La ostra y la perla
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LA OSTRA Y LA PERLA
Siempre es interesante reflexionar acerca de hechos que suceden en el mundo animal, porque que mejor que ver en la naturaleza la mano de Dios. ¿Sabían Uds. que una ostra que no ha sido herida no puede producir perlas?
Las perlas son producto del dolor, resultado de la entrada de una sustancia extraña e indeseable en el interior de la ostra, como un parásito o un grano de arena.
En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando penetra un grano de arena, las células de nácar comienzan a trabajar y lo cubren con capas y capas y más capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso de la ostra.
Como resultado, se va formando una hermosa perla. Una ostra que no fue herida de algún modo, no puede producir perlas, porque la perla es una herida cicatrizada.
Y nosotros ¿en qué podemos compararnos con lo que le pasa a la ostra?. Acaso ¿ se han sentido lastimados por las palabras hirientes de alguien?
¿Fueron acusados de haber dicho cosas que nunca dijeron?
¿Vuestras ideas fueron rechazadas o mal interpretadas?
¿Sufrieron los duros golpes de los preconceptos?
¿Recibieron una porción de indiferencia?
Entonces...¡produzcan una perla!
Cubran sus lastimaduras con varias capas de amor. Desgraciadamente son pocas las personas que se interesan por este tipo de proceso. La mayoría sólo aprende a cultivar resentimientos dejando heridas abiertas, alimentándose en varios tipos de sentimientos pobres e impidiendo por lo tanto que las lesiones cicatricen.
Así, en la práctica, vemos que son muchas las ostras vacías. No porque no hayan sido heridas, sino porque no supieron perdonar, comprender y transformar un dolor en amor. Una sonrisa, una mirada, un gesto... la mayoría de las veces, dice más que mil palabras.
Y ¿de qué manera el evangelio puede ayudarnos a transformar nuestra herida en una perla?
¿Por qué no pensar que el nácar es nuestro Señor Jesús, que con sus palabras, sus obras y, por sobre todo, su amor, nos va cubriendo y nos va protegiendo a lo largo de nuestra vida?, pero claro, tenemos que dejar que ese nácar esté en nuestro interior, y así de esa manera podremos devolver con amor todos los sufrimientos que nos han tocado vivir. Para ayudarnos a entender un poco mejor esto, quiero compartir con Uds. un texto de la primera carta de Pablo a los Corintios, en el capítulo 13 versículos 4 a 8a: "Tener amor es saber soportar, es ser bondadoso, es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta, es no enojarse, ni guardar rencor, es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad. Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo. El amor jamás dejará de existir".
Quiera Dios que podamos, Ustedes y yo, tener verdadero amor en nuestros corazones, y así, revestidos del nácar de nuestro Señor Jesús, podamos brillar como perlas.
Siempre es interesante reflexionar acerca de hechos que suceden en el mundo animal, porque que mejor que ver en la naturaleza la mano de Dios. ¿Sabían Uds. que una ostra que no ha sido herida no puede producir perlas?
Las perlas son producto del dolor, resultado de la entrada de una sustancia extraña e indeseable en el interior de la ostra, como un parásito o un grano de arena.
En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando penetra un grano de arena, las células de nácar comienzan a trabajar y lo cubren con capas y capas y más capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso de la ostra.
Como resultado, se va formando una hermosa perla. Una ostra que no fue herida de algún modo, no puede producir perlas, porque la perla es una herida cicatrizada.
Y nosotros ¿en qué podemos compararnos con lo que le pasa a la ostra?. Acaso ¿ se han sentido lastimados por las palabras hirientes de alguien?
¿Fueron acusados de haber dicho cosas que nunca dijeron?
¿Vuestras ideas fueron rechazadas o mal interpretadas?
¿Sufrieron los duros golpes de los preconceptos?
¿Recibieron una porción de indiferencia?
Entonces...¡produzcan una perla!
Cubran sus lastimaduras con varias capas de amor. Desgraciadamente son pocas las personas que se interesan por este tipo de proceso. La mayoría sólo aprende a cultivar resentimientos dejando heridas abiertas, alimentándose en varios tipos de sentimientos pobres e impidiendo por lo tanto que las lesiones cicatricen.
Así, en la práctica, vemos que son muchas las ostras vacías. No porque no hayan sido heridas, sino porque no supieron perdonar, comprender y transformar un dolor en amor. Una sonrisa, una mirada, un gesto... la mayoría de las veces, dice más que mil palabras.
Y ¿de qué manera el evangelio puede ayudarnos a transformar nuestra herida en una perla?
¿Por qué no pensar que el nácar es nuestro Señor Jesús, que con sus palabras, sus obras y, por sobre todo, su amor, nos va cubriendo y nos va protegiendo a lo largo de nuestra vida?, pero claro, tenemos que dejar que ese nácar esté en nuestro interior, y así de esa manera podremos devolver con amor todos los sufrimientos que nos han tocado vivir. Para ayudarnos a entender un poco mejor esto, quiero compartir con Uds. un texto de la primera carta de Pablo a los Corintios, en el capítulo 13 versículos 4 a 8a: "Tener amor es saber soportar, es ser bondadoso, es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta, es no enojarse, ni guardar rencor, es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad. Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo. El amor jamás dejará de existir".
Quiera Dios que podamos, Ustedes y yo, tener verdadero amor en nuestros corazones, y así, revestidos del nácar de nuestro Señor Jesús, podamos brillar como perlas.