Lucas 14:25-33

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Deuteronomio 30:15-20; Salmo 1; Filemón 1-21, Lucas 14:25-33

Introducción

Esta composición redaccional lucana constituye una especie de epílogo del simposio de Lc 14. El texto contiene tres partes: un dicho doble en los vs. 26 y 27 (con un paralelo en Mt 10,37-38, con otra formulación, no tan radical como la lucana; y cuya segunda parte también es transmitida en Mc 8,34 // Lc 9,23 // Mt 16,24); una parábola doble (la torre y la guerra), que tiene los colores del material peculiar lucano, con un énfasis no en la autoentrega, sino en el autoexamen; y un dicho final, que vuelve al tema planteado en la primera parte, y que sintetiza una típica preocupación lucana: la renuncia a las posesiones como condición para el discipulado.
Estamos, pues, ante una cuestión fundamental, que es la seriedad del seguimiento; y dos temáticas entrelazadas que exigen decisiones bien pensadas: las relaciones familiares y las posesiones.
Esta composición sobre el desprendimiento en sus dos vertientes, lo relacional y lo económico, nos coloca ante varios desafíos: el valor, la importancia, el peso y también los conflictos de las relaciones familiares; y el dilema entre lo necesario para una vida digna y el derroche innecesario.
En términos humanos, habría que decir que es insuperable la honestidad de Jesús. Antes de prometer cualquier cosa a quienes quieren seguirle, les exige muy claramente un compromiso total, ilustrando su planteo con dos ejemplos sobre la necesidad de un cálculo bien pensado de las tareas y los riesgos de esta “empresa” que se llama discipulado.

Comentario

V. 25: Jesús realiza un acto dramático, con el objetivo de someter a prueba el entusiasmo momentáneo y seguramente poco pensado reflexionado de mucha gente que le quería seguir.
V. 26: llama la atención el empleo del verbo miseo, aborrecer, odiar, despreciar. El lenguaje oriental suele emplear términos fuertes y duros, y dice odiar donde el occidental prefiere emplear vocablos que denotan más bien indiferencia o menor preferencia. Estamos aquí ante un lenguaje de contraste exagerado, en el cual el aborrecer a todos los familiares no tiene, pues, un sentido literal; sino que denota opciones y preferencias, fundamentalmente allí donde el padre, la madre o algún familiar llegare a interferir en el seguimiento de Cristo o se opusiere al mismo.
La especificación aun también su propia vida (eti te kai ten psyjén heautou), una bella construcción con un grupo de tres conjunciones, refuerza las exigencias y plantea la mayor renuncia posible. (El texto paralelo de Mt no contiene esta frase). Ubicando el texto lucano en su contexto histórico, se concibe que Lucas entiende que el martirio era una posibilidad constantemente presente para cada cristiano/a. En este punto se cruzan – quizá habrá que decir: se chocan – dos líneas fundamentales de la existencia de la persona creyente: el “instinto” de supervivencia y el seguimiento hasta las últimas consecuencias.
Es interesante notar que mientras Mateo dice en ambas frases No es digno de mí, en Lucas encontramos ambas veces No puede ser mi discípulo. Esta formulación debe ser la original. El discipulado relaciona al seguidor y a la seguidora directamente con Jesús.
La crucifixión fue ejecutada en Israel como pena capital desde Antíoco IV Epífanes y Alejandro Janeo. En estrecha referencia a la muerte de Cristo en la cruz, la fórmula llevar su (propia) cruz se instaló en el lenguaje cristiano, convirtiéndose en una figura conocida (Lc 14,27 // Mt 10,38; Mt 16,24 // Mc 8,34 // Lc 9,23), con una decidida influencia sobre la piedad y la reflexión teológica a lo largo de los veinte siglos del cristianismo. Desde el martirio en las primeras persecuciones cruentas por parte del imperio romano hasta el sacrificio de la vida de miles de cristianas y cristianos bajo las dictaduras del siglo XX, pasando por interpretaciones místicas y otras de variado tipo, el llevar la cruz – como el seguimiento de Cristo en sí – ha pasado por muchas etapas y modalidades. Todas las personas que interpretaron literalmente estas palabras y sufrieron hasta las últimas consecuencias, merecen nuestro más absoluto respeto, pues han demostrado total integridad e increíble honestidad en su decisión de seguir a Cristo.
V. 28-30: La breve parábola de la torre juega con varios elementos. Una torre es una construcción llamativa, por cierto no demasiado frecuente; y generalmente cumple con una función específica: servir para la vigilancia. No se trata, pues, de un edificio común y corriente, como por ejemplo una casa. El sentarse indica una actitud de deliberación; el calcular los gastos apunta a la dimensión económica del seguimiento. La imagen incluye también la necesidad de llegar a la meta. Esto es reforzado por la duplicación de las partículas finales hina mépote (positiva la primera, negativa la segunda, con la adición de pote). La finalización del proyecto se indica mediante el empleo de un verbo compuesto, ekteleo, terminar totalmente.
Finalmente se alude a la dimensión social y relacional del proyecto: quienes nos rodean evaluarán la seriedad del compromiso puesto en el discipulado. La referencia a la seriedad se obtiene por deducción de los opuestos, pues las y los demás se burlarán al ver una deserción de lo que comenzó como algo monumental.
V. 31-32: Luego del primer ejemplo con su sesgo económico, viene el segundo, que trabaja más bien sobre las capacidades y la idoneidad; e integra la negociación razonable dentro del cálculo de las posibilidades.
La interpretación de esta parábola doble deberá tomar en cuenta precisamente el carácter parabólico y no alegórico del texto. Es decir, tendrá que trabajar sobre el nexo o elemento común entre la cosa comparada y la cosa con la cual ésta es comparada; y no perderse en la búsqueda de supuestas correspondencias entre las imágenes y la cuestión comparada. El nexo consiste en la necesidad del cálculo de riesgos, costos y posibilidades.
V. 33: Estas palabras finales retoman un tema lucano por excelencia: el precio económico del discipulado. Lucas vuelve una y otra vez sobre esta cuestión, como ya ha sido destacado en varios de los estudios exegético-homiléticos realizados sobre este Evangelio. El v. 33 tiene una correspondencia en la historia lucana del principal rico (el joven rico en el EvMt), que viene a ser una ilustración narrativa negativa o puesta en práctica frustrada de la exigencia de renuncia total.

Planteo teológico

La decisión de seguir a Cristo exige una reflexión madura y una decisión suficientemente pensada e incluso bien calculada, en lo que se refiere a los riesgos del compromiso. Cabe advertir que esto no tiene nada que ver con la especulación con eventuales “ganancias” o méritos, como si hubiera algún “extra”, un sitio de honor o algún privilegio para las seguidoras y los seguidores valientes. Se trata de una entrega total, que compromete la vida entera y que abarca todas las dimensiones de la existencia.

Rumbo a la prédica

El texto plantea la seriedad del seguimiento con dos formulaciones: llevar la cruz, y renunciar. Es difícil – si no imposible – abarcar en una sola predicación la totalidad de la profundidad del texto. Habrá que decidir dónde colocar el énfasis principal de la reflexión. Aquí van algunas sugerencias para la predicación:
- ¿Qué nos imaginamos bajo “llevar la cruz”? ¿Enfermedades, las molestias de la vida, sacrificios “comunes”? ¿Conflictos familiares? ¿Persecución, difamación, burlas por nuestra fe? Además de las situaciones comunes en la vida de la mayoría de las personas, como lo son las enfermedades y las dificultades económicas, y que no son específicamente típicas para la existencia cristiana, ¿llevamos realmente alguna cruz por seguir a Cristo?
- En la situación actual, cada vez más personas son obligadas a renunciar no sólo a diversas comodidades, sino a la satisfacción elemental de las necesidades de la vida. Otras, en situación peor aún, quedan excluidas del mundo del trabajo y con ello, de la posibilidad de sobrevivir. ¿Qué significa en este contexto de empobrecimiento y exclusión la exigencia de renuncia a todo lo que se posee? ¿Se trata de una palabra dirigida hoy a los pobres, que prácticamente ya no tienen ningún bien al cual renunciar; o es un planteo hecho hoy a quienes tienen más de lo que necesitan para vivir, para que asuman en serio el compromiso con los necesitados?
- El texto plantea con vehemencia que el seguimiento de Cristo incluye la dimensión económica. ¿Qué implica esto concretamente para nosotros? En el pasado, este compromiso se concretaba, por ejemplo, en limosnas, donaciones ocasionales o eventos en beneficio de alguna obra diacónica. ¿Alcanzan hoy esas acciones esporádicas; o necesitamos un compromiso personal y comunitario mucho más decidido a favor de la justicia, la dignidad de la vida, los derechos del prójimo? ¿En qué se puede concretar ese compromiso?

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