La desnudez de tu hermano cubrirás

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La desnudez de tu hermano cubrirás 13 Mayo 2007
Génesis 9-20-23 JCHR
San Mateo

Génesis 9:20-23 Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña 21 y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda. 22 Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera. 23 Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre.

En este pasaje que acabamos de leer encontramos entre los hijos involucrados, actitudes correctas e incorrectas, encontramos amor y discreción, y por otro lado encontramos morbo e indiscreción.

Considero que es bueno que estudiemos respecto a estás actitudes o comportamientos de los hijos de Noé para no caer en sus costumbres, y si ya las hemos estado cometiendo apartarnos de ellas.

El estado de desnudez que presentaba Noé, no es lo grave del asunto, ya que uno tiene el derecho de estar desnudo en su habitación, no hay pecado en ello, Noé, en ninguna manera andaba de exhibicionista, dice la escritura que estaba descubierto en medio de su tienda.

Pecado de exhibicionismo, bien se puede señalar a los más de 18,000 personas que lo acaban de demostrar en la plancha del zócalo, influenciados por el perverso Spencer Tunick, que en el nombre del arte, motiva a las personas a desnudarse frente a todos los demás, eso está prohibido por la escritura, usted puede revisar en Levítico 18 lo referente a ello.
Es impresionante el escuchar los cientos de miles de personas que a nivel mundial asistieron o incluso estaban habidos por desnudarse o presenciar el como se desnudaban.
Que dizque para hacer figuras y cuadros artísticos tomándoles la foto.

Si en estos momentos, se despertaran los habitantes de Sodoma y Gomorra, ciudades conocidas por su perversidad, tenga la certeza de que volverían a caer muertos de asombro al mirar como está generación está mucho peor que ellos.

Considero de manera personal, que el haberse desnudado 18,000 personas en nuestro país y con ello alcanzar un nuevo record a nivel mundial, no es motivo de orgullo sino de vergüenza.
La Biblia está en contra del exhibicionismo, Levítico 18 lo enseña de manera tajante.

El mirarse desnudos, únicamente está permitido dentro del matrimonio, y eso, exclusivamente entre esposo y esposa, ni los hijos deben mirar la desnudez de sus padres, ni los padres la desnudez de los hijos, obviamente hablando de una edad razonable. (Mientras ellos son pequeños uno tiene que bañarles pero a la edad de 6 o 10 años ya tienen ellos que bañarse).
Dejemos a Spencer Tunick y a sus encueratrices, y vayámonos de lleno a la actitud de Cam, Sem, y Jafet, de los cuales mucho tenemos que aprender.

Cam, no sabemos porque motivo, pero estaba en la alcoba de su padre, es muy probable que entrara sin llamar, es por ello que uno les ha enseñado que no entren a la habitación de los padres o de los hijos o a cualquier habitación sin antes llamar.
De manera que la primera enseñanza que nos deja, la escritura, es el no mirar la desnudez de nuestros padres.

Cam quedó registrado con pésimo ejemplo.
Si bien no era bueno mirar la desnudez de su padre, mucho menos era bueno el divulgarla, y de aquí es en dónde parte la enseñanza central que estudiaremos el día de hoy.
Génesis 9:20-23 Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña 21 y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda. 22 Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera.

La gravedad de mirar la desnudez de su padre, pasa a segundo término, cuando Cam decide de manera imprudente e indiscreta, divulgar con sus hermanos que había visto desnudo a su padre.

Asunto que los hermanos en ninguna manera celebraron, y mucho menos agradecieron, fue tal la indignación que ellos experimentaron, que deciden de manera discreta y respetuosa cubrir la desnudez de su padre, de tal manera que dice la escritura que al entrar a la tienda de su padre lo hicieron de espaldas 23 Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre.
Que amor, respeto y misericordia, mostraron estos dos hijos, en ninguna manera quisieron mirar la desnudez de su padre y sobre todo que su padre siguiera desnudo. Y eso que todavía no había ley sobre ello.
¿Cuántos más no tendrían una actitud incorrecta, haciendo burla de que habían visto a un desnudito?
Los hijos idearon la forma de cubrir la desnudes de su padre, no de exhibirlo y mucho menos de divulgarlo.
Usted y yo, queramos o no queramos reconocerlo, tenemos una de esas dos actitudes de los hijos de Noé.

La actitud de Cam, de divulgar, de descubrir un acto vergonzoso, de hacerlo público.
Y la actitud de Sem y Jafet ante el mismo hecho, de ser prudentes, discretos, y no conforme con ello tapar esa deshonra o vergüenza.

Joe era un joven soltero y médico residente de cierto hospital.
Los pacientes los llamaban el “doctor con la rosa” los hacía sonreír prendiéndose en la bata una flor de los arreglos que tenían a lado de sus camas.

Magda, sin embargo necesitaba algo más que una sonrisa. Un accidente automovilístico la había dejado casi sin pierna a la altura de la rodilla. Era joven, muy hermosa y tenía mucho miedo.
Cuando Joe la vio en la unidad de cuidados intensivos, hizo algo que no había hecho nunca.
Joe se quitó la bata, adornada con la rosa, y la puso con suavidad sobre la joven.
Cuando la llevaron en silla de ruedas a la sala de operaciones, le quitaron la bata, pero Magda pidió que le dejaran quedarse con la rosa. Cuando se despertó después de la operación todavía la tenía en la mano.

Cuando usted sepa que Magda nunca olvidó a Joe, no se sorprenderá, pero cuando le diga la manera que se lo agradeció, es muy probable que sí.

Pero antes de terminar la historia de la bata o manto de Joe. ¿Podría pedirle que piense en su propia historia?
¿Usted es dueño de un manto de amor?
¿Conoce a alguien que necesite uno?
Cuando usted cubre a alguien que está avergonzado, está llevando a la práctica lo que Pablo tenía en mente al escribir la frase de 1Cor 13:7 (El amor) Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Pablo utilizó una palabra con mucho significado, su raíz se traduce por “Cubrir u Ocultar” sus similares cuando hablamos de sustantivos, son “Techo y Refugio”.
Cuando Pablo hablo de la protección del amor, quizás tenía en mente la sombra de un árbol o el refugio de una casa.
Quizás pensó en un abrigo.

Un erudito cree que esta última opción es la más plausible.
El diccionario Teológico del Nuevo Testamento es famoso por el estudio de las palabras, no por su poesía. Sin embargo, el erudito se vuelve poeta al explicar el significado de proteger, tal como se usa en 1era. Corintios. 13-7 dice que la palabra expresa “La idea de cubrir con un manto de amor”

¿Recuerda usted haber recibido alguno? A lo mejor estaba nervioso por el examen, sin embargo, el profesor se quedó hasta más tarde para ayudarle.
Estaba asustado, angustiado lejos de casa, pero papá o mamá llamó para animarle.
Lo acusaron de algo injustamente y un amigo salió en su defensa.
Cubierto de aliento. Cubierto del cuidado de un corazón tierno. Cubierto de protección. Cubierto con un manto de amor.

Sin embargo nuestro mejor manto de amor, vino de Dios.
¿Alguna vez llego a pensar en nuestro creador como un diseñador de modas? Adán y Eva si lo hicieron.

Todas las tiendas de ropa el mundo existen gracias a Adán y Eva.
Las tablas de planchar, o como les lamamos aquí en México, el burro de planchar, los clósets, los percheros…todo se remonta al huerto del Edén.
Antes de pecar Adán y Eva no necesitaban ropa después de pecar, no pudieron vestirse con suficiente rapidez. Se ocultaron entre los arbustos y trataron de hacerse ropa usando hojas de higuera.

Ansiaban protección. Razones no les faltaban. Conocían las consecuencias de sus errores. Dios le había advertido: Génesis: 3:3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.

Y por supuesto, el único árbol que se les dijo que no tocaran fue el único que no pudieron resistir. El fruto del árbol se convirtió en el cerrojo de una puerta que, una vez abierto, permitió la entrada de muchísimas consecuencias no deseadas.

Una de ellas fue la vergüenza.
Adán y Eva no habían sentido vergüenza antes. Pero después de su pecado, fue lo único que sintieron.
Aunque se escondieron y cosieron, la cobertura fue insuficiente.
¿Qué es una arboleda ante los ojos de Dios? ¿Qué protección nos puede
dar una hoja de higuera?

Adán y Eva se encontraban como Magda, vulnerables por una herida, no de carro, sino por su propio pecado.

Pero ¿Qué haría Dios? ¿Acaso no había anunciado su juicio? ¿No había sida quebrantada su ley? ¿La justicia no exigía la muerte de Adán y Eva? ¿No es Él un Dios justo?

A veces nos apuramos en contestar, pero ¿Acaso no también es cierto que Dios es amor? ¿Adán y Eva no eran sus hijos?
¿Acaso su misericordia no podía cancelar su justicia? ¿Hay alguna manera en que puedan coexistir la justicia y la bondad?

Según Génesis 3-21, sí pueden. A este versículo se le ha llamado la primera enseñanza del evangelio. No fue predicado por predicadores, sino por Dios mismo. No con palabras, sino con símbolos y acción.
¿Nos gustaría saber como reacciona Dios ante nuestro pecado? Génesis 3:21 Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.

¡Cuánto misterio esconden estas palabras! Volvamos a leerlas y tratemos de imaginarnos el momento: Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.

Esta frase tan sencilla nos sugiere tres escenas poderosas.
Primera escena:
Dios mata un animal. Por primera vez en la historia de la tierra, el suelo se mancha de sangre.
Sangre inocente. El animal no cometió pecado. La criatura no merecía morir.
Adán y Eva si lo merecían. La pareja merecía morir, pero vivió.
El animal merecía vivir, pero murió.
De manera que en la primera escena se derrama sangre inocente.

Segunda escena:
Se hace ropa. El diseñador del universo ahora se convierte en sastre.

Y en la escena tres: Dios los viste.

Adán y Eva ya van de camino a la salida del Edén. Se les dijo que se fueran, pero ahora Dios les dice que se detengan un momento. A de ver dicho “Con esa hojas de higuera, no vana conseguir nada.
Y les hace algo de ropa. Pero no se las avienta a los pies y les dice que se vistan.
El mismo lo hace. Igual que lo haría una madre con su hijo: Estate quieto Adán, a ver como te queda- o como haría un padre con un niño de preescolar, ayudándole a botonar la camisola, como hizo un médico, cubriendo con su bata a una chica asustada.
Dios los cubre. Los protege.

El amor siempre protege.

¿No ha hecho Dios lo mismo con nosotros?
Comemos la porción del fruto prohibido.
Decimos las cosas que no debiéramos decir.
Vamos a lugares a donde no debiéramos ir.
Bebemos lo que no debemos beber.
Tocamos lo que no debemos tocar.
Tomamos lo que no debíamos tomar.
Codiciamos lo que no debíamos codiciar.
Fallamos en donde no debíamos fallar.
Tomamos frutas de árboles que no deberíamos tocar.

Y al hacerlo, se abre la puerta y se cuela la vergüenza. Y nos escondemos. Nos hacemos inmediatamente ropa de hojas de higuera, excusas débiles, es que el o ella tuvieron la culpa. Justificaciones transparentes, fue un momento de debilidad.
Nos cubrimos de buenas obras y de trabajos bien realizados, pero una ráfaga del viento de la verdad pasa, y nos deja tan desnudos como a los 18000 del zócalo. Desnudos, completamente desnudos en nuestros errores o pecados.

¿Y que hace Dios ante esto? Lo mismo que hizo por nuestros padres en el jardín.
Derrama sangre inocente. Ofrece la vida de su hijo. Y desde la escena del sacrificio, el Padre toma un manto –NO LA PIEL DE UN ANIMAL- SINO LA DE SU PROPIO HIJO, JESUCRISTO.
Toma el manto de la justicia.
¿Acaso nos los lanza y nos dice que nos vistamos?
¡No!, Él nos viste. Nos viste consigo mismo Gálatas 3:26-27 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús 27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.

Atención con esto: El manto es obra suya, no nuestra. ¿Se percató de la inactividad de Adán y Eva? no hicieron nada más que echarse la culpa el uno al otro. No hicieron nada. Absolutamente nada. No pidieron el sacrificio, ni siquiera se les ocurrió pensar en él. Fueron pasivos en el proceso.
Nosotros también Efesios 2:8-9 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe y esto no de vosotros, pues es don de Dios 9 no por obras, para que nadie se gloríe.

Nosotros nos ocultamos. Él nos busca.
Nosotros traemos pecado. Él trae un sacrificio.
Nosotros lo intentamos con hojas de higuera. Él trae el manto de justicia.
¿Recuerda al hijo prodigo? Se fue como rico, regreso como pordiosero andrajoso y oliendo a diablos, y ya en casa fue vestido de la mejor manera. ¿Por quién? Por el Padre.

Él trae el manto de justicia. Y entonces podemos entonar el canto del profeta Isaías 61:10 En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.
Dios nos ha vestido nos protege con un manto de amor. ¿Podría recordar y buscar ejemplos del manto de amor de Dios en su vida?

Olvide el manto de amor del hombre, que en lugar de manto usa cemento no para construir sino para sepultar. Juan 8:3-11 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y poniéndola en medio, 4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. 5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? 6 Más esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. 7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. 8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. 9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno vete, y no peques más.

Caída levantar al caído no apedrearlo Carlos Rey
El fatigado caminante se sentó en el borde de piedra de un viejo pozo. Sólo quería descansar el cuerpo pero, sorprendido por el cansancio, se entregó al sueño. Ya anochecía cuando lo traicionó la espalda, resbalando al apoyo y precipitándolo al vacío. No alcanzó a gritar ni tuvo la suerte de engancharse en una de las salientes del resbaladizo interior, sino que éstas lo rechazaron sistemáticamente en su brutal descenso hacia el fondo del pozo.
En cuanto encontró la superficie del agua negra como la noche, comenzó el tortuoso ascenso. No obstante el intenso dolor que sentía en los huesos, se arrastró poco a poco, lentamente escalando aquel húmedo cilindro. Fijando la mirada arriba, le parecía inalcanzable el exterior donde se divisaba la tenue luz de una estrella. Con la carne molida, batiéndose entre la esperanza y el desaliento, coronó exhausto el brocal. Concluyendo, al parecer, su martirio, logró sacar medio cuerpo fuera del implacable pozo.
En eso vio la sombra de alguien que pasaba, sin duda algún vecino, así que hizo un último esfuerzo por pedir auxilio. Lastimosamente el tal vecino, un gaucho de la región, no comprendió el trágico llamado del moribundo. Confundiéndolo con un fantasma, el espantado gaucho se santiguó y, mientras el infeliz espectro del caminante hacía esfuerzos sobrehumanos para pronunciar palabra alguna, el gaucho le lanzó una enorme piedra que le dio en la frente, asestándole el golpe de gracia.
Según las palabras del ilustre cuentista argentino Ricardo Güiraldes, ante los mismísimos ojos del desconcertado gaucho, «aquella visión de infierno desapareció como sorbida por la tierra. Ahora [toda la región] conoce el pozo maldito, y sobre su brocal, desdentado por los años de abandono, una cruz de madera semipodrida defiende a los cristianos contra las apariciones del malo.»
¿Será posible que, al igual que aquel gaucho, también nosotros representemos la última esperanza de salvación de algún desafortunado caminante en nuestra vida? Si es así, más vale que reconozcamos lo que de veras está pasando. Dios espera que le tendamos la mano a ese caminante y no que lo echemos de nuevo al pozo de la muerte espiritual. Eso fue lo que hizo su Hijo Jesucristo al perdonar a la mujer sorprendida en adulterio, a la que los fariseos hubieran matado de más de una pedrada.
¿No es cierto que Él hace por nosotros lo mismo que hizo por la mujer adultera? La protegió de las piedras y con ello de la muerte. ¿A sus discípulos? de la tormenta, ¿al endemoniado? Lo protegió del mismo infierno. Jesús incluso protegió a Pedro de los cobradores de impuestos proveyéndole el dinero para pagar.

Dios nos protege con un manto de amor.

¿No nos gustaría hacer lo mismo por Él? ¿Qué pasaría si nos dieran el privilegio otorgado a María? ¿Qué pasaría si nos pusieran a Dios mismo en los brazos como un bebe desnudo? ¿Acaso no haríamos lo mismo que ella?
Lucas 2:7 nos dice: le envolvió en pañales.
Jesús recién nacido, aun mojado del vientre materno, tenía frío. Así que su madre hizo lo que habría hecho cualquier otra madre. Hizo lo que hace el amor: lo cubrió.
Treinta años más tarde otra persona que amaba a Cristo hizo lo mismo. En esta ocasión el cuerpo de Jesús no estaba frío por la temperatura, sino por la muerte. José de Arimatea lo había bajado de la cruz. Igual que María limpió al niño, recién salido de su vientre, José preparó al Salvador para la tumba Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sabana limpia (Mateo 27-59)

María limpio al bebé. José limpió el cuerpo.
¿No le gustaría tener la oportunidad de hacer lo mismo? Tenemos una.
Oportunidades como esa se presentan todos los días Jesús dijo: Mateo 25:36-38-40 estuve desnudo, y me cubristeis enfermo, y me visitasteis en la cárcel, y vinisteis a mí. 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

¿Conocemos a alguien como Magda, que esté herido y asustado?
¿Conocemos a alguien como Adán y Eva, que se sienta culpable y avergonzado?
¿Conocemos a alguien que necesite un manto de amor?

¿Alguna vez ha tenido a un adolescente que esta en problemas?
Oye la puerta de la casa que se abre en una hora no propia, salta de la cama y va a la cocina, y ahí lo tiene, apoyado en la mesa oliendo a cerveza, las mejillas sonrosadas por el alcohol. Esto es serio. Ha estado tomando.
Usted tiene un problema y yo le tengo una pregunta: ¿Qué le va a dar a su hijo?
¿Le va a dar un sermón? Indudablemente se merece uno.
¿Le va a quitar las llaves del auto durante tres meses? Podría ser muy sabio.
¿Le va a condenar a cadena perpetua sin libertad condicional? Eso se podría entender, teniendo en cuenta la preocupación que siente.

¡Instruya, corrija, discipline, azote si es necesario! Pero jamás olvide cubrir a su hijo con un manto de amor, en algún momento durante las siguientes horas que cometió su falta y fue corregido, el chico necesitará con desesperación sentir su abrazo. Necesita urgentemente que le pongan un manto, que le cubran, que le cobije con su amor.
El amor siempre protege.
No le desnude delante de sus amistades contándole cosas que únicamente deben saber los padres, y tal vez el consejero espiritual. Hay cosas de los hijos que incluso no deben saber los hermanos. ¿Por qué lo divulga con personas que no le van a ayudar?

Únicamente en un caso muy extremo se podría desnudar la situación de alguien, si ese alguien no quiere cambiar, y esta en riesgo la familia, las amistades o la iglesia.

¿Conocemos a alguien que necesite un manto de amor?
¿Alguna vez ha oído a alguien criticando aun conocido suyo?
¿Alguna vez ha mirado a chacales humanos devorando a un amigo caído?.. Pues he oído que ella...Ha, ¿Es que no sabías que…?
Un amigo me dijo que fulanito…. y de pronto le toca a usted o a mí.
Todo el mundo está despedazando a su amigo ¿Tenemos algo que decir, para seguirle despedazando?

Esto es lo que dice el amor: nada, nada en contra de nuestro amigo. El amor se queda callado 1era de Pedro 4:8 Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor porque el amor cubrirá multitud de pecados.
El amor no expone a nadie. No chismea. Si dice algo, son palabras de defensa. Palabras de bondad. Palabras de protección.

¿Conocemos a alguien que necesite un manto de amor?
El perdonar al hijo, al cónyuge, al pariente, al vecino, al amigo, al hermano.
Cuando el hijo saque un cinco, o le repruebe todo el semestre ¿irá con la vara y la boca abierta, pegando y ofendiendo, diciéndole que es un burro bueno para nada? ¿O que lo va a sacar de la escuela y lo va a mandar a trabajar?
En lugar de ir con la vara ¿Podría ir con los brazos abiertos y cubrir a su hijo con un manto de amor?

Cuando el hijo tiene miedo o temor de enfrentar cualquier cosa o de ir a algún lugar, en lugar de decirle: ¡miedoso, mariquita!
¡Cúbralo con un manto de amor de seguridad!
¿Cuántos hijos ya grandecitos no se hacen pipi en la cama, y son golpeados o humillados?
Según algunos estudiosos de la personalidad, el hijo que se hace pipi, es por miedo, o inseguridad, y ellos no necesitan golpes o humillaciones. No necesitan que se les avergüence con los demás descubriendo su condición
haciendo burla de que se hace pipí en la cama.
Ellos Necesitan un manto de amor, de seguridad, de aceptación.
¿Conoce a alguien que necesite algún manto de amor, algún tipo de protección? Seguro que sí conocemos, entonces desmola.
Paguemos la factura del gas a un matrimonio de ancianos.
Prometámosle a nuestros hijos que con la ayuda de Dios, nunca pasarán hambre ni les faltará un hogar.
Dígale a su cónyuge que se volvería a casar con él, e invítele a una luna de miel.
Invite a sus reuniones a sus amigos divorciados, solos, abandonados o separados.
Y cuando vea a una dama herida, temblando y sacudida por la vida, ofrézcale una bata con una rosa.

Eso fue lo que hizo el doctor. Y el asunto no quedó ahí. Cuando Magda se recuperó, la fue a visitar a su habitación muchas veces.
Magda no puso objeción alguna. Escribió en su diario. Espero que ese médico me venga a visitar hoy.
Así sucedió, ese día y muchos otros, siempre con una rosa, una cada día hasta que la dieron de alta.

Y Magda nunca olvidó. ¿Cómo respondió? Le regalo a él otra rosa. Al día siguiente, otra. Y al siguiente, otra. Cuando empezaron a salir, siguieron llegando rosas cada día.
Cuando se casaron, ella siguió dándoselas. Magda convenció al club golf colonial, que estaba al otro lado de la calle, de que plantara rosas para poderle dar al médico su regalo diario.
Durante casi cuarenta años hubo una rosa diaria.
El hijo más joven dice que no recuerda ni una sola vez en que no hubiera un vaso en el refrigerador con una rosa para su padre.

Un manto de amor. Una rosa de gratitud.
¿Recibimos la primera? Entonces, saquemos tiempo para ofrecer la segunda.

¿Habrá alguien a quien debamos extender ese manto de amor?













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