Mateo 22:34-46

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Salmo 1 Levítico 19:1-2.15-18 1ª Tesalonicenses 2:1-8 Mateo 22:34-46

¿De quién es hijo el Cristo? (Marcos 12.35–37 Lucas 20.41–44)

Controversias con los dirigentes judíos

En Mt 21:28—22:14 hay tres parábolas agudas. Es importante considerar estas tres parábolas juntas y leerlas en el presente contexto como la respuesta de Jesús a la hostilidad de las autoridades judías. Cada parábola habla de un grupo de personas que pierde su posición de privilegio y que es reemplazado por aquellos que éstos habrían despreciado. El tema que corre a través de ellas es, por lo tanto, el asunto de quiénes son el verdadero pueblo de Dios, y las tres sugieren que está ocurriendo un cambio fundamental.

Mt 22:34–40. El mandamiento más grande (ver
Mc 12:28–31 cf. Lc 10:25–27). La segunda pregunta de los fariseos era importante y recibió una contestación también importante. Aun así era una “prueba”, dado que una respuesta menos cuidadosa podría haber permitido que a Jesús se le hubiera acusado de procurar “abolir [partes de] la ley” (5:17). Tanto Deut. 6:5 como Lev. 19:18 eran citados frecuentemente en discusiones éticas rabínicas, pero la idea de juntarlos a manera de resumen de toda la Ley y los Profetas (cf. 7:12 para ver un resumen optativo) fue una idea creativa brillante. Enfocando las dos mitades de los diez mandamientos (el deber hacia Dios y el deber hacia el prójimo) ofrece el fundamento para toda nuestra vida y luego resumiendo ese deber con la palabra amor, sobrepasa el requerimiento definido de la ley en una actitud piadosa que los debe subyacer.

Mt 22:41–46. “¿Hijo de David?” (ver Mc 12:35–37 Lc 20:41–44). De nuevo Jesús asume la iniciativa en contra de los fariseos. Su pregunta parece de teología académica: ¿Será el título Hijo de David apropiado para el Mesías? Pero él mismo ha sido saludado repetidamente con este título, y la ocasión más reciente y en público fue en 21:9, 15, 16 donde él mismo lo permitió, aun provocando esta respuesta. Así que su propia posición estaba en consideración.
Hijo de David era un título tradicionalmente mesiánico, y uno que no solamente ocurre con frecuencia en la narración de Mateo, sino que fue la base de la presentación de Jesús como el Mesías en el cap. 1. Por lo tanto, no es probable que este pasaje tenga el propósito de socavar todo el argumento. Más bien la intención es que el Mesías es más que meramente un hijo de David como se ve en las palabras de David en el Sal 110:1. Este mismo texto se usa nuevamente en 26:64, reclamando para Jesús una autoridad sobrehumana.

Otra vez, Jesús estaba advirtiendo a las personas de no juzgar su misión en términos tradicionales. Lejos de ser entronizado en Jerusalén como un rey parecido a David, pronto sería rechazado por su pueblo. Aun así, sobre la cruz, no se le reconocería como un hijo de David (el título no ocurre nuevamente), sino como “el Hijo de Dios” (Mt 27:54).

Nota: Este argumento depende de la creencia de que David era el autor del Sal. 110 y que estaba hablando del futuro Mesías. Ambas ideas se disputan por la mayoría de los estudiosos del AT hoy en día, pero en los tiempos de Jesús se hubiera dado por sabido.

Los otros textos del Leccionario

Salmo 1. El contraste decisivo

El Sal. 1 es una introducción a todo el libro de Sal. Primero, es un salmo de fe (3d). Esta promesa de prosperidad no es una promesa de buena fortuna a cambio de una buena conducta. ¡Salmos conoce demasiado bien la vida para pretender tal cosa! (ver 42, 73). Más bien, así como seguimos diciendo “Creo en Dios el Padre Todopoderoso” aunque nos encontramos que la vida muchas veces parece negar su paternidad y su omnipotencia, así también el v. 3 profesa un “credo”: el mundo es el mundo de Dios y los que se ponen de su lado segura y definitivamente gozarán de bendición (6). Segundo, es un salmo de consagración: a un estilo de vida singular (1) y a la palabra de Dios (2). Verdaderamente “singularidad” es el tema alrededor del cual se ha estructurado el poema.

A1 (v. 1) El camino de bendición

B1 (v. 2) Perseverancia en la ley del Señor

C1 (v. 3) El árbol frutal que permanece

C2 (v. 4) La paja temporal

B2 (v. 5) Sin posición en el juicio del Señor

A2 (v. 6) El camino de la muerte

El camino de bendición: vida presente. Dependiendo del contexto, Bienaventurado puede significar bajo la bendición de Dios, feliz o satisfecho, o intrínsecamente correcto. Aquí cabe cualquiera de los tres significados. Pero la bendición y felicidad son consecuencias de una consagración a la vida que es buena. Anda... se detiene... se sienta. Nuestra singularidad debe notarse en nuestro estilo de vida.

Perseverancia en la ley del Señor.

Ley, “enseñanza”, como lo que un padre cariñoso ofrece a un hijo que ama (Prov 3:1). Delicia … medita. Como base de la obediencia activa del v. 1 está la piedad interior de los sentimientos y pensamientos ejercitados de día y de noche en la palabra de Dios.
El árbol frutal que permanece. Plantado, literalmente “transplantado”, p. ej. una nueva posición en la cual uno ha sido puesto (80:8 cf. Col 1:13). Está en contraste con la paja temporal.

Sin posición en el juicio del Señor.

Juicio... congregación. En la evaluación divina final, los que andan bien con Dios (justos) contrastan con los que han seguido su propio consejo y, por implicación, no pusieron sus vidas dentro de los parámetros de la revelación divina.
El camino de la muerte: destino final. Conoce o vigila, entra en un íntimo y amoroso cuidado. Perecerá, la última palabra, compárela con la palabra inicial bienaventurado (1), ¡realmente un contraste indiscutible!

Levítico 19:1-2.15-18

Lev 19:1-37. El carácter social de Israel
Este capítulo sobresale entre los distintivos más ricos de la ética del AT, junto con pasajes como Deut 23–25 Sal. 15 Am 5 Mi 6:6–8 Job 31 Ez 18 Is 58. Incluye y se explaya en todos los Diez Mandamientos en una manera u otra, y también los condensa en lo que Jesús denominó el segundo mandamiento más grande en la ley, y al cual Pablo se refirió en esencia: amarás a tu prójimo como a ti mismo (v. 18 cf. Mt 22:37–40 Rom 13:8–10). El capítulo está encabezado con el lema de esta mitad de Levítico: Sed santos, porque yo, Jehová vuestro Dios, soy santo. El resto del capítulo disipa cualquier idea de que la santidad en el AT era meramente un asunto de pureza ritual. Tenía que mostrarse en toda área de la vida práctica. La santidad significaba transformar la vida diaria con la calidad de conducta que era absolutamente diferente de las costumbres del mundo que los rodeaba. Estos versículos combinan el quinto, cuarto y segundo mandamientos. El lugar central de la familia en la vida social de Israel está indicado en la prioridad que se da al respeto a los padres (incidentalmente nótese que la madre no sólo está incluida sino que se le menciona primero). Las leyes de la siega (cf. 23:22 Deut 24:19–22) eran parte del sistema israelita de bienestar social para proveer a los pobres (es decir, aquellos que no contaban con la seguridad normal de una familia por ejemplo, las viudas y los huérfanos) y quienes no tenían terrenos y tenían que vivir de vender su mano de obra o habilidades (extranjeros, levitas, obreros). Por lo tanto, el aliviamiento de la pobreza en Israel estaba ado dentro de las estructuras económicas y legales no se dejaba como un asunto de caridad privada.
El punto es que, cualquiera sea el sistema económico, debe haber provisión adecuada para los pobres. La propiedad confiere responsabilidades, no sólo privilegios. Y este es el significado práctico de la santidad.

La santidad demanda justicia en la comunidad
local (vv. 15–18). En el Israel de antaño, la administración de la justicia estaba en las manos de los ancianos de cada vecindario. Por eso era vital que su integridad no fuera maleada por el favoritismo (v. 15), las malas intenciones o el falso testimonio entre el público en general (v. 16). La armonía de una comunidad dependía no sólo de “los profesionales”, sino de la conducta apropiada de todos al evitar la calumnia, el odio, la venganza y hasta el rencor. Por lo tanto, el contexto del segundo gran mandamiento nos muestra que amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos no es sólo un asunto de sentimientos privados o generosidad interpersonal, sino de ética social práctica en la arena pública, incluyendo el proceso legal. Esto también es santidad.

1 Tesalonicenses 2:1-8

1 Tes 2:1-16. La conducta de los misioneros en Tesalónica

La parte principal de la carta comienza considerando el tema mencionado en 1:5-6. Los misioneros, y ciertamente todos los testigos cristianos, son particularmente vulnerables a la crítica y, por lo tanto, deben hacer el mayor esfuerzo de vivir y de verse viviendo en público, en una forma que no esté abierta a la crítica. La conducta de Pablo como un misionero en Tesalónica parece haber sido criticada durante su ausencia, aparentemente por gente de fuera de la congregación, y él ahora se defiende a sí mismo de varias posibles acusaciones.
Pablo apela al recuerdo de sus propios lectores relacionado con la visita de los misioneros (“vosotros mismos sabéis”, o “como sabéis”, u “os acordáis” son frases clave: 1, 2, 5, 9, 11). Podían ver por sí mismos que el trabajo misionero no había sido en vano (literalmente “vacío”), en el sentido de que el mismo había sido hueco y carente de contenido o que no los había conducido a resultados profundos en cambio había sido un acto de valor el enfrentar la oposición en Filipos (Hch 16:19–40) y en Tesalónica misma (cf. 1:6 2:14–16 3:3, 4).
Su propósito era el de agradar a Dios y no a su audiencia, no porque fueran indiferentes a su audiencia y sus necesidades, sino porque su criterio no era para ellos el éxito a un nivel humano. Por lo tanto, no emplearon palabras lisonjeras ni tampoco palabras como pretexto para encubrir la verdadera motivación de avaricia, con el fin de sacar dinero de sus convertidos. Otra posible acusación es que estaban buscando gloria de la gente dentro y fuera de la iglesia. Es verdad que los apóstoles o misioneros podrían haber reclamado ciertos privilegios por una cuestión de derechos, tal como el derecho a ser obedecido por sus convertidos y ser sostenidos por las iglesias en sus necesidades materiales. Aquí probablemente el primero de estos derechos sea el que esté en juego.
Los misioneros o pastores deben ser como un padre en el cuidado de sus convertidos (11), pero aquí la figura de la nodriza (en realidad la idea es de una madre) exhibe más fuertemente el elemento de cuidado tierno que se requiere en una actitud paternal. Esta actitud se describe en términos de un afecto que se expresa en un deseo de dar regalos. El regalo más grande desde el punto de vista cristiano es el evangelio de Dios, pero desde un punto de vista humano es el compartir su ser más íntimo con alguien, como sólo dos que se aman podrían anhelar hacerlo.

Bibliografía

Carson, D.A. France, R.T. Motyer, J.A. Wenham, G.J., Nuevo Comentario Bíblico, Siglo Veintiuno, El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 2000.

Keener, Craig S., IVP Bible Background Commentary: New Testament, Downer’s Grove, IL, InterVarsity Press, 1997.

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