La escucha como puerta de salvación

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Isaías 55:10-11
San Mateo 23:1-23

Nuestro Señor Jesucristo concluye la Parábola del Sembrador con unas palabras que parecerían dar la clave para interpretar el mensaje que la parábola encierra: "El que tiene oídos, que oiga". (Versículo 9). Cuando los discípulos le preguntan sobre el por qué de hablar en parábolas Jesús responde: "..les hablo en parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden" (Versículo 13). Hace referencia a la profecía de Isaías 6:9-10: "Al oír oiréis, y no entenderéis" (Vers. 14). Además le dice a sus discípulos: "...dichosos...vuestros oídos, porque oyen. Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon...oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron. (Vrs. 16,17).

En la explicación de los cuatro tipos de terreno, o sea la tipología humana, el resultado de la siembra depende del tipo de escucha de cada uno de los representantes del ser humano. En todos los casos aparece en verbo akúo, que puede traducirse tanto por oír, es decir, percibir con los oídos; como por escuchar, es decir, prestar atención a lo que se oye. Akúo también puede traducirse por comprender y por obedecer. Luego este verbo griego, referido a la Palabra de Dios, no significa una mera percepción acústica, significa también: prestar atención, comprender y obedecer.

La Palabra de Dios es para ser escuchada, comprendida y obedecida. Ese es el sentir del profeta Isaías cuando, interpretando al Señor, escribió lo siguiente: "Porque como descienden de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelven allá sino riegan la tierra, haciéndola producir y germinar, dando semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mi vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié" (55:10-11).

El que tenga oídos para oír: escuche

El proverbio de Jesús: "El que tenga oídos para oír, escuche" aparece ocho veces en los evangelios, de ahí su importancia. Los hombres deben oír, escuchar, comprender y obedecer la Palabra de Dios.

La misión de Jesús debe ser recibida por medio de una escucha activa. Pablo lo explicita de la siguiente manera: "Así que la fe es por el escuchar y el escuchar por la Palabra de Dios" (Romanos 10:17).

La semilla es buena y el sembrador un hombre fiel pero, es el terreno el que determinará el éxito o el fracaso. La parábola muestra como los oyentes responden de maneras diversas al mensaje proclamada por Jesús.

¿Quiere decirnos el Señor que sólo el 25% de la población recibirá la salvación? La parábola no dice que los cuatro terrenos son de igual extensión, sólo señala que existen cuatro tipos de terreno, es decir, cuatro tipos de actitudes humanas frente a la escucha del Evangelio. El contexto de las Sagradas Escrituras nos hace suponer que la mayor parte del terreno existente es de buena calidad, por lo tanto debemos continuar sembrando la preciosa simiente. Pero, sin olvidar que también existen los otros tres tipos de terreno.

El que escucha y no entiende

La interpretación de la parábola la hace el propio Jesús por petición de sus discípulos. Veamos lo que dice con relación al primer tipo de persona: "A todo el que oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es aquel en quien se sembró la semilla junto al camino" (Versículo 19).

¿Cómo traducir akúo en este texto? ¿Debemos traducir "oír" en tanto imagen acústica? ¿O se trata de algo más que una percepción? ¿No sería mejor suponer que lo que Jesús desea es que se preste atención a su enseñanza? ¿Quien es el que escucha y no entiende? ¿Entendemos nosotros?

Las aves del cielo de la parábola representan al maligno, a lo demoníaco. Decía San Agustín que el mejor truco de Satanás es convencernos de que él no existe. ¿Como detectar lo maligno en el mundo? Me parece que un medio adecuado de detectar lo maligno es juzgarlo a la luz del amor. Dios es esencialmente amor (I Juan 4:8). Todo lo que sea contrario al amor puede ser demoníaco: El egoísmo, la violencia, el odio, el crimen, etc.

Este texto es muy complejo, uno se puede preguntar: ¿Se le cierra la puerta de la salvación a todo el que no entienda? ¿Qué pasa con las personas poco inteligentes?

ILUSTRACION: Un pastor preparó un sermón muy erudito acerca de la existencia de Dios. Al terminar el culto, cuando salió a saludar a los feligreses en la puerta del templo, un hermano le dijo: "Pastor, a pesar de todo lo que usted dijo yo sigo creyendo en Dios". ¿Qué pasa cuando la cosa se da al revés? Cuando se ha predicado un buen sermón y alguien dice: "Pastor, a pesar de todo lo que usted dijo yo sigo negando a Dios". ¿Qué hará Dios con un incrédulo sincero? Supongo que aunque el incrédulo no crea en Dios, Dios sí creerá en la sinceridad del incrédulo. Sólo Dios sabe quien recibe la salvación. Nuestra tarea no es forense, sino de anunciar el Evangelio. En eso estamos.

El que escucha con gozo, pero carece de profundidad

Sobre el segundo tipo de persona nos dice Jesús: "Y aquel en quien se sembró la semilla en pedregales, éste es el que oye la palabra, y enseguida la recibe con gozo; pero, no tiene raíz profunda en sí mismo, sino que sólo es temporal, y cuando por causa de la palabra viene la aflicción o la persecución, enseguida tropieza y cae" (Versículos 20-21).

¿Que quiere decir que alguien no tiene raíz profunda en sí mismo? ¿Se referirá a conocerse y amarse a si mismo adecuadamente? ¿Se referirá a una inadecuada madurez espiritual? ¿O a la falta de madurez emocional? No es fácil encontrar una respuesta absoluta. No obstante, cada uno de nosotros debe preguntarse sinceramente si tiene o no raíces con suficiente profundidad como para resistir las tempestades de la vida.

A veces es necesario que uno sea puesto a prueba por las circunstancias de la vida para que la profundidad de las raíces nos sostengan. No existe vacuna contra el sufrimiento. Las tempestades de la vida vienen sobre creyentes e incrédulos por igual. La diferencia está en que el creyente tiene un plus, una energía extra para soportar la adversidad y salir victorioso en medio de las dificultades. Así lo promete el Señor.

Creo que cualquier cristiano sabe que las enseñanzas fundamentales de Jesucristo se encuentran en el Sermón de la Montaña, el cual tiene como objetivo lograr una escucha positiva. (Capítulos 5, 6 y 7 de San Mateo). Como resumen de su sermón, el Señor presenta la parábola de las dos casas. El que tiene una escucha positiva edifica su casa sobre la roca, que es Cristo, y resiste la tempestad. El que tiene una escucha pasiva o desinteresada es el que edifica su casa sobre la arena y su fin es la destrucción. Aquí está en juego la salvación o la perdición. Recordemos las palabras de Jesús: "Cualquiera que escuche (akúo) estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó lluvia, y vinieron torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no cayó, porque había sido fundada sobre la roca" (San Mateo 7:24-25).

El que escucha la Palabra, pero se ocupa en sus preocupaciones

Sobre el tercer tipo de personas nos dice Jesús: "Y aquel en quien se sembró semilla entre espinos, éste es el que oye la palabra, mas las preocupaciones del mundo, y el engaño de las riquezas, ahogan la palabra y se quedan sin fruto" (Versículo 22).

El cristiano debe ocuparse más y pre-ocuparse menos. Los espinos son las preocupaciones del mundo, incluido el engaño de las riquezas. En el Sermón del Monte Jesús dedica un buen espacio al esclarecimiento sobre la actitud que debe tener el cristiano con relación a las preocupaciones (Mateo 6:25-34). San Pablo hace lo suyo sobre el mismo tema en Filipenses 4:6-9. Les anuncio que predicaré el próximo domingo, en el culto de las 18:30 Hs., sobre: La actitud del cristiano frente a las preocupaciones. Con relación a la preocupación por las riquezas, San Pablo nos dice: "Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores". (I Timoteo 6:10).

Las preocupaciones, expresadas aún durante el culto, hace que muchas personas no puedan concentrarse en lo que se predica. En ocasiones las preocupaciones inciden para que algunos creyentes logren sólo una atención parcial al contenido del culto cristiano. Por eso, a veces, la comprensión del mensaje se distorsiona. ¡Cuantos predicadores han sido acusados de haber dicho lo que no dijeron! Aquí vale la afirmación del gran pensador francés Miguel de Montagne: "La verdad es mitad del que la dice y mitad del que la escucha".

Las preocupaciones ahogan la Palabra de Dios y el que escucha queda sin fruto. La fructificación es el objetivo final de la imagen de la Iglesia como Vid Verdadera, que nos presenta el Señor en el capítulo 15 del Evangelio según San Juan. Nos dice el Señor: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mi, y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mi nada podéis hacer" (Juan 15:5).

El que escucha y fructifica

Sobre el cuarto tipo de personas nos dice el Señor: "Pero aquel en quien se sembró la semilla en tierra buena, éste es el que oye la palabra y la entiende, éste sí da fruto y produce, uno a ciento, otro a sesenta y otro a treinta" (Versículo 23).

Una planta no se alimenta a si misma, pero fructifica para dar de comer a otros. Lo cual no quiere decir que no se embellece a sí misma cargada de frutos. A nivel humano diríamos que hay gozo por la fructificación, pero esa fructificación es para alimentar a otros. Puedo dar mi testimonio personal de que he recibido más bendiciones de Dios orando por otros que por mi mismo.

ILUSTRACION. Una persona me dijo hace tiempo a la terminación del culto: "Pastor, cuando entré a la iglesia lo hice muy orgullosa de mi misma, pensaba: ¡Qué buena que soy! Pero después de escuchar el sermón descubrí que era una pecadora y que tenía que arrepentirme, y arreglar cuentas con alguien a quien he agredido sin razón".

La hermana en cuestión podría haber "filtrado" el sermón y tomar de él lo que le convenía, dejando de lado lo inconveniente. Pero no lo hizo así. Se ocupó en escuchar, no se dejó distraer por las preocupaciones, se dio cuenta de su error y decidió rectificar.

El que escucha la palabra, la entiende y la obedece, ése da mucho fruto. Es necesario recordar que el Señor reconoce las diferencias individuales. Algunos tienen dones como para producir ciento por uno, otros los tienen para sesenta y otros para treinta. La cuestión es producir, según nuestras posibilidades.

Conclusiones

¿Cómo siembra Jesucristo su semilla hoy? Sin duda a través de la predicación, los estudios bíblicos, los sacramentos, etc. ¿Qué clase de terreno eres tu para el Señor? ¿Escuchas para fructificar? ¿No entiendes o no quieres entender? ¿Te falta profundidad? ¿Te ocupas en preocuparte?

¿Siembras la palabra de Dios entre tus familiares y amigos? ¿Reconoces que hay personas que pueden estar esperando que alguien siembre en ellos la simiente divina? ¿Será porque sabes que hay algunos terrenos dificultosos que no siembras lo suficiente?

El Señor te desafía hoy a ser un buen terreno donde el pueda sembrar y a través de ti levantar una abundante cosecha para alimentar a los hambrientos de Dios. El Señor te invita a ser su compañero de trabajo, según I Corintios 3:9, en la siembra de su Palabra. ¿Responderás a la invitación divina?

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