Lucas 13:31-35

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Segundo Domingo de Cuaresma

Génesis 15:1-12,17-18; Salmo 27; Filipenses 3:17-4:1; Lucas 13:31-35

Análisis del texto

El texto de Lucas 13:31-35 se puede dividir en dos partes principales. Los versos 31-33 dan cuenta de un episodio de la vida pública de Jesús en su camino hacia Jerusalén, en el que se encuentra con algunos fariseos que lo previenen sobre la voluntad de Herodes de matarlo. La segunda parte (vv.34-35) es una lamentación de Jesús sobre Jerusalén que se reproduce casi literalmente también en Mateo 23:37-39 (comparar con Lucas 19:41-44).
En el verso 31 se presentan algunos fariseos que le sugieren a Jesús que se vaya del lugar pues Herodes quiere matarlo. En este caso Jesús se encontraría todavía en el territorio de Herodes Antipas (4 a.C. – 39 d.C.) tetrarca de Galilea y Perea (al este del Jordán). En primer lugar llama la atención que sean los fariseos, muchos de los cuales no simpatizaban con Jesús y su movimiento, que le avisen del peligro que corre su vida. En segundo lugar no es muy probable que Herodes haya querido efectivamente matarlo; la ejecución del Juan el Bautista hubo que obtenerla de él con astucia (Mc 6:24-26) y no pudo olvidarlo por mucho tiempo (Lc 9:9); y tampoco aprovechó la oportunidad que tuvo de mandar a matar a Jesús (Lc 23:15). Lo que sí parece más verosímil, y en esto podrían coincidir las intenciones del gobierno (Herodes) y sectores religiosos (algunos fariseos), es de lograr que Jesús se vaya de su territorio pues temían que la actividad de Jesús cause alboroto y confusión en el pueblo (Lc 9:7-9).
Los fariseos estaban divididos y al menos algunos de ellos estaban identificados con Jesús (v.14:1ss), lo que haría posible que algunos de ellos den la alarma a Jesús, con buena intención y lealtad hacia él. En este caso, la falsa alarma de la intención de matar a Jesús sería un rumor lanzado por el propio Herodes como ardid para atemorizar y disuadir a Jesús para que se vaya.
La respuesta de Jesús (vv.32-33) pareciera sugerir este sentido al mandarle un mensaje al rey y tratándolo de zorro. Este epíteto alude seguramente a su actitud astuta y cobarde con la que trata de deshacerse de Jesús sin usar la fuerza y sin enfrentarlo directamente.
La respuesta de Jesús a Herodes tiene dos connotaciones principales. Por un lado, una afirmación más dura de que su obra y ministerio (expulsar demonios y curaciones) no lo determinan los poderes de este mundo, y que no se va a dejar ahuyentar y estorbar con ardides y falsas alarmas. Por otro lado, le manda un mensaje de alivio al rey comunicándole que en poco tiempo (pasado mañana) se verá librado de su presencia, pues debe continuar su camino cuyo destino final es Jerusalén donde debe completar su obra, ya que si tiene que morir, deberá hacerlo en Jerusalén como muchos profetas del pasado (es probable que la referencia a hoy, mañana y al tercer día sea una alusión velada a su pasión, muerte y resurrección en Jerusalén; comparar con Oseas 6:2). Jesús se reconoce como profeta y sabe que le espera el final de aquellos.
La lamentación sobre Jerusalén (vv.34-35) enlaza, en el aspecto literario, con la referencia a esta ciudad en el verso 33, aunque probablemente sea una profecía conminatoria pronunciada en la ciudad misma o en sus alrededores. Jerusalén aparece como una ciudad de muerte, particularmente cruel con los enviados de Dios que le traen invitaciones al arrepentimiento y le ofrecen salvación. La endecha de Jesús se corresponde con la de los profetas que le precedieron y recuerda el lenguaje de muchos pasajes del Antiguo Testamento que aluden a los cuidados y protección divina (ver Sal 17:8; 57:2; 61:5; 63:8; 91:4), aunque aquí se presenta un cuadro más rico y completo de la gallina tratando de juntar a los pollitos bajo sus alas.
Pero esta bella metáfora de la gallina y los pollitos, parece que no funciona de la misma manera para las relaciones del pueblo y su Dios, a pesar de los reiterados intentos de parte de Yavé y sus enviados. De ahí la paradoja y lo lamentable de la situación. Esta realidad recuerda más bien la anécdota del granjero que le puso huevos de pato a una gallina que los empolló y adoptó como propios, y cuando los patitos empezaron a crecer se metían a la laguna dejando a la gallina cacareando y llamándolos desde la orilla.
La cláusula del verso 35a: ‘se os va a dejar vuestra casa’ no es muy clara y conviene interpretarla en correspondencia con los oráculos proféticos de castigo que evoca (ver Sal 69:26; Jr 12:7; 22:5; Mt 23:38). La idea es que las casas quedarán abandonadas y desiertas porque sus habitantes serán quitados. Es un anuncio de castigo.
El verso 35b remite a una expresión significativa del Salmo 118:26, aunque en el presente contexto su sentido parece algo ambiguo. Podría ser una referencia a la aclamación que recibió Jesús a la entrada de Jerusalén antes de la pasión (v.19:38); pero si tomamos la expresión no me volveréis a ver hasta... como una alusión a su muerte, la aclamación del Salmo debería referirse a la segunda venida.

Para la reflexión teológica

El texto de Lc 13:31-35 brinda una buena oportunidad para la reflexión sobre el ministerio de la iglesia y de los cristianos, particularmente su papel profético en medio de la sociedad donde nos encontramos y frente a los poderes constituidos del Estado y la ley. En muchas ocasiones los profetas y los cristianos han sido perseguidos porque su mensaje irritaba a gobiernos o sectores influyentes de la sociedad; muchas veces se han visto forzados a una vida clandestina y al margen de la ley cuando las implicaciones de su mensaje atentaba contra los intereses de los poderosos.
Las palabras de Jesús y fundamentalmente su actitud frente a los gobernantes de turno nos recuerda un pasado que nos compromete a la compasión y a la lucha contra todo tipo de injusticia, nos da confianza y seguridad en la palabra que portamos, y nos estimula a actuar con la mayor libertad. En muchos casos como cristianos evangélicos no tenemos clara conciencia de los alcances e implicaciones de principios fundamentales de un sistema democrático como la libertad de conciencia y de expresión, y en consecuencia no los aprovechamos plenamente para el cumplimiento de nuestra misión. ¿Tenemos conciencia de cuáles son los principales males e injusticias que nos aquejan como sociedad? ¿Cuáles son las causas que generan dicha situación? ¿Qué responsabilidad nos cabe a los diferentes sectores de la sociedad? ¿Qué proyectos o alternativas podemos aportar como iglesia?

Nota: Para este estudio se han utilizado los comentarios de Alois Stöger, El Evangelio según San Lucas, Tomos primero y segundo; Barcelona, Editorial Herder, 1975; Josef Schmid, El Evangelio según San Lucas, Barcelona, Editorial Herder, 1968; y el Diccionario Enciclopédico de la Biblia, Barcelona, Editorial Herder, 1993.

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