La diferencia está en el amor

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Había un rabino que le suplicaba a Dios que le mostrara como era el Infierno. Dios le abre una ventana y el rabino ve con gran sorpresa un gran banquete con mesas ricamente servidas y gente de un lado y del otro. Pero he aquí que nadie podía comer porque todos tenían brazos muy largos. Y el rabino queda espantado con el Infierno.
Al poco tiempo, el rabino le ruega a Dios que le revele el Cielo. Y Dios le abre otra ventana... Con aún mayor sorpresa el rabino ve un banquete igual, con comensales de largos brazos, pero muy contentos porque cada uno le daba de comer al prójimo que tenía enfrente.

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