La Humildad
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Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancadoS. Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué.(Isaías 51:1-2)
Estas palabras del profeta Isaías, queramos o no queramos darnos cuenta, nos hacen dirigir nuestros ojos hacía el suelo, nos hacen dirigir nuestros ojos al lugar de donde provenimos, nos hacen mirar nuestra realidad, nos hacen mirar al hueco de la cantera de donde fuimos arrancados, puede que conozcamos casas hermosas por los acabados en cantera que ella tienen, sin embargo, la cantera en si, es un lugar en donde se saca piedra.
Y el Señor en este día nos dice que nos fijemos no tanto, en las casas acabadas en cantera, que puede y se vean bonitas, pero al final de cuentas sigue siendo piedra. Si no que nos fijemos en el hueco de la cantera de donde fuimos arrancados, esto es, que no nos elevemos demasiado, que no nos ensoberbezcamos, si no que tengamos los pies bien firmes sobre la tierra.
Porque a veces hay algo de hermosura, de carita, de físico, de bienes materiales, de títulos, de rangos, de escalafones, de prosperidad, de abundancia y algunas personas se elevan tanto, que incluso llegan a pensar que nada más les falta hacer milagros para que sean igual a Dios.
Es por ello que el Señor le tiene que recordar a su pueblo, que traigan a memoria como fue el inicio de esa prosperidad, para que con ello no se exalten a si mismos, si no que recuerden que el Señor los engrandeció. Isaías 51: 2 Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué.
De Dios proviene todo absolutamente todo lo que tenemos, y el nos pide en este día que no olvidemos el lugar de dónde fuimos cortados, nos hace un recordatorio a que si andamos medio elevados en el orgullo, en la soberbia, en la arrogancia, regresemos a la humildad.
El pueblo de Israel fue escogido por Dios, no por ser un pueblo rico, un pueblo grande, prospero o poderoso, si no que dice la escritura que era el más insignificante de aquellos entonces Deuteronomio 7:7-8 No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos 8 sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto.
De la misma manera que el pueblo de Israel fue escogido por su insignificancia, lo fuimos usted y yo, 1era. Corintios 1:26-29 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles 27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.
Al mirar estos textos, no nos queda que volver los ojos al hueco de la cantera de donde fuimos cortados. Y mire que este texto es más decoroso, viste más, que el ubicarnos en el lugar exacto de donde fuimos originalmente extraídos, usted y yo, fuimos formados del polvo de la tierra. Génesis 2:7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Pero ya sea de cantera que es lo mismo que piedra, o de polvo, usted y yo debemos poner los pies sobre la tierra.
Y debemos revisar que no haya en nosotros, orgullo, soberbia, arrogancia, envanecimiento o altivez. Porque si hay algo de esto, el Señor no tardará en ubicarnos en nuestro lugar. Salmo 75:7 Mas Dios es el juez A éste humilla, y a aquél enaltece.
Si al Señor le place, nos puede enaltecer, nos puede poner en eminencia, no hay pecado en ello, no hay pecado en el ocupar grandes o altos puestos, el pecado está en ensoberbecernos o enaltecernos una vez ya puestos ahí.
Usted puede mirar personas, es más estoy seguro que conoce personas que no tenían nada, no eran nada y ahora tienen un poquito de dinero y poder, y ya ni siquiera le dan el saludo, esas personas se “inflaron” se “enaltecieron” pero entre más arriba se esté, más dura es la caída.
Cuando se vive en humildad, se puede llegar a ser de mucha bendición, pero si se enorgullece, se acabó el propósito por el cuál fue puesto en eminencia.
Dios puede utilizar a la persona más humilde, más sencilla para propósitos sublimes, para propósitos eternos.
Lo vil y menospreciado humildad lombrices Pablo
Eran nada menos que un millón. Un millón de obreros especializados. Un millón de obreros que sabían hacer bien su trabajo. Nadie lo hacía mejor que ellos, con tanta eficiencia y economía.
Eran todos de la República Federal Alemana. Su trabajo consistía en limpiar la basura de la ciudad de Colonia. Y no sólo limpiarla, sino transformarla en abono útil para los campos.
No eran obreros comunistas ni eran obreros democráticos. No eran rusos ni eran alemanes. Este millón de obreros útiles contratados por la ciudad de Colonia, y que se desempeñaban a las mil maravillas, eran lombrices. Lombrices que sabían transformar la basura en abono, prestándole al hombre un magnífico servicio.
La naturaleza misma nos enseña que los seres más humildes y despreciados en esta vida suelen ser los más útiles. ¿Quién aprecia a las lombrices de tierra? Sólo los pescadores que las usan de carnada. Parecen los seres más atrasados e inferiores del reino animal.
Sin embargo, las lombrices son una bendición para los jardines y los prados. Con su incansable comer y digerir tierra, van transformando los suelos de pobres en ricos van cavando galerías por donde circula el aire y llega el calor del sol. No hay duda de que estos animalitos ciegos, sin ojos, sin patas, sin manos, sin cerebro, son inmensamente útiles.
Miremos a nuestro alrededor, a los seres humanos que nos rodean. Tal vez haya muchos que son despreciados. Son pobres. Son iletrados. Carecen de modales y de cultura, según el pensar de la sociedad. Carecen de fuerza económica y política. Son parias, al entender de muchos, en una sociedad que dice no tener castas, pero que sí las tiene.
Sin embargo, ese ser humano tan humilde —esa empleada doméstica, ese peón de campo, ese indígena vendedor de fruta, ese obrero de la inmensa fábrica— tiene valor. Tiene el valor humano que Dios le da a cada una de sus criaturas.
Aun incluso en la vida cristiana, muchos tienen la mala costumbre de estar juzgando a sus hermanos en Cristo, menospreciándoles y criticándoles en su andar con Dios, esas personas que hacen juicio de sus hermanos en Cristo, ocupan un lugar que solo a Dios le pertenece, en ninguna parte de la escritura, encontramos que Dios nos diga, que miremos a los demás como inferiores a nosotros, si no todo lo contrario: Filipenses 2:3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo
El que se cree superior, ha caído en el orgullo o la soberbia.
Aunque a muchos les parezca que no sirven para nada por considerarse las lombrices de la sociedad, o incluso de la iglesia, pueden servir para algo grande: ser morada de Dios, que es Espíritu. Porque cualquier persona, sea grande o pequeña, rica o pobre, que abre su corazón a Cristo, pasa a ser un templo espiritual, una morada divina. Sólo Cristo le concede al ser humano la suprema dignidad. Y el escogió no a lo grande, no a los santos, sino lo vil y menospreciado, para hacer su obra redentora.
Eso es lo que hizo nuestro Señor Jesucristo con usted y conmigo ¿oh, no es así?
Y es lo mismo que hizo con Abraham, con Moisés, con David, con Pedro, con Pablo, de la nada los exaltó, pero ellos no se ensoberbecieron, fueron ejemplo de humildad.
El hombre más grande no se nota por su estatura, su puesto, su jerarquía, su dinero, sus bienes, su belleza, su opulencia, si no por la humildad en que se conduce.
Jesucristo siendo Dios, nos pone el mayor ejemplo cuando lava los pies a sus discípulos Juan 13:3-5 sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, (Miren hermanos, este era el momento de sentirse grande, de humillar de pisotear a quien el quisiera, sin embargo, al saber lo que se le había entregado, inmediatamente dice la escritura que..) 4 se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. 5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
Hermanos, Dios mismo, lavando los pies de gente sucia y pecadora.
Ese ejemplo que dio, es el mismo que quiere que usted y yo sigamos Mateo 11:29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas
Pero que se va a hacer humilde ni que nada, hay personas que por cualquier cosa se enorgullecen, no caben en sí, se enorgullecen o son soberbios, por el apellido, “Yo no soy de los apellidos del montón, de los más comunes, soy de los “Monteros y Casas grande” soy “Garza-Sada”, pues será garza asada o pato a la naranja, pero sigue siendo de carne y hueso, ¡a no! ¡Yo soy de abolengo! Soy de estirpe real me apellido “Borbón” me apellido Jordan, para la sociedad será algo, para Dios es un pedazo de cantera, de piedra, o una pizca de polvo.
¡Para Dios nos llamamos siervos y nos apellidamos inútiles! ¿Le podría decir de corazón, a su hermano de enfrente o de atrás que es usted es un inútil, lo mismo que yo?
Nuestro Señor Jesucristo siendo Dios no escatimo el serlo, si no que se hizo hombre y se humilló así mismo, de tal manera que cuando fue traído a este mundo, María, dio a luz en un establo, su primer camita fue un pesebre. ¡Pudiendo haber nacido no en cuna de oro, sino de diamantes!
Muchos de los que hoy son “famosos” no eran nada:
¿Qué hacían los famosos antes de convertirse en estrellas? Eso depende del protagonista. Aquí trato de resumir el pasado ya olvidado tras el glamur de la fama de algunos de ellos.
Norma Jean Morteson, mejor conocida como Marilyn Monroe, comenzó su carrera laboral, revisando paracaídas en una fábrica -los Estados Unidos habían entrado en guerra hacía poco tiempo-. Un fotógrafo la descubrió, cuando realizaba un artículo sobre la contribución femenina a la economía de guerra, y la revista Yank le propuso convertirse en modelo.
Tras cambiar el color de su cabello, el salto a la fama fue inminente: en 1945 era conocida como "el sueño de los fotógrafos".
Otro grande, Elvis Presley, fue uno de esos muchachos que, aunque cantaba desde la escuela, tuvo que trabajar para sobrevivir.
Se afirma, que este hombre de labios perfectos, trabajó a los 19 años como chofer de camión en una compañía de electricidad, hasta que cierto sábado de julio de 1953 fue a la compañía de discos, Sun, para hacer una grabación privada de la canción My Happiness, que le quería dar a su madre en el día de su aniversario. Y, ahí, cambió todo.
Johnny Depp quería ser de todo menos actor. Dejó a su familia en 1980 para viajar a Los Ángeles, con el propósito de trabajar como obrero de construcción -¿se imagina tenerlo haciendo la tapia del patio?- pero con la idea de convertirse en cantante de rock.
La revista digital El Criticón, dice que todo cambió para el chico Manos de Tijera o el capitán John Sparrow, cuando su primera esposa le presentó a Nicolas Cage y este lo convenció de hacer un casting. El resultado es conocido.
Hay otros.
Según Univision.com, antes de ser una mujer bonita, Julia Roberts atendió una pizzería, y de ahí saltó a la fama en una película que hablaba, casualmente, sobre una pizzería.
Sandra Bullock y Brad Pitt tienen algo en común: ambos repartían comida rápida en moto. Antonio Banderas era mesero de cierto lugar de su país.
Tom (Cruz) Cruise vendió helados, fue mesero, descargó camiones, repartió diarios y hasta boxeó. Es más, por una lesión en su rodilla abandonó el deporte para buscar una oportunidad en el cine.
Ahora ya casi ninguno se acuerda del pasado, esos son otros tiempos.
Nunca olvidemos de donde venimos. Una buena manera de acabar con el orgullo humano es siempre recordar de donde venimos. Y si somos un hijo o hija de Dios, con más razón, Recordemos siempre de donde nos sacó Dios, su pura misericordia y gracia nos rescató y nos puso donde estamos.
Hay que recordar constantemente en nuestra vida el texto del inicio Isaías 51:1 Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados.
Porque si nos ensoberbecemos nos puede ir como a Nabucodonosor Daniel 5:20 Más cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su gloria.
Levítico 26:19 Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce.
Proverbios 21:4 Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de impíos, son pecado.
Hay personas que con el solo hecho de sentarse al lado de un “personaje” se creen de su linaje, y si no le se sientan a su lado están que echan chispas:
En un almuerzo presidido por Mark Young, gobernador de Hong Kong, una dama de las más distinguidas, se sintió menospreciada al descubrir que estaba sentada al extremo de la mesa, en vez de estar cerca del anfitrión.
Al terminar la comida, se acercó a Mark y le dijo con sequedad: "Según parece, no cuida usted de dónde se sientan sus invitados."
"Señora", replicó el gobernador, "a la gente realmente importante no le interesa el sitio donde se sienta y sucede a veces que quienes se interesan por el sitio, no son importantes.
Lucas 14:7-11 Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió a los convidados una parábola, diciéndoles: 8 Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él, 9 y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. 10 Más cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa. 11 Porque cualquiera que se enaltece, será humillado y el que se humilla, será enaltecido.
Hermanos no importa el lugar en donde nos sienten, o en donde nos toque estar en está vida, ya que tanto el que sirve en la más grande esfera del poder, como el que sirve en el lugar que no se ve, es igual. Tanto el uno como el otro provienen o mejor dicho provenimos del polvo. No somos más ni somos menos, es tan valioso el jugador como el porrista.
Decía una persona:
Por lo general cuando estoy decepcionado, me detengo a pensar en el pequeño Hugo.
Hugo estaba intentando conseguir una parte en una obra de la escuela.
Su mamá me dijo que había puesto su corazón en ello, pero aún así temía que no fuera elegido.
El día que fueron repartidas las partes de la obra, yo estuve en la escuela.
Hugo salió corriendo con los ojos brillantes de satisfacción y una gran emoción.
-"Adivina qué mamá" y me dijo gritando las palabras que permanecerían como una lección para mí.
-"He sido elegido para aplaudir y animar".
Incluso hay personas que se creen “grandes” porque tienen un poquito de cultura, de conocimiento.
Humildad las espigas
Enviado al campo para ver si estaba ya a punto para ser segado, el muchacho volvió a su padre y le dijo:
- Me parece que la cosecha será muy pobre, padre mío.
- ¿Por qué? - le preguntó éste.
- Porque he notado que la mayor parte de las espigas están dobladas hacia abajo, como desmayadas, seguramente que no valen nada.
- ¡Hijo!- le dijo su padre. - Has de saber que las espigas que viste dobladas, lo están por el peso del grano, en tanto que las que están levantadas, rectas hacia el cielo, pueden hacerlo porque están medio vacías.
Así en la vida de los hombres. Cuando alguno levanta la frente, lleno del mal orgullo, es porque en su interior tienen bien poco peso de juicio.
El hombre sabio, cuanto más sabe, más siente la humillación de lo que le falta saber.
El hombre de veras noble de corazón, no puede enorgullecerse de ello, porque conoce cuánto más noble debería ser.
Pero, a veces no es así, si no que la persona se infatúa, esto es que se llena de presunción o vanidad infundada y ridícula. Se creen mucho no siendo nada y para ellos miremos lo que dice Gálatas 6:3 Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña.
Suele ocurrir, que las personas que más dicen que son algo, no son nada, nada más quieren apantallar con comentarios, que luego nada tienen que ver con algún asunto que se está tratando, personas, presuntuosas, como dice el dicho mucho ruido y pocas nueces:
Humildad la carreta
Caminaba un muchacho con su padre, cuando el se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio le preguntó:
Hijo, además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más? Este muchacho agudizó sus oídos y algunos segundos después le respondió: Estoy escuchando el ruido de una carreta.
Eso es -dijo su padre-. Es una carreta vacía.
Preguntó a su padre: ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aun no la vemos?
Entonces su padre respondió: Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, esta se distingue por causa del ruido.
Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace.
Esta persona se convirtió en adulto y hasta hoy cuando ve a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tiene la impresión de oír la voz de su padre diciendo:
"Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace"
La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas. Y recordemos que existen personas tan pobres que lo único que tienen es dinero. Y nadie está más vacío que aquel que está lleno de sí mismo.
Aunque se sepa mucho, aunque se haga mucho, la humildad debe ser una característica de cada uno de nosotros, la Escritura dice que debemos andar con toda humildad mire Efesios 4:1-2 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, 2 con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor.
Para que ello se de, debemos tener mucho cuidado con el comenzar a enaltecernos, eso pudiera venir cuando recibimos el elogio por algún logro, y no saber como digerirlo.
También se pudiera dar cuando se cae en el envanecimiento espiritual, personas que les llega a utilizar Dios, y ellos se quedan con las alabanzas que solo Dios merece, por ejemplo cuando Dios utiliza a alguna persona para edificar alguna iglesia, para pastorear, para enseñar, para evangelizar, para hacer algún milagro, esto me hace recordar a don ciruelo:
Quien te conoció ciruelo Carlos Rey
En cierto pueblo andaluz había un campesino que le vendió a la religión católica un ciruelo para que en su madera tallaran la efigie de un San Pedro. En cuanto el escultor terminó de tallar la imagen, y las autoridades eclesiásticas le dieron la bendición, el campesino fue a ver cómo quedó. Debido a que conocía su humilde origen, le pareció demasiado ornamentada, así que se encaró a la imagen y le dijo:
Glorioso San Pedro,
yo te conocí ciruelo
y de tu fruto comí
los milagros que tú hagas,
que me los cuelguen a mí.
De ahí la célebre frase, que en su forma extensa dice: ¡Quién te conoció ciruelo! ¿Cómo te tendrá devoción?»
En esta anécdota popular, el campesino interpela a la imagen de San Pedro como si fuera San Pedro mismo, seguramente sin darse cuenta de que en cierto sentido, podría haberse dicho lo mismo acerca del personaje tallado en el ciruelo, que del ciruelo mismo.
¿Acaso no tuvo también San Pedro un origen humilde conocido? Y al igual que el ciruelo, ¿no llegó a ocupar un puesto destacado entre los suyos? Entonces, ¿por qué no pudo Dios su Creador, en la persona de Jesucristo, haber pensado lo mismo de él? ¿Acaso no lo conoció en sus momentos más débiles? Cristo pudo haberle dicho a Simón Pedro: «Yo te conocí ciruelo, cuando flaqueó tu fe al intentar caminar conmigo sobre el lago de Galilea.
Yo te conocí cuando no fuiste capaz de quedarte despierto conmigo mientras oraba en el huerto de Getsemaní.
Te conocí cuando le cortaste la oreja al siervo del sumo sacerdote porque todavía no comprendías que yo tenía que morir por tus pecados.
Y te conocí cuando me negaste tres veces mientras me estaban juzgando, ¡A pesar de que te había dicho que ibas a hacerlo y tú me habías asegurado que eso jamás sucedería!»
Sin embargo, a diferencia del campesino, que pensó mal del ciruelo, Cristo no pudo haber pensado mal de su discípulo porque Pedro, en sus mejores momentos, no quiso que otros le rindieran homenaje a él sino que le dieran la gloria a Cristo, su Maestro.
Por eso, cuando sanó al hombre lisiado que pedía limosna a la entrada del templo de Jerusalén, Pedro le dijo a la gente asombrada que no lo mirara a él como si por su propio poder o virtud hubiera hecho caminar a ese hombre, pues era Jesucristo quien lo había sanado por completo. Hechos 3:11-13 Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón. 12 Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿O por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? 13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad.
Ya es hora de que sigamos el ejemplo de Pedro, que en su segunda carta a la iglesia se presenta como siervo y apóstol de Jesucristo. Según la tradición, su humildad lo llevó al extremo en su martirio de insistir en que sus verdugos lo crucificaran con la cabeza hacia abajo, pues no merecía morir como su Señor. Al verlo allí crucificado, aquel Señor de señores bien pudo haberle dicho:
Mi fiel siervo Pedro,
yo te conocí ciruelo
y tu vida nutrí
como los milagros que hiciste
me los colgaste a mí,
ahora entra en el reposo
que tengo preparado para ti.
¿Por qué Pedro no se ensoberbeció? Porque no nada más, no se vistió de humildad, sino que se revistió, esto es que puso ropas dobles de humildad 1era. Pedro 5:5 Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.
Nos conviene ser humildes, hay gran bendición en serlo Proverbios 22:4 Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.
Isaías 57:15 Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.
Salmo 147:6 Jehová exalta a los humildes, Y humilla a los impíos hasta la tierra.
Job 5:11 Que pone a los humildes en altura, Y a los enlutados levanta a seguridad
Job 22:29 Cuando fueren abatidos, dirás tú: Enaltecimiento habrá Y Dios salvará al humilde de ojos.
Salmo 149:4 Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo Hermoseará a los humildes con la salvación.
De manera que nos conviene el ser humildes, pero la humildad debe ser parte nuestra, no algo fingido, actuado.
No debe haber en nosotros ningún atisbo de orgullo, al portar o usar determinados artículos, como ropa de marca, celular, auto, como el tener una buena casa, como el haber obtenido algún titulo o el ejercer determinada profesión. Si puede, téngalos, pero no se ensoberbezca.
Déjeme cuestionarle un poquito ¿Cómo está recibiendo está palabra? ¿No la estará menospreciando? ¿No se estará burlando de ella? En cada uno de nosotros, si es que hay humildad, debe haber tal humildad que cuando escuchemos la Palabra, no la menospreciemos, no la ignoremos, no nos burlemos de ella, si no más bien temblemos ante ella. Isaías 66:2 Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.
La humildad no debe ser una pose, la humildad debe ser una característica genuina que nos distinga, en el lugar que sirvamos, que trabajemos, se nos debe reconocer por la humildad y sencillez con que hacemos nuestra labor, y en como tratamos con nuestro prójimo.
Una persona humilde aunque sea el más grande magnate, no menospreciara a las personas de escasos recursos, los cuales aunque no tengan posesiones terrenales, se conducen con igual humildad, para cumplir así lo que está escrito en Romanos 12:16 Unánimes entre vosotros no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.
Pero un corazón soberbio, gritará como la de la canción ¡Más vale muerta que sencilla! Mujer que le canta a la figura, a la moda, al ego, a la presunción, a la ropa, al maquillaje, al rímel, al lápiz labial, al perfume, a la crema, al arreglo del cabello, al baile.
Y si esa mujer no se arrepiente de su soberbia, se le concederá el dicho de sus labios ¡Más vale muerta que sencilla! Jeremías 50:31-32 He aquí yo estoy contra ti, oh soberbio, dice el Señor, Jehová de los ejércitos porque tu día ha venido, el tiempo en que te castigaré. 32 Y el soberbio tropezará y caerá, y no tendrá quien lo levante y encenderé fuego en sus ciudades, y quemaré todos sus alrededores.
Un corazón que busca ser humilde, sabrá reconocer si hay algo de lo anterior, y de esa misma manera tratará a toda costa en mostrar humildad hacía los demás. Se conducirá con sencillez de corazón.
Es hora de Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados. Es hora de revisar nuestro corazón y nuestras actitudes, y mirar de manera honesta el como somos, ¿Habrá soberbia en nosotros? ¿Habrá arrogancia? ¿Habrá orgullo? ¿Habrá altivez? ¿Habrá vanagloria?
Humildad
Una vez un grupo de tres hombres se perdió en la montaña, y había solamente una fruta para alimentarlos a los tres, quienes casi desfallecían de hambre. Se les apareció entonces Dios y les dijo que probaría su sabiduría y que dependiendo de lo que mostraran les salvaría.
Dios entonces les preguntó que qué podían pedirle para arreglar aquel problema y que todos se alimentaran.
El primero dijo: "Pues aparece más comida." Dios contestó que era una respuesta sin sabiduría, pues no se debe pedir a Dios que aparezca mágicamente la solución a los problemas, sino trabajar con lo que se tiene.
Dijo el segundo entonces: "Entonces haz que la fruta crezca para que sea suficiente." A lo que Dios contestó que no, pues la solución no es pedir siempre multiplicación de lo que se tiene para arreglar el problema, pues el ser humano nunca queda satisfecho y por ende nunca sería suficiente.
El tercero dijo entonces: "Mi buen Dios, aunque tenemos hambre y somos orgullosos, haznos pequeños a nosotros para que la fruta nos alcance." Dios dijo: "Has contestado bien, pues cuando el hombre se hace humilde y se empequeñece delante de mis ojos, verá la prosperidad." Proverbios 22:4 Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.
¿Sabe? Se nos enseña siempre a que otros arreglen los problemas o a buscar la salida fácil, siempre pidiendo a Dios que arregle todo sin nosotros cambiar o sacrificar nada. Por eso muchas veces parece que Dios no nos escucha, pues pedimos sin dejar nada de lado y queriendo siempre salir ganando. Muchas veces somos egoístas y siempre queremos de todo para nosotros.
Seremos felices el día que aprendamos que la forma de pedir a Dios es reconocernos débiles, y ser humildes dejando de lado nuestros orgullos. Y veremos que al empequeñecernos y ser mansos de corazón, veremos la prosperidad de Dios y la forma como Él si escucha.
Pidámosle a Dios que nos haga pequeños... ¡Hagamos la prueba!
¿Qué le parece si en este día hacemos lo que nos dice 1era Pedro 5:6? Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo
De pie o de rodillas humillémonos delante de Dios. Pero no inclinemos nada más nuestro cuerpo, si no también nuestro corazón.