La mesa, la casa, los grupos
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La mesa tiene eso, crea una relación entre iguales.
Para Jesús comer en la misma mesa además de un gesto cotidiano es un símbolo de dimension escatológica. Al fin de cuentas el Reino al
final es la invitación a todos los pueblos a un gran banquete.
Jesús come en casas que no pisan los fariseos. Lo critican por el "cómo" y "con quienes". Mc. 12,39 14,16. Ellos, los fariseos buscan los primeros asientos en la mesa y devoran las casas de las viudas.
El Reino se va también revelando en las casas: Hechos 2,46 5,42.
La casa es el lugar de la comunidad y la hospitalidad. El libro de los Hechos empieza (1,12 y ss.) y termina (28,30) en las casas.
Mientras el Templo pasa a ser el centro de poder económico ideológico, la vida y la fe de los cristianos se comparte mucho en
las casas (ayuda mutua-reunión).
Es el lugar de la reciprocidad y empieza a ser símbolo de conciliación étnica en la diversidad, señal de salvación.
Por eso Jesús come con publicanos y "pecadores" (Lc. 5,30 7,39 15,2 19,7) El gesto de Jesús sirviendo la mesa se vuelve el
paradigma de la misericordia y la compasión...
Hasta aquí una síntesis libre de un aporte de Susana Sánchez, pastora dominicana en su libro "Más allá del púlpito".
Y yo agrego ahora...
Esta metodología y estrategia tan simple y casera de juntarse en las casas y formar y acompañar grupos bíblicos en los barrios es
tan vieja y evangélica como el libro de los Hechos. Da la impresión de ser momentos del Reino que viene y se asoma.
Formar y dinamizar grupos bíblicos evangelizadores hoy no es cuestión de muchas técnicas ni complicados recursos. Sólo basta ser un buen discípulo de Jesús, un fiel seguidor y aprender su comunicación evangelizadora tan franca, fresca, sencilla.
Se trata de aprender su trato, tener sus actitudes, su manera de ser frente a la gente, su modo de relacionarse y compartir. Dejar hablar, hacer pensar, contagiar confianza, respeto hasta que los demás se den
cuenta que valen y pueden hacer lo que creían que no iban a poder.
Es ahí junto a la Biblia, a partir de ella, aprendiendo de ella y del pueblo que habla en la Biblia que en grupo, juntos entre sí, se
siente el ánimo y el calor del Espíritu, descubriendo así el modelo de Jesucristo.
Y con El, todo el grupo se abre al barrio, a los vecinos, a la ciudad, al país para servir, porque la solidaridad es la gran ley del Reino de ese Dios de los pobres.
Jesús trae un compañerismo nuevo, abierto a todos y todas, también a los no cristianos, como el judío Jesús a los samaritanos.
Así con las cualidades, los dones y el aporte de todos se testimonia hoy la armónica paz que tanto falta. Shalom quiere decir el bienestar de todos/as, inclusivo, sin dejar a nadie afuera porque la paz la teje la justicia a medias con el amor.
Para Jesús comer en la misma mesa además de un gesto cotidiano es un símbolo de dimension escatológica. Al fin de cuentas el Reino al
final es la invitación a todos los pueblos a un gran banquete.
Jesús come en casas que no pisan los fariseos. Lo critican por el "cómo" y "con quienes". Mc. 12,39 14,16. Ellos, los fariseos buscan los primeros asientos en la mesa y devoran las casas de las viudas.
El Reino se va también revelando en las casas: Hechos 2,46 5,42.
La casa es el lugar de la comunidad y la hospitalidad. El libro de los Hechos empieza (1,12 y ss.) y termina (28,30) en las casas.
Mientras el Templo pasa a ser el centro de poder económico ideológico, la vida y la fe de los cristianos se comparte mucho en
las casas (ayuda mutua-reunión).
Es el lugar de la reciprocidad y empieza a ser símbolo de conciliación étnica en la diversidad, señal de salvación.
Por eso Jesús come con publicanos y "pecadores" (Lc. 5,30 7,39 15,2 19,7) El gesto de Jesús sirviendo la mesa se vuelve el
paradigma de la misericordia y la compasión...
Hasta aquí una síntesis libre de un aporte de Susana Sánchez, pastora dominicana en su libro "Más allá del púlpito".
Y yo agrego ahora...
Esta metodología y estrategia tan simple y casera de juntarse en las casas y formar y acompañar grupos bíblicos en los barrios es
tan vieja y evangélica como el libro de los Hechos. Da la impresión de ser momentos del Reino que viene y se asoma.
Formar y dinamizar grupos bíblicos evangelizadores hoy no es cuestión de muchas técnicas ni complicados recursos. Sólo basta ser un buen discípulo de Jesús, un fiel seguidor y aprender su comunicación evangelizadora tan franca, fresca, sencilla.
Se trata de aprender su trato, tener sus actitudes, su manera de ser frente a la gente, su modo de relacionarse y compartir. Dejar hablar, hacer pensar, contagiar confianza, respeto hasta que los demás se den
cuenta que valen y pueden hacer lo que creían que no iban a poder.
Es ahí junto a la Biblia, a partir de ella, aprendiendo de ella y del pueblo que habla en la Biblia que en grupo, juntos entre sí, se
siente el ánimo y el calor del Espíritu, descubriendo así el modelo de Jesucristo.
Y con El, todo el grupo se abre al barrio, a los vecinos, a la ciudad, al país para servir, porque la solidaridad es la gran ley del Reino de ese Dios de los pobres.
Jesús trae un compañerismo nuevo, abierto a todos y todas, también a los no cristianos, como el judío Jesús a los samaritanos.
Así con las cualidades, los dones y el aporte de todos se testimonia hoy la armónica paz que tanto falta. Shalom quiere decir el bienestar de todos/as, inclusivo, sin dejar a nadie afuera porque la paz la teje la justicia a medias con el amor.