Madre

Madre, cómo yo te hellamado
para que me consueles!
Como me consolabas cuando tu hijo estaba
sufriendo amargas hieles.
Qué pena que se crece!
Y que de la inocencia solo quedan recuerdos
y estos desaparecen.

Madre, cómo yo te he llamado
sin que tú lo supieses!
Te he llamado a deshoras
mas tu rostro de cielo nunca se me aparece.
Qué pena que se crece!
La distancia separa. Cuánto mi alma lo siente!

Madre, cuánto por ti he llorado!
Se que tú lo presientes.
Porque se que estás sola, que tu niño se fue
como se va la gente.
Qué pena que se crece!
Una vieja se muere y el hijo que está ausente.


Tomado del poemario VERSOS DE ENSOÑACION, del Dr. A. Vallejo, el cual fue dedicado a su señora madre, la misionera María E. Vallejo.