Marcos 6:14–29

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Salmo 85: 8–13, Amós 7:7–15, Efesios 1:3–14, Marcos 6:14–29

Introducción

Esta sección contiene dos partes, a menudo tratadas separadamente. Primero, tenemos un “informe” sobre la opinión de Herodes y la gente acerca de Jesús (6:14–16). Luego la historia de la muerte del Bautista (6:17–29) cuya forma ha sido muy debatida. Sin embargo, ambas partes se combinan en una al clarificar por qué Herodes mató al Bautista.

“El rey Herodes”

Se refiere a Herodes Antipas, nacido en el 20 a.e.c. de Herodes el Grande y su esposa samaritana, Maltace. Fue a la muerte de su padre en el 4 a.e.c. Tetrarca de Galilea y Perea, el área donde Je-sús desarrolló mayormente su ministerio, en Marcos. Tenía dieciséis años y gobernó hasta el 39 e.c. cuando fue desterrado a Galia. Según Flavio Josefo, su destierro sucedió por causa de la am-bición de Herodias que deseaba que él buscase el título oficial de “rey” nominado por el César romano Caligula. Sus antagonistas tomaron la ocasión para revelar su acumulación de armas para que fuese desterrado. “Rey” Herodes, por consiguiente, representa una designación popular en lugar de un título oficial. (cf. Mt 14:1 – 12 Lc 9:7 – 9, 3:19 – 20 Cf. Itinerario Bíblico III, 2. El Mesías como Moisés, Recuadro NO 23 Herodes Antipas)
El relato más largo y preciso está en Marcos. Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y Perea oyó hablar de Jesús porque la misión y los relatos sobre Jesús eran muchos. Mientras algunos creían que se trataba del Bautista resucitado de entre los muertos, otros suponían que era Elías el cual había de venir a preparar la llegada del Mesías (cf. Mc 9:11). Unos terceros juzgaban a Jesús que procedía como uno de los profetas. Herodes pensaba que el Bautista decapitado por su orden “había sido levantado” por Dios. Marcos había aludido al encarcelamiento del Bautista, (1:14).
El relato de las circunstancias de su prisión y muerte es colocado aquí con el fin de explicar lo que afirma Herodes. Herodes se prendó de Herodías la mujer de Filipo, hermanastro suyo, quien abandonó a su marido y se fue a vivir con aquel. La ley, Lev. 18:16 20:21, reprobaba tal unión, y Juan no dudó en denunciarla. De este modo incurrió en la enemistad de Herodías, la cual “le acechaba” (19) para matarle. Pero temía porque “Herodes sentía respeto por Juan... y le ampa-raba, y oyéndole quedaba perplejo, pero le escuchaba con gusto” (20). La celebración del cumpleaños de Herodes con un banquete ofrecido “a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea” (21) brindó a Herodías la oportunidad que buscaba. Su hija, fruto de su matrimonio con Filipo, fue el instrumento.
No era digno de una mujer de su rango y dignidad aparecer danzando en un festival, pero la función constituía una grata novedad para los invitados, acostumbrados a aplaudir bailarinas profesionales. Herodes, sin duda sintiéndose obligado a mostrar su aprecio de manera principesca, hizo una extravagante promesa y la confirmó temerariamente con un juramento. Herodías acertó a aprovecharse bien de la situación, pues sabía que resultaría difícil a Herodes rehusar la atroz petición que, instruida por su madre, iba a hacer: la cabeza del Bautista.
La petición entristeció a Herodes pero, a causa del juramento y sintiendo vergüenza ante sus invitados “no quiso desairarla” (26). El deseo se cumplió en seguida (27 – 28). Herodías triunfó. El lugar en que los discípulos enterraron el cuerpo de Juan es desconocido. En el siglo IV la tumba del precursor era venerada cerca de Samaria.

Comentario

Lo que Herodes “oyó” eran las diferentes opiniones expresadas públicamente sobre Jesús (6:14b–15). Pero esta explicación interrumpe la escena de la misión de los Doce (6:7–13, 30) y puede indicar el movimiento popular causado por el ministerio de Jesús pero particularmente por la misión de los Doce como representantes en su nombre (cf. 6:30–33).
“Por eso actúan en él estos poderes” obviamente se refiere a “las obras poderosas” hechas por Jesús (cf. 6:2 4:35–5:43) y probablemente por los Doce como sus agentes (6:12–13, 30) que contribuyó a su “fama.”. “Es Elías” es un eslabón entre Jesús con la expectativa popular basada en Mal 3:1 4:5–6 que Elías volvería para anunciar el día del Señor, jugó el papel de un santo patrono en el Judaísmo de la época que ayudaba y protegía al necesitado. Jesús predica (1:14–15) el arrepentimiento urgente en vista del reino de Dios, y sus curaciones y exorcismos traían totalidad y liberación al enfermo y oprimido. “Uno de los profetas” probablemente se refiere a uno de los profetas del AT que indica la estatura otorgada al ministerio de Jesús. Estos ejemplos de opinión pública aparecen de nuevo en 8:28 y apuntan de forma consistente al carácter profético de su ministerio. Cada movimiento lo percibe como un hombre de Dios más allá de la respuesta dada a la pregunta por su “ciudad natal” (6:2–3).
“Cuando Herodes oyó” reasume el punto de partida de 6:14 y lleva a la conclusión de Herodes, a saber, que Jesús era Juan Bautista a quien él había decapitado. Esta identificación une a Jesús estrechamente con el Bautista para el lector como que ya ha encontrado al Bautista “el precursor” de Jesús en el mensaje y destino en 1:4–15 al “empezar el Evangelio acerca del Jesús Mesí-as, Hijo de Dios” (1:1–3). El propio Jesús también hará la conexión en 9:11–13 entre Elías (el Bautista) y el Hijo del hombre. Por consiguiente, la historia que sigue subraya el elemento oscuro en el ministerio de Jesús, su próxima muerte, latente en los rechazos de 3:1–6, 20–29 6:1–6, el destino de profeta en su muerte así como en su vida. Este punto vuelve el enfoque de los discípulos que ‘se esfuerzan en comprender a Jesús’que muestra 8:27–10:52.
Marcos introduce la historia de la muerte del Bautista con un porque explicativo que subordina la conclusión de Herodes, “Juan a quien yo decapité, se levantó de los muertos”. Este relato desarrolla la intriga personal en la corte.
El Bautista acusó a Herodes de matrimonio ilegal basado en la ley de matrimonios prohibidos que específicamente excluía casarse con la esposa del hermano (Lev 18:16 20:21) salvo la ocasión de un matrimonio de levirato para engendrar hijos a un hermano muerto sin ellos. Por cumplir con la ley social ante las autoridades el Bautista es un mártir (vea 2 Mac 6:18–31 4 Mac 5:1–6:3).
Sin embargo, la muerte del mártir es causada en última instancia por la intriga de una mujer intrigante. (Herodias desea matar al Bautista como Jezabel a Elías (1 Rey 19:2) Herodías tiene éxito donde Jezabel falla en sus respectivos deseos, pero la conexión de la Iglesia primitiva entre el Bautista y Elías (1:2–3 9:11–13) hace este paralelo inevitable. Su rencor contra el Bautista y sus deseos de muerte (19) inicialmente se vieron frustrados (“por causa de” 17) Herodes sólo había encarcelado a Juan.
Irónicamente, el antagonista del Bautista se había vuelto su protector (Le guardaba a salvo 20). Marcos lo explica con su tercer porque: “Herodes temía a Juan, sabiendo que era un justo y santo varón”. Hay una conexión entre maniobras políticas y sexo prostituido (ver v.22–23). Quien no crea que existen estos dilemas puede volver su mirada a los sucesos de Catamarca de hace más de diez años (El crimen de María Soledad) y ahora de Santiago del Estero (Patricia y Leila: las dos chicas asesinadas salvajemente). Estas cosas suceden en el momento oportuno (21).
Herodes se ve atrapado en su propio juego. A pesar de su gran tristeza y sentimientos contrarios, guarda su juramento y fe con sus compañeros comensales concediendo la demanda materna. Entre la vida de un hombre inocente y su palabra y prestigio, Herodes escoge lo último. Pilatos toma una decisión similar bajo las presiones del momento y la muchedumbre en 15:14–15.
El drama se lleva a cabo y la cabeza dada a la muchacha en una fuente. A su vez es entregada a su madre. El círculo se completó. Herodías que al principio de la historia era la causa del encarcelamiento de Juan, consigue lo que pretendía. El mal parece haber ganado. “Le hicieron lo que quisieron” y harán lo mismo con el Hijo de hombre (9:12–13).
El cadáver decapitado es puesto en una tumba por los discípulos de Juan. De manera similar, José de Arimatea recibirá el cadáver de Jesús de parte de Pilatos y lo pondrá en una tumba (15:46). El papel del “precursor” ha acabado.

El precursor modelo del Mesías en su misión
La historia asume la importancia del Evangelio de Marcos a través de su situación y la relación de Juan “el precursor” con Jesús. Intercalando 6:14–29 entre el enviar de los Doce (6:7–13) y el informe de su retorno (6:30), el evangelista mantiene más de un interludio dramático de su misión. La escena sugiere que la historia de la muerte del Bautista se activará por la reacción de Herodes al efecto positivo de la misión de los Doce. Esto le produjo a Herodes, al oír hablar de Jesús, un recuerdo del ministerio del Bautista (6:14). Siguiendo esta historia, inmediatamente, Marcos relaciona el retorno de los Doce y la prensa implacable de las muchedumbres (6:30–32). Así la misión de los discípulos, corresponde al propio ministerio de Jesús (cf. 3:1–6, 20–35), aumenta el espectro de rechazo en el mismo momento de éxito.
Uno no se puede extrañar del papel del Bautista como “el precursor” de Jesús en esta historia. En 6:16 Herodes explícitamente identifica a Jesús con Juan. Ser une a las muchedumbres que creen que Jesús es un profeta – sea el Bautista (“Sólo y santo varón” – 6:20), Elías, o en la línea de los profetas (6:14b–15). El lector, sin embargo, sabe que Jesús no es Juan pero uno mayor que Juan cuyo camino el Bautista había preparado con su predicación y su muerte (cf. 1:4–8, 14a 9:13). La descripción de su muerte anticipa en el lenguaje y en los motivos la propia próxima muerte de Jesús.
Por consiguiente, 6:14–29 no entra como un sonido sordo en medio de la narrativa de Marcos. Juega un papel íntegro en la línea de la historia apuntando de nuevo (cf. 3:1–6 20–35 6:1–6a) al rechazo de Jesús dentro de una historia (6:7–13, 30) que habla positivamente de su ministerio como llevado a cabo por los discípulos. El motivo del rechazo de Jesús se hace más prominente en el segmento subsiguiente de la narrativa de Marcos (8:27–10:52) en que los discípulos se esfuerzan por comprender a Jesús en la propia enseñanza sobre su próximo rechazo y muerte. En esta sección (6:7–8:26), sin embargo, los discípulos exhiben una falencia en entender sobre quién es Jesús incluso en su “exitoso” ministerio (6:52 7:18 8:17–21), un ministerio que ellos com-parten directamente (6:7–13, 30–44 8:1–10).

Poderes del reino de Dios

6:14–29 La muerte de Juan el Bautista (ver Mt 14:1–12 Lc 9:7–9, 19, 20). El encarcelamiento de Juan fue la señal del comienzo del ministerio de Jesús, de manera que la muerte de Juan fue la señal de cómo terminaría su ministerio. Nos maravilla ver las diferentes maneras que surgieron tratando de comprender el ministerio de Jesús. Algunos lo vieron como que Elías había vuelto (su llegada había sido contemplada como antes de la llegada del Mesías). Otros lo veían, por lo menos, como un profeta. La conciencia de culpabilidad de Herodes lo hizo pensar que Jesús era Juan, vuelto de la muerte para confrontarle y reprenderle nuevamente.
Los detalles de un relato tan sórdido no deben detenernos: un profeta valeroso, un rey vicioso, una mujer vengativa, una niña sin vergüenza (ninguna otra danzaría en público para entretener a las personas presentes en la tertulia) y una muerte solitaria. ¿Dónde estaban los poderes del reino de Dios en esta situación? Aun Juan tuvo la tentación de hacer esta pregunta desde la prisión (Mat. 11:3). Sólo podemos contestar a la luz del Calvario, cuando Jesús mismo caminó por la misma senda de un sufrimiento inmerecido por nosotros ya que la cruz, a pesar de su debilidad aparente, es el poder de Dios que conduce a la salvación (Rom 1:16). Si Jesús anduvo por esta senda, luego todos sus seguidores deben estar preparados para transitar por ella.

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