La niña que fue a buscar vino

0
La vi cruzar el camino
con toda su tierna gracia:
con su pielcita morena,
con su ropita ligera,
con sus piecitos descalzos
y aquel envase de vino
que en sus bracitos llevaba.

No le importaba el calor
ni los autos que pasaban,
pues traía el corazón,
menudito, preocupado
por su madre que sufría
¡por lo bruto que era el padre
al beber todas las tardes!

-“¡No tomes así, querido,
hacés sufrir a los niños
no aprovechás tus comidas
apeligrás tu trabajo
y desperdiciás tu vida:
mientras la mía se amarga
por nuestro hogar destruido!”-

-“¡Cállate, Mujer, cállate!
Déjame en paz con mis copas.
Soy el que trabaja afuera,
soy el que trae la comida
déjame tomar mis copas
que son mi única alegría!”-
(“Por eso chupo, mi vida”)

-“Al beber, bebo mis penas
y la bronca se me quema,
por mi impotencia que crece
por el mundo que me odia,
por el mundo que me acusa
¡mi torpeza día a día!”-

La pequeña morenita
sentía zumbar sus oídos
por las palabras groseras
que vomitaba su padre.
Y al cruzar hacia el kiosco,
no vio el auto que venía
como guiado por demonios.

Chirriaron, enloquecidos,
los frenos en el camino,
sin evitar que la niña
rebotara por los aires
con la cabeza destrozada
y el cuerpo aún abrazado
¡a la botella de vino!

Después todo fue sorpresas
mujeres que desmayaban
mientras un hombre corría
hacia el hogar del borracho
para llevar la noticia
de que la niña morena
a su hogar, no volvería...

Pero todo fue un fracaso
una luctuosa ironía
porque, el hombre, obnubilado
no entendió cuando dijeron,
ante su rostro cambiado,
-¡Escúcheme, Juan Papel,
su hijita fue atropellada!”-

Compañero Ramón
Grupo “Nuevo Amanecer”
De A. A.

Compartir

Más recursos

Sponsor


Suscripción gratuita

Te avisaremos cuando agreguemos nuevos recursos. No te enviaremos más de uno o dos mensajes semanales.