Mateo 20:1-16
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Los dos domingos anteriores nos habíamos ocupado de las enseñanzas de Jesús en su sermón a la comunidad (cap. 18 de Mateo).. En el cap. 19 se retoma la parte narrativa (caps. 19-22), con dos instrucciones, sobre el matrimonio y sobre las riquezas. Al terminar el logion sobre la recompensa al desprendimiento (19:27-29), Jesús decía aquel célebre aforismo: “muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros” (v.30).
Ahora bien, como nuestro relato de hoy empieza con “pues” (gár, en griego), es evidente que el redactor quiere relacionarlo con lo anterior, en especial con el dicho de Jesús. De hecho, Jesús lo repetirá al final de la parábola (v.16) y lo insinúa en la reflexión del v.8b: “empezando por lo últimos hasta los primeros”. La parábola establece una paradoja aparente, la no-relación constante entre trabajo y salario, pero salva y pone de manifiesto dos valores esenciales: el de la justicia (se paga lo prometido, v.13) y el de la generosidad (se puede dar más de lo que correspondería, v.15). Si es menos, es injusticia.
Lo que también resulta del texto, es que todos guardamos en nuestro interior tendencias negativas que afloran cuando un “hecho” las hace emerger. La queja de los primeros obreros no habría sido expresada de haber sido los únicos trabajadores de aquel día. Habrían salido contentos con la paga contratada. Habrían llenado su jornada y aportado algo para la familia. Pero la intención de la parábola es precisamente mostrar por qué y cuándo nace el rencor y la rebeldía. En este caso, no es por una injusticia de parte del dueño de la viña, sino por su generosidad a los otros. Normalmente, y de haber motivaciones personales, esto sería favoritismo, pero siempre queda a salvo la justicia. Tal vez lo difícil es esa relación equilibrada entre justicia y generosidad, como también entre justicia y perdón. Cuando se oponen estos pares de cosas (generosidad sin justicia, perdón sin justicia, justicia sin perdón) se perpetúa el conflicto; cuando se unen, cesa.
Para entender mejor la parábola, hay que tener en cuenta que el trabajo “de sol a sol” suponía que el día laborable tenía doce horas, que eran divididas generalmente de tres en tres. Pongamos que de 6 a 18hs. Los primeros jornaleros fueron contratados a las 6 de la mañana, y los últimos, a las 5 de la tarde, la undécima hora. Por eso a ellos les dice el dueño de la viña: “¿Por qué estáis aquí todo el día parados?”.
En este caso cabe otra observación. La generosidad del propietario no debe medirse sólo en términos de justicia, y en comparación con los de la primera hora (las 6 de la mañana), según la queja de estos mismos (v.12). También hay que considerar las necesidades de los que no habían conseguido trabajo hasta última hora. La generosidad, por tanto, resulta ser también consideración hacia los últimos. En definitiva, todos pudieron llevar a sus casas un jornal que les permitiría satisfacer sus mínimas necesidades. Eso también es justicia objetiva, que no se ve mucho ni poco en nuestra sociedad calculadora y egoísta.
Las otras lecturas
Filipenses 1:21-30
Este texto –de por sí muy rico en espiritualidad– no viene muy al caso como complemento del evangelio. Puede haber sido sugerido por los términos “ganancia” y “trabajo” del inicio (vv.21.22), pero no conviene hacer alegoresis sobre un texto ya simbólico y cargado de metáforas. Es hacerle perder su propio sentido.
Jonás 3:10-4:11
El librito de Jonás es una joya literaria y teológica. No es propiamente un libro profético sino una ficción narrativa que propone una enseñanza muy profunda, que tiene que ver con aquello de que “los últimos serán los primeros”. Un israelita no podía imaginar siquiera que su Dios, Yavé, pudiera tener compasión de una ciudad gentil, paradigma, junto con Babilonia, de toda ciudad enemiga y opresora (léase la profecía de Nahún, a poca distancia de nuestro texto, titulada “Oráculo sobre Nínive”). Lo que la narración supone, y que está en otros textos, es que los ninivitas se convirtieron al escuchar la palabra de Yavé (Jonás 3:10). Véase, en el mismo evangelio de Mateo, 12:41. El profeta, en cambio, no es aceptado en su propia patria.
Pero la asociación principal del pasaje de Jonás con el de Mateo, está en 4:2. Tal vez con un dejo de ironía, Jonás reconoce casi con pena que Yavé es “clemente y misericordioso..., y rico en amor...”. Es una manera de “lamentarse” de que, siendo tal, haya podido tener piedad de Nínive. En el fondo, es la queja por la generosidad de Yavé, la misma de los obreros de la primera hora en la parábola evangélica.
Salmo 145:1-8
La conexión de esta cita con la propuesta litúrgica de hoy está en el último versículo: “Clemente y compasivo es Yavé, tardo a la cólera y rico en amor” (v.8). Si se lee todo el himno, se verá que es una celebración de la acción divina en la historia (nótese el léxico de “obras / maravillas / hazañas / portentos / proezas”). “Ricos en amor” podemos ser también nosotros, y también podemos entender al que lo es, aunque no nos guste por interés personal.
Ahora bien, como nuestro relato de hoy empieza con “pues” (gár, en griego), es evidente que el redactor quiere relacionarlo con lo anterior, en especial con el dicho de Jesús. De hecho, Jesús lo repetirá al final de la parábola (v.16) y lo insinúa en la reflexión del v.8b: “empezando por lo últimos hasta los primeros”. La parábola establece una paradoja aparente, la no-relación constante entre trabajo y salario, pero salva y pone de manifiesto dos valores esenciales: el de la justicia (se paga lo prometido, v.13) y el de la generosidad (se puede dar más de lo que correspondería, v.15). Si es menos, es injusticia.
Lo que también resulta del texto, es que todos guardamos en nuestro interior tendencias negativas que afloran cuando un “hecho” las hace emerger. La queja de los primeros obreros no habría sido expresada de haber sido los únicos trabajadores de aquel día. Habrían salido contentos con la paga contratada. Habrían llenado su jornada y aportado algo para la familia. Pero la intención de la parábola es precisamente mostrar por qué y cuándo nace el rencor y la rebeldía. En este caso, no es por una injusticia de parte del dueño de la viña, sino por su generosidad a los otros. Normalmente, y de haber motivaciones personales, esto sería favoritismo, pero siempre queda a salvo la justicia. Tal vez lo difícil es esa relación equilibrada entre justicia y generosidad, como también entre justicia y perdón. Cuando se oponen estos pares de cosas (generosidad sin justicia, perdón sin justicia, justicia sin perdón) se perpetúa el conflicto; cuando se unen, cesa.
Para entender mejor la parábola, hay que tener en cuenta que el trabajo “de sol a sol” suponía que el día laborable tenía doce horas, que eran divididas generalmente de tres en tres. Pongamos que de 6 a 18hs. Los primeros jornaleros fueron contratados a las 6 de la mañana, y los últimos, a las 5 de la tarde, la undécima hora. Por eso a ellos les dice el dueño de la viña: “¿Por qué estáis aquí todo el día parados?”.
En este caso cabe otra observación. La generosidad del propietario no debe medirse sólo en términos de justicia, y en comparación con los de la primera hora (las 6 de la mañana), según la queja de estos mismos (v.12). También hay que considerar las necesidades de los que no habían conseguido trabajo hasta última hora. La generosidad, por tanto, resulta ser también consideración hacia los últimos. En definitiva, todos pudieron llevar a sus casas un jornal que les permitiría satisfacer sus mínimas necesidades. Eso también es justicia objetiva, que no se ve mucho ni poco en nuestra sociedad calculadora y egoísta.
Las otras lecturas
Filipenses 1:21-30
Este texto –de por sí muy rico en espiritualidad– no viene muy al caso como complemento del evangelio. Puede haber sido sugerido por los términos “ganancia” y “trabajo” del inicio (vv.21.22), pero no conviene hacer alegoresis sobre un texto ya simbólico y cargado de metáforas. Es hacerle perder su propio sentido.
Jonás 3:10-4:11
El librito de Jonás es una joya literaria y teológica. No es propiamente un libro profético sino una ficción narrativa que propone una enseñanza muy profunda, que tiene que ver con aquello de que “los últimos serán los primeros”. Un israelita no podía imaginar siquiera que su Dios, Yavé, pudiera tener compasión de una ciudad gentil, paradigma, junto con Babilonia, de toda ciudad enemiga y opresora (léase la profecía de Nahún, a poca distancia de nuestro texto, titulada “Oráculo sobre Nínive”). Lo que la narración supone, y que está en otros textos, es que los ninivitas se convirtieron al escuchar la palabra de Yavé (Jonás 3:10). Véase, en el mismo evangelio de Mateo, 12:41. El profeta, en cambio, no es aceptado en su propia patria.
Pero la asociación principal del pasaje de Jonás con el de Mateo, está en 4:2. Tal vez con un dejo de ironía, Jonás reconoce casi con pena que Yavé es “clemente y misericordioso..., y rico en amor...”. Es una manera de “lamentarse” de que, siendo tal, haya podido tener piedad de Nínive. En el fondo, es la queja por la generosidad de Yavé, la misma de los obreros de la primera hora en la parábola evangélica.
Salmo 145:1-8
La conexión de esta cita con la propuesta litúrgica de hoy está en el último versículo: “Clemente y compasivo es Yavé, tardo a la cólera y rico en amor” (v.8). Si se lee todo el himno, se verá que es una celebración de la acción divina en la historia (nótese el léxico de “obras / maravillas / hazañas / portentos / proezas”). “Ricos en amor” podemos ser también nosotros, y también podemos entender al que lo es, aunque no nos guste por interés personal.