Mateo 22:1-14
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Salmo 62 Isaías 25:1-9 Filipenses 4:1-9
Mateo 22:1-14
Mateo 21:28–22:14. Tres parábolas agudas.
Es importante considerar estas tres parábolas juntas y leerlas en el presente contexto como la respuesta de Jesús a la hostilidad de las autoridades judías. Cada parábola habla de un grupo de personas que pierde su posición de privilegio y que es reemplazado por aquellos que éstos habrían despreciado. El tema que corre a través de ellas es, por lo tanto, el asunto de quiénes son el verdadero pueblo de Dios, y las tres sugieren que está ocurriendo un cambio fundamental.
Mt 22:1–14. La fiesta de bodas (cf. Lc 14:16–24). El tema del reemplazo está aun más marcado aquí. Los que habían sido invitados, pero que rehusaron repetidas llamadas y aun asesinaron a los mensajeros, corresponden a los primeros arrendatarios en la parábola anterior, y a los invitados sustituidos por el “pueblo nuevo” de 21:43. Al igual que en 21:31, los nuevos llegados son un grupo que no se hubiera pensado, llegando de las encrucijadas de los caminos, incluyendo tanto a buenos como a malos. Es otra parábola donde se vuelcan las mesas, donde los primeros serán postreros y los últimos serán primeros.
El relato se vuelve estrafalario, ¡con el asesinato de los mensajeros y una campaña militar ocurriendo al mismo tiempo que se enfría la cena! El prender fuego a su ciudad es una reacción muy extrema ante una invitación a cenar rechazada. Pero las parábolas son relatos imaginarios, y no se requiere que reflejen la vida real, y el simbolismo tiene la claridad suficiente. El rechazo de Israel (por parte de sus dirigentes) ante el llamado de Dios por medio de Jesús conduciría a la destrucción de su ciudad, Jerusalén, a la que Jesús había llegado para ser rechazado y muerto (16:21). El propósito se da en 23:38 24:2.
Los vv. 11–14 presentan una nota nueva: aun entre el “pueblo nuevo” no hay una garantía automática de salvación se incluyen tanto buenos como malos (cf. el tema de 7:15–27). Aun alguien de las calles debiera haberse vestido las ropas blancas y limpias apropiadas para una boda el no hacerlo sería insultar al anfitrión. Así, mientras que el reino de los cielos está abierto para cualquiera, les impone una demanda (cf. la necesidad de “producir fruto” en 21:43). No hay lugar para aquellos que no toman en serio su privilegio. El v. 14 resume la situación no sólo para los invitados originales, sino para los recién llegados también.
Honrar al Hijo del Rey o Morir
Mt 22:1-2. “El reino es como” significa que el sujeto es comparado con toda la analogía que sigue. En parábolas (los maestros judíos ilustraron sus enseñanzas regularmente con las historias breves, similar al uso de ilustraciones del sermón hoy (aunque a menudo con menos verosimilitud). Las parábolas de Jesús, como aquéllos de otros maestros, ilustraron sus puntos gráficamente. Muchos detalles en estas parábolas aparecen allí sólo para adelantar la línea de la historia. Intérpretes modernos que leyeron demasiado en tales detalles secundarios corren el riesgo de pasar por alto el punto real o los puntos centrales de la parábola. A menudo se comparó a Dios con un rey cuyo hijo representó a Israel la escena también era a menudo una fiesta de la boda del hijo. Las fiestas de casamiento eran frecuentemente grandes una persona muy adinerada podría invitar una ciudad entera. Concurrir a una fiesta de boda requeriría algún compromiso valioso tiempo por parte de los invitados (los oidores judíos asumirían una fiesta que duraba siete días, y un rey esperaría que sus invitados permanecieran a lo largo de la fiesta) este compromiso sería difícil para los campesinos que trabajaban la tierra. Pero el honor de ser invitados por un rey – y el temor de desagradar habría motivado que el invitado inteligente asistiera. Los invitados pueden haber sido sin embargo hacendados aristocráticos (22:5), quienes tenían tiempo ocioso para tales actividades.
Mt 22:3. Siguiendo la costumbre, una invitación preliminar ya habría sido enviada (“aquéllos que habían sido invitados”) los invitados potenciales no tenían así ninguna excusa.
Mt 22:4. El rey reitera el honor de la invitación. Era costumbre enviar invitaciones por adelantado (la que ellos habían aceptado) y luego un mensajero para avisar que la comida estaba lista.
Mt 22:5. Ignorar al rey sería escandaloso, haría pensar probablemente en sentimientos traidores e provocaría quizás la ira de un rey.
Mt 22:6. Esta conducta habría sido obviamente ilegal incluso en los sirvientes que no pertenecieran al rey pero los sirvientes de un rey tenían un status más alto que la mayoría de las personas libres, y como mensajeros de un rey representaron su propia persona. Las gentes despreciaban el maltrato de heraldos universales, o emisarios. Además, el maltrato de representantes reales sería traición abierta, constituyendo una declaración de revuelta. Éste era el tratamiento que recibieron los sirvientes-mensajeros de Dios, los profetas, al no ser recibidos.
Mt 22:7. Los reyes no siempre vivieron en el mismo lugar donde estaba su administración la quemazón de la ciudad alude específicamente a la destrucción de Jerusalén que se quemó en el año 70 d.C. (vea 24:15). Quemar una ciudad era el paso final de su destrucción completa.
Mt 22:8-10. las preparaciones para la boda del hijo de un rey serían masivas, y se deshonraría al hijo si los invitados no se presentaran. Así, como un último recurso, el rey invita a los plebeyos.
Mt 22:11-13. Aún los plebeyos sabían bien que para asistir a una fiesta real sin atavío apropiado (por lo menos limpio), sería una señal de falta de respeto insolente al organizador (quién a estas alturas en la historia no tiene ganas de falta de respeto otra vez!). Así incluso algunos de aquéllos que se presentaron para la fiesta lo deshonraron.
Mt 22:14. la última parte de la historia ilustra el punto de que muchos son los invitados (“llamados”) a una fiesta, pero pocos entre los escogidos.
Los otros textos del leccionario
Salmo 62. Poder que obra en amor
Tenemos mucho que temer y nada en qué apoyarnos o confiar en la humanidad. En consecuencia, bajo la presión humana en toda su realidad, ¿dónde está nuestro recurso? ¡Sólo y perfectamente en Dios! La verdad es declarada (1, 2), repetida como una palabra de aliento para sí misma (5, 6), recomendada a los demás (7, 8) y fundamentada en la palabra de Dios (11, 12). Esta no es una doctrina ilusa sino una que ha sido probada en las duras experiencias de la vida: que la gente puede ser muy peligrosa (3, 4) y que el mundo no ofrece solución ni en sus habitantes (9) ni en sus prácticas.
Isaías 25:1-9. La gran liberación
Is 25:1–5 El fin de la tiranía. Se traduce el particular sufrimiento y correspondiente gratitud de los débiles y sufridos. Es un “Magnificat” del AT. La finalización de la oscuridad y la muerte. La cubierta o velo podrá ser el luto o la ceguera (cf. 2 Cor 3:15) de la humanidad caída. La raíz también encierra la idea de “victoria” (cf. 1 Cor 15:54) o preeminencia. El final del orgullo. Moab se la exhibe como la personificación del orgullo. De la misma manera el muladar expresa la indignidad tanto como lo inexorable del juicio para los orgullosos.
Filipenses 4:1-9
Flp 4:1-3. Apelación a mantenerse unidos
La exhortación de Pablo está basada sobre el peligro de aquellos que quieren que los cristianos se conviertan al judaísmo y su desilusión con los que viven conforme a los deseos de la carne. Las divisiones y el espíritu partidista en la iglesia (2:1–5), comprometen seriamente sus vidas. Recuerda las palabras del Señor Jesús cuando enseñó a sus discípulos a no regocijarse en los logros en su servicio, sino en la gracia de Dios que posibilitó que sus nombres estén “escritos en los cielos” (Lc 10:20).
Flp 4:4-7. Llamado al gozo y a la vida de oración
Otra vez el tema del gozo sobresale en esta carta cuando el Apóstol dice a sus lectores: ¡Regocijaos... siempre!, y agrega en el Señor repitiendo la frase aun otra vez: “Estad firmes en el Señor...“ (1) “que se pongan de acuerdo en el Señor” (2), y ahora: ¡Regocijaos en el Señor...! El total del vivir cristiano es un asunto de esa relación con el Señor Jesús viviente, en la atmósfera de su presencia y su gracia que lo hace todo posible.
La ansiedad no tiene lugar en la vida de los cristianos ya que en todo puede haber oración, la oración en sus varias formas y modos: petición, ruego, pero por sobre todo acción de gracias. Esto es porque debemos siempre alabanza a Dios, y porque la fe es vivificada cuando recordamos en acción de gracias lo que Dios ha hecho por nosotros en el pasado. Hay un eco aquí de la enseñanza de Jesús (Mt 6:25–34 7:7–11). 1 Pe 5:7 dice algo semejante: “Echad sobre él toda vuestra ansiedad, porque él tiene cuidado de vosotros”. “Ansiedad y oración son más opuestos entre sí que el fuego y el agua.”
Cuando la oración reemplaza a la preocupación sobreviene la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, y esa paz actúa como un centinela que resguarda la mente y las emociones del cristiano de ser abrumadas por un repentino arrebato de miedo, ansiedad o tentación. Esta realidad deberían comprobarla los cristianos diariamente.
Flp 4:8-9. Mantened lo verdadero y lo honorable
Algunas veces se ha dicho que las cualidades del carácter mencionado aquí no son definitivamente cristianas, sino las que han sido honradas en muchas culturas y sociedades. Esto puede ser cierto, pero el cristiano tiene una obligación especial de evidenciarlas y tiene el poder del Espíritu para hacerlo.
Ocho palabras se usan para las cosas que deben llenar los pensamientos en la vida del cristiano. En la medida en que las “tomen en cuenta” (el significado de la palabra pensad) definirán actitudes y dirigirán las palabras y las acciones. Se trata de todo lo que es verdadero y honesto, digno y honorable, correcto y justo, puro y santo, amable y bello, de buen nombre y digno de ser oído. La palabra traducida virtud, dentro de la ética clásica gr., era la que mejor definía lo excelente, y finalmente lo que era digno de alabanza y recomendación.
Esto haced. En otras palabras, viviendo por lo que ellos conocen y han reconocido resultará en una clase de vida que Pablo había procurado modelar para los filipenses (ver 3:17). No solamente encontrarían la paz de Dios, sino también su presencia perdurable (cf. 2 Cor 13:11 2 Tes 3:16).
Mateo 22:1-14
Mateo 21:28–22:14. Tres parábolas agudas.
Es importante considerar estas tres parábolas juntas y leerlas en el presente contexto como la respuesta de Jesús a la hostilidad de las autoridades judías. Cada parábola habla de un grupo de personas que pierde su posición de privilegio y que es reemplazado por aquellos que éstos habrían despreciado. El tema que corre a través de ellas es, por lo tanto, el asunto de quiénes son el verdadero pueblo de Dios, y las tres sugieren que está ocurriendo un cambio fundamental.
Mt 22:1–14. La fiesta de bodas (cf. Lc 14:16–24). El tema del reemplazo está aun más marcado aquí. Los que habían sido invitados, pero que rehusaron repetidas llamadas y aun asesinaron a los mensajeros, corresponden a los primeros arrendatarios en la parábola anterior, y a los invitados sustituidos por el “pueblo nuevo” de 21:43. Al igual que en 21:31, los nuevos llegados son un grupo que no se hubiera pensado, llegando de las encrucijadas de los caminos, incluyendo tanto a buenos como a malos. Es otra parábola donde se vuelcan las mesas, donde los primeros serán postreros y los últimos serán primeros.
El relato se vuelve estrafalario, ¡con el asesinato de los mensajeros y una campaña militar ocurriendo al mismo tiempo que se enfría la cena! El prender fuego a su ciudad es una reacción muy extrema ante una invitación a cenar rechazada. Pero las parábolas son relatos imaginarios, y no se requiere que reflejen la vida real, y el simbolismo tiene la claridad suficiente. El rechazo de Israel (por parte de sus dirigentes) ante el llamado de Dios por medio de Jesús conduciría a la destrucción de su ciudad, Jerusalén, a la que Jesús había llegado para ser rechazado y muerto (16:21). El propósito se da en 23:38 24:2.
Los vv. 11–14 presentan una nota nueva: aun entre el “pueblo nuevo” no hay una garantía automática de salvación se incluyen tanto buenos como malos (cf. el tema de 7:15–27). Aun alguien de las calles debiera haberse vestido las ropas blancas y limpias apropiadas para una boda el no hacerlo sería insultar al anfitrión. Así, mientras que el reino de los cielos está abierto para cualquiera, les impone una demanda (cf. la necesidad de “producir fruto” en 21:43). No hay lugar para aquellos que no toman en serio su privilegio. El v. 14 resume la situación no sólo para los invitados originales, sino para los recién llegados también.
Honrar al Hijo del Rey o Morir
Mt 22:1-2. “El reino es como” significa que el sujeto es comparado con toda la analogía que sigue. En parábolas (los maestros judíos ilustraron sus enseñanzas regularmente con las historias breves, similar al uso de ilustraciones del sermón hoy (aunque a menudo con menos verosimilitud). Las parábolas de Jesús, como aquéllos de otros maestros, ilustraron sus puntos gráficamente. Muchos detalles en estas parábolas aparecen allí sólo para adelantar la línea de la historia. Intérpretes modernos que leyeron demasiado en tales detalles secundarios corren el riesgo de pasar por alto el punto real o los puntos centrales de la parábola. A menudo se comparó a Dios con un rey cuyo hijo representó a Israel la escena también era a menudo una fiesta de la boda del hijo. Las fiestas de casamiento eran frecuentemente grandes una persona muy adinerada podría invitar una ciudad entera. Concurrir a una fiesta de boda requeriría algún compromiso valioso tiempo por parte de los invitados (los oidores judíos asumirían una fiesta que duraba siete días, y un rey esperaría que sus invitados permanecieran a lo largo de la fiesta) este compromiso sería difícil para los campesinos que trabajaban la tierra. Pero el honor de ser invitados por un rey – y el temor de desagradar habría motivado que el invitado inteligente asistiera. Los invitados pueden haber sido sin embargo hacendados aristocráticos (22:5), quienes tenían tiempo ocioso para tales actividades.
Mt 22:3. Siguiendo la costumbre, una invitación preliminar ya habría sido enviada (“aquéllos que habían sido invitados”) los invitados potenciales no tenían así ninguna excusa.
Mt 22:4. El rey reitera el honor de la invitación. Era costumbre enviar invitaciones por adelantado (la que ellos habían aceptado) y luego un mensajero para avisar que la comida estaba lista.
Mt 22:5. Ignorar al rey sería escandaloso, haría pensar probablemente en sentimientos traidores e provocaría quizás la ira de un rey.
Mt 22:6. Esta conducta habría sido obviamente ilegal incluso en los sirvientes que no pertenecieran al rey pero los sirvientes de un rey tenían un status más alto que la mayoría de las personas libres, y como mensajeros de un rey representaron su propia persona. Las gentes despreciaban el maltrato de heraldos universales, o emisarios. Además, el maltrato de representantes reales sería traición abierta, constituyendo una declaración de revuelta. Éste era el tratamiento que recibieron los sirvientes-mensajeros de Dios, los profetas, al no ser recibidos.
Mt 22:7. Los reyes no siempre vivieron en el mismo lugar donde estaba su administración la quemazón de la ciudad alude específicamente a la destrucción de Jerusalén que se quemó en el año 70 d.C. (vea 24:15). Quemar una ciudad era el paso final de su destrucción completa.
Mt 22:8-10. las preparaciones para la boda del hijo de un rey serían masivas, y se deshonraría al hijo si los invitados no se presentaran. Así, como un último recurso, el rey invita a los plebeyos.
Mt 22:11-13. Aún los plebeyos sabían bien que para asistir a una fiesta real sin atavío apropiado (por lo menos limpio), sería una señal de falta de respeto insolente al organizador (quién a estas alturas en la historia no tiene ganas de falta de respeto otra vez!). Así incluso algunos de aquéllos que se presentaron para la fiesta lo deshonraron.
Mt 22:14. la última parte de la historia ilustra el punto de que muchos son los invitados (“llamados”) a una fiesta, pero pocos entre los escogidos.
Los otros textos del leccionario
Salmo 62. Poder que obra en amor
Tenemos mucho que temer y nada en qué apoyarnos o confiar en la humanidad. En consecuencia, bajo la presión humana en toda su realidad, ¿dónde está nuestro recurso? ¡Sólo y perfectamente en Dios! La verdad es declarada (1, 2), repetida como una palabra de aliento para sí misma (5, 6), recomendada a los demás (7, 8) y fundamentada en la palabra de Dios (11, 12). Esta no es una doctrina ilusa sino una que ha sido probada en las duras experiencias de la vida: que la gente puede ser muy peligrosa (3, 4) y que el mundo no ofrece solución ni en sus habitantes (9) ni en sus prácticas.
Isaías 25:1-9. La gran liberación
Is 25:1–5 El fin de la tiranía. Se traduce el particular sufrimiento y correspondiente gratitud de los débiles y sufridos. Es un “Magnificat” del AT. La finalización de la oscuridad y la muerte. La cubierta o velo podrá ser el luto o la ceguera (cf. 2 Cor 3:15) de la humanidad caída. La raíz también encierra la idea de “victoria” (cf. 1 Cor 15:54) o preeminencia. El final del orgullo. Moab se la exhibe como la personificación del orgullo. De la misma manera el muladar expresa la indignidad tanto como lo inexorable del juicio para los orgullosos.
Filipenses 4:1-9
Flp 4:1-3. Apelación a mantenerse unidos
La exhortación de Pablo está basada sobre el peligro de aquellos que quieren que los cristianos se conviertan al judaísmo y su desilusión con los que viven conforme a los deseos de la carne. Las divisiones y el espíritu partidista en la iglesia (2:1–5), comprometen seriamente sus vidas. Recuerda las palabras del Señor Jesús cuando enseñó a sus discípulos a no regocijarse en los logros en su servicio, sino en la gracia de Dios que posibilitó que sus nombres estén “escritos en los cielos” (Lc 10:20).
Flp 4:4-7. Llamado al gozo y a la vida de oración
Otra vez el tema del gozo sobresale en esta carta cuando el Apóstol dice a sus lectores: ¡Regocijaos... siempre!, y agrega en el Señor repitiendo la frase aun otra vez: “Estad firmes en el Señor...“ (1) “que se pongan de acuerdo en el Señor” (2), y ahora: ¡Regocijaos en el Señor...! El total del vivir cristiano es un asunto de esa relación con el Señor Jesús viviente, en la atmósfera de su presencia y su gracia que lo hace todo posible.
La ansiedad no tiene lugar en la vida de los cristianos ya que en todo puede haber oración, la oración en sus varias formas y modos: petición, ruego, pero por sobre todo acción de gracias. Esto es porque debemos siempre alabanza a Dios, y porque la fe es vivificada cuando recordamos en acción de gracias lo que Dios ha hecho por nosotros en el pasado. Hay un eco aquí de la enseñanza de Jesús (Mt 6:25–34 7:7–11). 1 Pe 5:7 dice algo semejante: “Echad sobre él toda vuestra ansiedad, porque él tiene cuidado de vosotros”. “Ansiedad y oración son más opuestos entre sí que el fuego y el agua.”
Cuando la oración reemplaza a la preocupación sobreviene la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, y esa paz actúa como un centinela que resguarda la mente y las emociones del cristiano de ser abrumadas por un repentino arrebato de miedo, ansiedad o tentación. Esta realidad deberían comprobarla los cristianos diariamente.
Flp 4:8-9. Mantened lo verdadero y lo honorable
Algunas veces se ha dicho que las cualidades del carácter mencionado aquí no son definitivamente cristianas, sino las que han sido honradas en muchas culturas y sociedades. Esto puede ser cierto, pero el cristiano tiene una obligación especial de evidenciarlas y tiene el poder del Espíritu para hacerlo.
Ocho palabras se usan para las cosas que deben llenar los pensamientos en la vida del cristiano. En la medida en que las “tomen en cuenta” (el significado de la palabra pensad) definirán actitudes y dirigirán las palabras y las acciones. Se trata de todo lo que es verdadero y honesto, digno y honorable, correcto y justo, puro y santo, amable y bello, de buen nombre y digno de ser oído. La palabra traducida virtud, dentro de la ética clásica gr., era la que mejor definía lo excelente, y finalmente lo que era digno de alabanza y recomendación.
Esto haced. En otras palabras, viviendo por lo que ellos conocen y han reconocido resultará en una clase de vida que Pablo había procurado modelar para los filipenses (ver 3:17). No solamente encontrarían la paz de Dios, sino también su presencia perdurable (cf. 2 Cor 13:11 2 Tes 3:16).