Lucas 15:1-10

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Éxodo 32:7-14; Salmo 51:1-11; 1 Timoteo 1:12-17; Lucas 15:1-10

Análisis

El capítulo 15 del EvLc tiene tres parábolas muy conocidas e interrelacionadas, de las cuales las dos primeras, las “parabolitas” de la oveja perdida y de la dracma perdida, forman el texto para este domingo. Se excluye la más larga y más elaborada del padre y los dos hijos (o “el hijo
pródigo”).
V. 1-3. Forman la introducción a “la parábola” (singular, es una unidad) y la explican: mientras que los pecadores y publicanos se acercaban a Jesús (y éste a ellos), los fariseos y escribas murmuraban. La murmuración es la señal del descontento no con los líderes, sino con Dios, tal como la historia de Israel en el desierto, antes de entrar a la Tierra, muestra. Los líderes religiosos critican, pero desde la perspectiva del Reino, murmuran. Las tres parábolas contienen los mismos elementos básicos: la pérdida de un elemento de la totalidad (una oveja, una moneda, un hijo), el encuentro después de trabajo (ir a buscar la oveja, encender la lámpara y revisar
todo el piso de la casa, esperar (el hijo perdido), alegría por la recuperación de la totalidad y proyección de la alegría sobre otros (hacer fiesta). Las dos parábolas breves tienen una estructura “conclusiva: totalidad - pérdida - búsqueda- hallazgo - totalidad + extensión o aplicación del discurso parabólico” frente a la oposición de los religiosos. Estructuralmente, el capítulo se presenta así (Krüger, 1987, p. 91):
A Inclusión de publicanos y pecadores en la comunidad de Jesús
B Exclusión de los mismos por la oposición de fariseos y escribas, contrarios a esa comunión
X Tres parábolas: esfuerzo de Jesús por los oponentes en vista de una eventual deposición de su actitud excluyente
B' Abandono o no de la oposición excluyente
A' Inclusión de publicanos y pecadores Y fariseos y escribas

V. 4-7. Tiene paralelos temáticos en el AT, especialmente en Ezequiel 34, donde los pastores, los líderes religiosos y políticos del pueblo, son acusados por Dios de comerse a las ovejas en lugar de cuidarlas, y se les promete (amenaza con) que serán reemplazados y se les sacará el rebaño porque han sido hallados indignos.
V. 8-10. Como es usual en Lc, se desarrolla un tema con dos ejemplos similares, muy a menudo uno del mundo de la vida pública, el ámbito del varón, y el otro de la vida doméstica, el ámbito de la mujer.

Comentario

Es muy difícil comentar sobre estas dos “parabolitas” sin recurrir constantemente a la del padre y los dos hijos; esto se debe no sólo a la riqueza de elementos en aquélla, sino a que, como se desprende de la estructura del capítulo, las tres forman una unidad. Las dos parábolas menores, sin embargo, son lo suficientemente ricas como para poder usarse sin la tercera. En ambos casos me llama la atención lo desmesurado de la fiesta que “despilfarra” en celebrar el objeto perdido con amigos/as y vecinos/as. La parábola de los dos hijos y el padre, llegada a este punto, abre la invitación al hijo mayor a ser parte de la fiesta y de la relación recuperada con el que estaba muerto, o quedarse fuera – murmurando. Esta es la invitación que Jesús hace a los murmuradores, a quienes prefieren quedarse sin la fiesta a compartirla con el perdido. ¿Dónde están hoy los fariseos y escribas, los/as murmuradores/as, los/as exclusivistas? ¿Afuera o adentro?

Prédica

Para la prédica partiría de a) la totalidad (las 100 ovejas, las 10 monedas; quizás un ejemplo de hoy día), seguiría con b) lo que significa la pérdida de una parte de esa totalidad cuando no se sabe si se recuperará; c) la búsqueda, la toma de decisiones activa, la salida a buscar lo perdido, no esperar con los brazos cruzados; hasta d) el hallazgo, qué significa recuperar la totalidad - más que eso, porque una totalidad recuperada es mejor que la no-perdida; y ante la recuperación, e) la alegría compartida, anunciada, proclamada, testimoniada por medio de una fiesta que, a los ojos calculadores de la razón o la lógica, despilfarra más que lo que recuperó. Todo ese discurso, dicho por Jesús a causa de la oposición de los religiosos de su época a su contacto con todo tipo de pecadores/as, es para tratar de que no renieguen de la totalidad.
Hoy sigue habiendo la misma fiesta en el cielo por cada pecador/a que se convierte, por cada oveja que el pastor (de la parábola) trae cargada sobre sus hombros, por cada moneda que la señora de la casa logra recuperar.

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