La majestuosidad del águila
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"... de modo que te rejuvenezcas como el águila." (Salmo 103:5b)
Indiscutiblemente, el águila es una de las más bellas creaciones que ha hecho Dios.
Impone, simplemente con su presencia, una imagen de respeto y de gran admiración para aquellos que deseamos alcanzar grandes metas y, que desde una perspectiva en las alturas, deseamos ver más allá de lo que simplemente nos rodea, y máxime al inicio de un nuevo año que nos brinda el Señor.
El águila desarrolla su hábitat en los altos riscos, en las peñas y montañas más altas, donde la temperatura es baja y los vientos fuertes y turbulentos.
Para el águila, basta agitar una sola vez sus alas para lograr avanzar largas distancias. Sus alas totalmente extendidas le permiten dominar el viento.
Siempre, desde las alturas, busca su presa en los cristalinos ríos y lugares espejados.
El águila anida cerca del agua, excita su nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas.
Si hacemos un alto, en este mismo instante, podremos darnos cuenta que, como hijos de Dios, podemos compararnos con dicha ave majestuosa.
Las águilas, como indicaba anteriormente, necesitan de buenas corrientes de aire para remontar su vuelo. Podemos decir, que Dios es el aire que necesitamos respirar, no la contaminación que nos brinda este mundo. Debemos esperar en él, ya que es el aire necesario para llenar nuestros pulmones, y así poder volar majestuosamente como las águilas.
Así como logran anidar cerca del agua, nosotros debemos anidar cerca del agua viva y de refresco para nuestras almas que es Cristo Jesús y, permanecer en él.
Para elevar el vuelo, debemos apoyarnos en tierra firme, y esto sólo se logra acercándonos a Dios y a Su palabra.
He aquí, tres valiosos elementos: aire, agua y tierra.
Satanás desea nuestro plumaje real y matar nuestras intenciones de volar alto.
Como águilas, fuimos creados para remontarnos a las alturas, no para lo inmundo, y para esto se requiere de manos limpios y un corazón puro.
Debemos estar conscientes que Dios, al igual que esa águila que sobre sus plumas carga a sus polluelos, siempre está presente, y tiene cuidado de nosotros.
Es nuestra la decisión: vernos derrotados por Satanás, o tener el valor de comenzar y avanzar con determinación hasta finalizar el año llenos plenamente del Señor.
Y, en lo personal, no podía concluir sin antes mencionar un versículo que muchos hemos tenido el privilegio de haberlo oído, o incluso de haberlo aprendido, y es digno de mencionar como un reto para cada uno de nosotros:
"Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán." (Isaías 40:31)
Indiscutiblemente, el águila es una de las más bellas creaciones que ha hecho Dios.
Impone, simplemente con su presencia, una imagen de respeto y de gran admiración para aquellos que deseamos alcanzar grandes metas y, que desde una perspectiva en las alturas, deseamos ver más allá de lo que simplemente nos rodea, y máxime al inicio de un nuevo año que nos brinda el Señor.
El águila desarrolla su hábitat en los altos riscos, en las peñas y montañas más altas, donde la temperatura es baja y los vientos fuertes y turbulentos.
Para el águila, basta agitar una sola vez sus alas para lograr avanzar largas distancias. Sus alas totalmente extendidas le permiten dominar el viento.
Siempre, desde las alturas, busca su presa en los cristalinos ríos y lugares espejados.
El águila anida cerca del agua, excita su nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas.
Si hacemos un alto, en este mismo instante, podremos darnos cuenta que, como hijos de Dios, podemos compararnos con dicha ave majestuosa.
Las águilas, como indicaba anteriormente, necesitan de buenas corrientes de aire para remontar su vuelo. Podemos decir, que Dios es el aire que necesitamos respirar, no la contaminación que nos brinda este mundo. Debemos esperar en él, ya que es el aire necesario para llenar nuestros pulmones, y así poder volar majestuosamente como las águilas.
Así como logran anidar cerca del agua, nosotros debemos anidar cerca del agua viva y de refresco para nuestras almas que es Cristo Jesús y, permanecer en él.
Para elevar el vuelo, debemos apoyarnos en tierra firme, y esto sólo se logra acercándonos a Dios y a Su palabra.
He aquí, tres valiosos elementos: aire, agua y tierra.
Satanás desea nuestro plumaje real y matar nuestras intenciones de volar alto.
Como águilas, fuimos creados para remontarnos a las alturas, no para lo inmundo, y para esto se requiere de manos limpios y un corazón puro.
Debemos estar conscientes que Dios, al igual que esa águila que sobre sus plumas carga a sus polluelos, siempre está presente, y tiene cuidado de nosotros.
Es nuestra la decisión: vernos derrotados por Satanás, o tener el valor de comenzar y avanzar con determinación hasta finalizar el año llenos plenamente del Señor.
Y, en lo personal, no podía concluir sin antes mencionar un versículo que muchos hemos tenido el privilegio de haberlo oído, o incluso de haberlo aprendido, y es digno de mencionar como un reto para cada uno de nosotros:
"Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán." (Isaías 40:31)