Las multitudes se mueven
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Las multitudes se mueven unos vienen otros van,
Ocupadas en sus negocios del mundo y de su afán.
A lo lejos se escuchan el llanto de niños con necesidad.
Todos pasan exclamando, -¡Pobres niños sin hogar!-
¿Pero parar? ¡No hay tiempo que perder!
Una mujer languidece, en medio de la soledad,
Siendo el retrato mismo de tantas que le seguirán.
¡De pronto, se escuchan la trompeta del gran Rey!
Llamando a todos los hombres, a recibir salvación.
¡Venid! ¡Venid! Exclaman sus atalayas.
Subid a la montaña de Dios,
Donde transforma en su gloria, al simple hombre mortal,
En una eterna creatura, para su nombre alabar.
¡Unos acuden gozosos, ante el llamado del Rey!
Otros voltean su espalda ante el llamado de Dios.
¡Adelantaos vosotros, iremos todos después!
No hay tiempo que perder.
Ardua es esta tarea de la montaña escalar
Con toda carga y pecado en nuestra vida llevar.
¡Y escalan solo aquellos con corazón de valor
Que despreciando su vida siguen al Rey del Amor!
Pero al llegar a la cumbre, recibirán galardón,
¡Y una corona en sus sienes, El rey de Gloria pondrá!
Ocupadas en sus negocios del mundo y de su afán.
A lo lejos se escuchan el llanto de niños con necesidad.
Todos pasan exclamando, -¡Pobres niños sin hogar!-
¿Pero parar? ¡No hay tiempo que perder!
Una mujer languidece, en medio de la soledad,
Siendo el retrato mismo de tantas que le seguirán.
¡De pronto, se escuchan la trompeta del gran Rey!
Llamando a todos los hombres, a recibir salvación.
¡Venid! ¡Venid! Exclaman sus atalayas.
Subid a la montaña de Dios,
Donde transforma en su gloria, al simple hombre mortal,
En una eterna creatura, para su nombre alabar.
¡Unos acuden gozosos, ante el llamado del Rey!
Otros voltean su espalda ante el llamado de Dios.
¡Adelantaos vosotros, iremos todos después!
No hay tiempo que perder.
Ardua es esta tarea de la montaña escalar
Con toda carga y pecado en nuestra vida llevar.
¡Y escalan solo aquellos con corazón de valor
Que despreciando su vida siguen al Rey del Amor!
Pero al llegar a la cumbre, recibirán galardón,
¡Y una corona en sus sienes, El rey de Gloria pondrá!