La Pascua fue una fiesta

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"Nosotros comimos y bebimos con él después que resucitó"
Hechos 10:41b

Qué fue más asombroso
si la resurrección
o el día después, me pregunto.

Porque puesto a pensar
descubro que confiamos
en un Dios algo loco,
cuanto menos absurdo.

Porque estaba bien muerto.
Bien muerto y enterrado.
Tres días después, el loco resucita
lo cual no sería, en verdad
tan sorprendente
cuanto que lo había anunciado.

Sin embargo,
nadie lo aguardaba
(o casi nadie, es cierto,
porque unas mujeres rondaban el sepulcro).

Y allí uno esperaría
no sé... algo:
un anuncio, trompetas,
presentarse a Pilatos,
ir al templo ese sábado
arrastrando el sudario,
llegar al Sanedrín
con aire de profeta
mostrando la herida del costado...

Pero no
contrariando
los principios del marketing,
que ya eran respetados,
se reunió con los suyos
un puñado de pobres tipos asustados:
Tomás, que es como yo,
veleta y desconfiado,
Pedro que se borró...
mejor, ni continuamos.

Y se encendió la fiesta,
la del pan y el pescado.
Porque él nos permitió
poner el dedo en su costado,
él sanó las heridas
del miedo y del fracaso.

Y al final nos mostró
esa otra forma
de volver a la vida:
entre amigos,
con el pan y el pescado
compartiéndo misión
que es la manera
de poner una Pascua entre las manos.

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