Marcos 6:30-34

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Jeremías 23:1-6; Efesios 2:13-18; Marcos 6:30-34; Salmo 23

Jesús se reúne con sus discípulos luego de la muerte de Juan el Bautista y de que han regresado de ir de dos en dos predicando por las aldeas (ver texto domingo anterior). Podemos imaginar su tristeza y en consecuencia decidir tomar una barca e irse a otro lugar, donde estar solos, probablemente compartiendo los sentimientos propios del duelo y evaluando la acción llevada a cabo. Se van a un lugar desierto. Pero la gente no sabía de ese duelo y los siguen por la orilla. De modo que al llegar al lugar se encuentran con una multitud ansiosa por oír a Jesús. Entonces éste en lugar de volver a irse hacia otro lugar, “tuvo compasión de ellos” y comenzó a hablarles.
Destaquemos algunos puntos:

a. Jesús parece rebasado por la gente. Ellos lo buscan aún cuando él quiere apartarse por unos momentos con sus amigos. Esta situación es también intencional de parte del autor evangélico. Nos quiere resaltar esta fuerza de la gente que busca a Jesús. Asombra el contraste con otros momentos de la vida de Jesús donde quedará solo y olvidado de todos aquellos que lo siguieron y escucharon en lugares como este. Es cierto que las distancias y los medios de comunicación de aquella época hacían que una noticia local difícilmente se conociera mucho más allá de los límites de la misma ciudad. Y que la mayoría de estas personas probablemente no supieran de la muerte de Jesús sino bastante tiempo después de sucedida.

b. ¿Por qué lo seguían? La clave parece estar en las palabras de Jesús cuando dice “porque eran como ovejas sin pastor”. Uno puede pensar en una crisis de dirigencia, de sacerdotes corruptos, de políticos vendidos a los romanos. (Flavio Josefo, general judío que unos años más tarde se rendirá ante Vespasiano y pasará a colaborar con los invasores, sería un ejemplo de dirigente colaboracionista de los romanos, y sin duda no fue el único caso). Pero más aún la falta de conducción en este caso indica la carencia de respuestas a las preguntas centrales de la vida. Jesús responde a lo que el corazón de esta gente está necesitando, y lo hace involucrando tanto la esfera interior de la vida como –y aquí su novedad- los aspectos desechados por la teología de la época: la vida libre de la atadura de una ley que los condenaba a todos. Al utilizar la imagen del pastor evoca los textos de Zacarías 11:4-17 donde se denuncia la existencia de pastores que abandonan y maltratan a sus ovejas en directa alusión a la dirigencia sacerdotal del posexilio. Ahora los pastores que no atendían a sus ovejas debían ser los fariseos. Porque éstos habían creado un sinnúmero de leyes que en la práctica colocaban a las grandes mayorías en infracción permanente. Era imposible cumplir con todo. De modo que al cabo de un tiempo la misma gente fue dejando de creer en esas prácticas, aunque las temía. De hecho el liderazgo de los fariseos estaba en este tiempo seriamente cuestionado. Tanto por saduceos –desde la aristocracia –, como por esenios –desde el extremismo religioso.
Es probable que muchos sintieran que ni unos ni otros se interesaban realmente por ellos y encontraron en Jesús la voz de aquel que los entendía e interpretaba en sus necesidades más profundas.

c. Tener compasión. Esa es una expresión muy cara a toda la Biblia. Yavé tuvo compasión de su pueblo esclavizado. Los profetas claman por compasión para el pueblo sufriente. Noemí y Rut recibieron compasión de Dios. Y tantos otros... Ahora Jesús tiene compasión de la gente que lo sigue. Ellos saben que el Maestro se duele con ellos: curó enfermos, escuchó a mujeres, resucitó muertos llorados. Ellos saben captar que El sí los ama y entiende. Y que en sus palabras también se involucra su vida, que a diferencia de otros líderes no hay contradicción entre una y otra.
La práctica de Jesús apuntó en su ministerio a las multitudes abandonadas por los líderes de su época. Abandono que no sólo tuvo que ver con lo espiritual sino con lo social y político. Jesús les hizo saber que el Dios de sus antepasados no se había olvidado de ellos ni rechazaba sus vidas. Por el contrario continuaba teniendo compasión de aquellos a quienes tanto amaba.

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