (Num 19:11–22).
Nada detiene a Jesús con tal de curar a la humanidad, ni prejuicios, ni rituales, ni tabúes, ni siquiera la muerte.

Para la reflexión

Dios no necesita nada de nosotros, sino nosotros de Él. Ante la angustia ¡invoquémosle! (Del Salmo)

No es que Dios nos mata directamente, nosotros lo hacemos al no escuchar a los profetas de Dios que hablan Su Palabra! (De Oseas)

Desde aquella promesa al padre Abraham, el que le creyó a Dios contra toda esperanza, la humanidad que estaba muerta por gracia vive. (De Romanos)

Nada detiene a Jesús con tal de curar a la humanidad, ni prejuicios, ni rituales, ni tabúes, ni siquiera la muerte. (Del Evangelio)

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