La cruz de Cristo
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1ª Corintios 1:18-25
"Que los sabios pierdan su sabiduría y desaparezca la inteligencia de los inteligentes” (V. 19)
Eso me ha pasado y me pasa a menudo. Cuando nuestros hijos eran chiquitos, nos compramos sendos libros que nos instruían sobre TODO lo que hay que saber para criar a los niños. Mi marido y yo nos empapamos con toda esa sabiduría. Pero hubo un pequeño detalle: nuestros hijos nunca le hicieron caso a esos manuales. Eran totalmente anormales, parece. Y nosotros perdimos nuestra tan duramente adquirida sabiduría. Sabiduría de libro, sabiduría que asimilamos de expertos! Y bueno, entonces nos empezamos a manejar como todos: con sentido común y amor.
A lo mejor ya te pasó que te preparás para un examen o una reunión y después todo sale al revés y te quedás con la sensación de que desapareció todo lo que habías pensado. Y en esas ocasiones decís que quedaste como un tonto.
El panorama político de estos días me hace pensar seriamente que está sucediendo esto: “Haré que los sabios pierdan su sabiduría y que desaparezca la inteligencia de los inteligentes”
¿Cómo explicar sino la incoherencia y desorientación en todos los aspectos de que somos testigos?.
Es más: a veces a uno le parece que tiene razón el viejo dicho latino que dice que “a quien Dios quiere echar a perder, primero le quita la razón”. Pero ese es otro tema.
¡No es fácil admitir que en nuestra propia sabiduría no podemos a veces contestar las preguntas más importantes de la vida!
Tal vez como creyentes nos hemos acostumbrado y asimilado la frase de que “Jesucristo murió en la cruz por nuestros pecados” y que ese es el único camino de acceso a Dios. Tal vez por eso no podemos sentir en este momento la inmensa provocación que significó en aquel momento en la congregación de Corinto la frase: “Nosotros anunciamos a un Mesías crucificado”.
¡Crucificado!
¡Qué contradicción a todo sentir estético!
¡Qué imagen horrible: un hombre crucificado!
Por supuesto: La salvación y una conciencia tranquila, eso sí lo deseamos todos. Pero ¡por qué de esta manera! Un tipo fracasado colgado en una cruz, muriendo la muerte de un delincuente común.
¡Y ese quiere ser Dios!
Dios, el omnipotente y perfecto como el Dios sufriente e impotente. La muerte en la cruz no es sólo una muerte espantosa, es una muerte en deshonra total. El AT lo dice: "Maldito quien cuelga de la cruz" (Deuteronomio).
Imposible: ¡el Mesías no puede ser un crucificado!
La joven congregación de Corinto sufrió todo tipo de burlas porque proclamaba al Cristo crucificado como su Señor. Hay una caricatura de aquellos primeros tiempos del Cristianismo (siglo II) que representa una cruz y de ella colgado un hombre con la cabeza de un burro. Debajo de esa cruz un hombre en actitud de oración. Y la inscripción: "Alexámenos adora a su Dios". Con esta caricatura se ponía en ridículo a un sirviente cristiano: Su fe es una burrada, quiere decir.
Fue muy difícil para los corintios soportar este tipo de burlas. Entonces empezaron a omitir lo escandaloso y ridículo del mensaje del Cristo crucificado en un salto teológico y, para impresionar a sus adversarios, tan sólo hablaban de la gloriosa resurrección de Jesús. La cruz de Cristo pasó a ser nada más que un episodio desagradable que había que dejar atrás rápidamente para concentrarse en la resurrección. Esto tenía que ver también con la mentalidad de los griegos, fanáticos de la belleza perfecta, de la armonía y de la alegría de la vida. En su amor por la perfección y la belleza, sufrían por lo efímero de la vida, lo fugaz de la existencia, que toda belleza estuviera condenada a desaparecer. Su deseo era la inmortalidad. Por eso se engancharon con esta parte del mensaje cristiano, de que Jesucristo redime del poder de la muerte.
Querían tener parte de ese Cristo resucitado en gloria pero no del Cristo sufriente y crucificado.
Por supuesto las dos cosas van juntas, pero precisamente: van juntas. El crucificado y el resucitado son la misma persona, pero no existe Pascuas sin Viernes Santo. No existe la gloria sin el sufrimiento.
Esto nos puede parecer una especie de juego de palabras, un malabarismo teológico. Pero para la congregación de Corinto esta omisión de la cruz de Cristo tenía consecuencias directas en su vida de comunidad:
1. Les fascinaba todo lo que brilla, lo que prometía éxito, lo importante ante los ojos del mundo. Ser alguien importante, que se impone por su sola presencia. Se originó entonces una competencia de los dones, se daba más valor a la cantidad sobre la calidad. Eso los llevó a separaciones dentro de la comunidad en grupos de fans de los diferentes apóstoles. El grupo de fans del apóstol Apolos estaba fascinado con este personaje brillante, y despreciaba al enclenque Pablo, el grupo de fans de Pablo retrucaba con lo importante que era él en comparación de Apolos, etc., etc. Ya no parecía una congregación de hermanas y hermanos sino una competencia de quién era más. Por supuesto quedaban en camino los débiles, marginados, los que a los ojos del mundo no cuentan y a quienes Jesús les tuvo un especial cariño.
2. La Santa Cena se desvirtuó en un encuentro exclusivo de los que tenían tiempo y dinero en abundancia y no se tuvo en cuenta a los que debían trabajar duramente para poder subsistir.
3. Además como lo más importante era la resurrección y la seguridad de la vida eterna, ya no tenía importancia la vida personal de cada uno, total ya tenían parte de la gloria donde esos pequeños pecados no tenían peso.
Es interesante que Pablo no los amonesta para que cambien esas actitudes. Les dice que la causa más profunda de estos conflictos es un concepto equivocado de quién es Jesucristo. Les dice sin anestesia que a Dios se lo encuentra en la cruz o no se lo encuentra.
¿Que significa esto?
1. La cruz es un NO rotundo a todos los intentos humanos de apropiarse de Dios.
Los pensamientos más sublimes sobre Dios que no pasen por la cruz de Cristo son vanos. Yo conozco a muchas personas que dicen que no necesitan de la iglesia ni de Jesús porque lo encuentran a Dios en la naturaleza, en las magníficas puestas de sol en el mar, en la majestuosidad de las montañas, en los apacibles atardeceres en la quinta o en el patio de su casa. Gracias a Dios que a pesar de la destrucción de la naturaleza por el hombre todavía haya espacios de puro placer al contemplarla. Pero la naturaleza no me habla del corazón de Dios, y no me desafía a entregarme a él. (El bien conocido astrofísico Fred Hoyle dijo: «Una interpretación de los hechos realizada con sentido común sugiere que una Superinteligencia ha tenido algo que ver con la física, la química y la biología, y que no hay fuerzas ciegas en la naturaleza de las que valga la pena hablar.» Sin embargo, él sigue siendo incrédulo. El difunto Carl Sagan habló de «una especie de fuerza o poder» que permitió que el universo se creara. Pero «se oponía a toda clase de religión revelada»).
También hay otros intentos de apropiarse de Dios: Cada uno de nosotros tiene ideas favoritas sobre quién es Dios y confundimos esas ideas con el Dios verdadero, pero son nuestras construcciones filosóficas que impiden estar abiertos para lo que Dios quiere transformar en nuestras vidas. Otro intento de apropiarse de Dios podría ser el afán de buscar pruebas de su existencia. Ó: estar en una determinada iglesia, tener algunos conocimientos de la Biblia, tener una noción de Dios todavía no implica creer en él.
2. La cruz de Cristo es el camino que eligió Dios porque es el único camino del cual el ser humano no puede mandarse la parte.
El camino a través de la debilidad y del aparente fracaso. No el camino a través de lo imponente y brillante, de todo lo que podemos lograr por esfuerzo propio. Obviamente la soberbia humana tiene esa capacidad de atribuirse
3. La cruz de Cristo es una ilustración de la actitud de Dios: Las obras más importantes las realiza Dios a escondidas.
No son deducibles, no están a la vista. A veces sus obras están escondidas bajo su contrario. Su fuerza en la debilidad, su alegría en el dolor, su fuerza en la impotencia. Por eso el pesebre, cuando Jesús nació y la cruz en la cual Jesús murió, están en la misma línea.
4. La cruz de Cristo no excluye a nadie.
Los brazos abiertos en la cruz se abren en un abrazo para todos. Todos tienen acceso en esa vía. No hay que pedir turno ni esperar en la sala de esperas. Hermana a todos los que se acercan a ella. Ya no hay diferencia entre los importantes del mundo y el mendigo.
5. La cruz de Cristo es señal de la presencia de Dios en las profundidades del dolor y el sufrimiento
Su angustia sana nuestra angustia, su muerte sana nuestra muerte porque no hay situación en la vida humana que él no conociera.
6. La cruz de Cristo relativiza los éxitos y los fracasos de nuestra propia vida
Bajo la cruz los éxitos no se miden en cifras y no se imponen por su importancia, se miden en actos de fe y amor. Los éxitos que tenemos y que son fruto de nuestro esfuerzos y de nuestra creatividad son algo lindo, pero a la luz de la Cruz de Cristo no significan ni deciden sobre la VIDA. Los fracasos no consisten en la frustración de los proyectos. Cada uno de nosotros tiene sus historias de fracasos que han marcado nuestras vidas: Proyectos en que invertimos parte de nuestro ser y que han fracasado, fracasos en nuestra vida de familia, fracasos económicos que nos hacen sentir perdedores. En la perspectiva de la Cruz esos fracasos no deciden sobre vida y muerte, sino son posibilidades de empezar de nuevo. Donde el fracaso parecía ser total, en la muerte de Jesús en la cruz, Dios empezó algo totalmente nuevo, nueva creación, resurrección.
Quiero terminar con un breve texto para ilustrar, cómo lo que ante el mundo parece sabiduría a los ojos de Dios es tontería y cómo lo que parece tontería ante el mundo es sabiduría de Dios. Es una confrontación de dos tipos de bienaventuranzas:
La sabiduría del mundo dice: "Felices los ricos, porque ellos lo tienen todo y poseen la tierra", pero la sabiduría divina dice: "Dichosos los que tienen espíritu de pobres porque de ellos es el reino de Dios"
La sabiduría del mundo dice: "Felices los conformistas porque todo les irá bien y nadie tendrá que consolarlos", pero la sabiduría divina dice: "Dichosos los que sufren porque serán consolados"
"Felices los poderosos, ya que ellos hacen lo que les dé la gana sin que nadie los critique" contra: "Dichosos los humildes porque heredarán la tierra"
"Felices los superficiales, porque viven de apariencias y siempre están de moda", contra: "Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán satisfechos"
"Felices los fríos de corazón porque no sufrirán y nadie los tomará por tontos ni los engañara", contra: "Dichosos los compasivos porque Dios tendrá compasión de ellos."
Amén.
"Que los sabios pierdan su sabiduría y desaparezca la inteligencia de los inteligentes” (V. 19)
Eso me ha pasado y me pasa a menudo. Cuando nuestros hijos eran chiquitos, nos compramos sendos libros que nos instruían sobre TODO lo que hay que saber para criar a los niños. Mi marido y yo nos empapamos con toda esa sabiduría. Pero hubo un pequeño detalle: nuestros hijos nunca le hicieron caso a esos manuales. Eran totalmente anormales, parece. Y nosotros perdimos nuestra tan duramente adquirida sabiduría. Sabiduría de libro, sabiduría que asimilamos de expertos! Y bueno, entonces nos empezamos a manejar como todos: con sentido común y amor.
A lo mejor ya te pasó que te preparás para un examen o una reunión y después todo sale al revés y te quedás con la sensación de que desapareció todo lo que habías pensado. Y en esas ocasiones decís que quedaste como un tonto.
El panorama político de estos días me hace pensar seriamente que está sucediendo esto: “Haré que los sabios pierdan su sabiduría y que desaparezca la inteligencia de los inteligentes”
¿Cómo explicar sino la incoherencia y desorientación en todos los aspectos de que somos testigos?.
Es más: a veces a uno le parece que tiene razón el viejo dicho latino que dice que “a quien Dios quiere echar a perder, primero le quita la razón”. Pero ese es otro tema.
¡No es fácil admitir que en nuestra propia sabiduría no podemos a veces contestar las preguntas más importantes de la vida!
Tal vez como creyentes nos hemos acostumbrado y asimilado la frase de que “Jesucristo murió en la cruz por nuestros pecados” y que ese es el único camino de acceso a Dios. Tal vez por eso no podemos sentir en este momento la inmensa provocación que significó en aquel momento en la congregación de Corinto la frase: “Nosotros anunciamos a un Mesías crucificado”.
¡Crucificado!
¡Qué contradicción a todo sentir estético!
¡Qué imagen horrible: un hombre crucificado!
Por supuesto: La salvación y una conciencia tranquila, eso sí lo deseamos todos. Pero ¡por qué de esta manera! Un tipo fracasado colgado en una cruz, muriendo la muerte de un delincuente común.
¡Y ese quiere ser Dios!
Dios, el omnipotente y perfecto como el Dios sufriente e impotente. La muerte en la cruz no es sólo una muerte espantosa, es una muerte en deshonra total. El AT lo dice: "Maldito quien cuelga de la cruz" (Deuteronomio).
Imposible: ¡el Mesías no puede ser un crucificado!
La joven congregación de Corinto sufrió todo tipo de burlas porque proclamaba al Cristo crucificado como su Señor. Hay una caricatura de aquellos primeros tiempos del Cristianismo (siglo II) que representa una cruz y de ella colgado un hombre con la cabeza de un burro. Debajo de esa cruz un hombre en actitud de oración. Y la inscripción: "Alexámenos adora a su Dios". Con esta caricatura se ponía en ridículo a un sirviente cristiano: Su fe es una burrada, quiere decir.
Fue muy difícil para los corintios soportar este tipo de burlas. Entonces empezaron a omitir lo escandaloso y ridículo del mensaje del Cristo crucificado en un salto teológico y, para impresionar a sus adversarios, tan sólo hablaban de la gloriosa resurrección de Jesús. La cruz de Cristo pasó a ser nada más que un episodio desagradable que había que dejar atrás rápidamente para concentrarse en la resurrección. Esto tenía que ver también con la mentalidad de los griegos, fanáticos de la belleza perfecta, de la armonía y de la alegría de la vida. En su amor por la perfección y la belleza, sufrían por lo efímero de la vida, lo fugaz de la existencia, que toda belleza estuviera condenada a desaparecer. Su deseo era la inmortalidad. Por eso se engancharon con esta parte del mensaje cristiano, de que Jesucristo redime del poder de la muerte.
Querían tener parte de ese Cristo resucitado en gloria pero no del Cristo sufriente y crucificado.
Por supuesto las dos cosas van juntas, pero precisamente: van juntas. El crucificado y el resucitado son la misma persona, pero no existe Pascuas sin Viernes Santo. No existe la gloria sin el sufrimiento.
Esto nos puede parecer una especie de juego de palabras, un malabarismo teológico. Pero para la congregación de Corinto esta omisión de la cruz de Cristo tenía consecuencias directas en su vida de comunidad:
1. Les fascinaba todo lo que brilla, lo que prometía éxito, lo importante ante los ojos del mundo. Ser alguien importante, que se impone por su sola presencia. Se originó entonces una competencia de los dones, se daba más valor a la cantidad sobre la calidad. Eso los llevó a separaciones dentro de la comunidad en grupos de fans de los diferentes apóstoles. El grupo de fans del apóstol Apolos estaba fascinado con este personaje brillante, y despreciaba al enclenque Pablo, el grupo de fans de Pablo retrucaba con lo importante que era él en comparación de Apolos, etc., etc. Ya no parecía una congregación de hermanas y hermanos sino una competencia de quién era más. Por supuesto quedaban en camino los débiles, marginados, los que a los ojos del mundo no cuentan y a quienes Jesús les tuvo un especial cariño.
2. La Santa Cena se desvirtuó en un encuentro exclusivo de los que tenían tiempo y dinero en abundancia y no se tuvo en cuenta a los que debían trabajar duramente para poder subsistir.
3. Además como lo más importante era la resurrección y la seguridad de la vida eterna, ya no tenía importancia la vida personal de cada uno, total ya tenían parte de la gloria donde esos pequeños pecados no tenían peso.
Es interesante que Pablo no los amonesta para que cambien esas actitudes. Les dice que la causa más profunda de estos conflictos es un concepto equivocado de quién es Jesucristo. Les dice sin anestesia que a Dios se lo encuentra en la cruz o no se lo encuentra.
¿Que significa esto?
1. La cruz es un NO rotundo a todos los intentos humanos de apropiarse de Dios.
Los pensamientos más sublimes sobre Dios que no pasen por la cruz de Cristo son vanos. Yo conozco a muchas personas que dicen que no necesitan de la iglesia ni de Jesús porque lo encuentran a Dios en la naturaleza, en las magníficas puestas de sol en el mar, en la majestuosidad de las montañas, en los apacibles atardeceres en la quinta o en el patio de su casa. Gracias a Dios que a pesar de la destrucción de la naturaleza por el hombre todavía haya espacios de puro placer al contemplarla. Pero la naturaleza no me habla del corazón de Dios, y no me desafía a entregarme a él. (El bien conocido astrofísico Fred Hoyle dijo: «Una interpretación de los hechos realizada con sentido común sugiere que una Superinteligencia ha tenido algo que ver con la física, la química y la biología, y que no hay fuerzas ciegas en la naturaleza de las que valga la pena hablar.» Sin embargo, él sigue siendo incrédulo. El difunto Carl Sagan habló de «una especie de fuerza o poder» que permitió que el universo se creara. Pero «se oponía a toda clase de religión revelada»).
También hay otros intentos de apropiarse de Dios: Cada uno de nosotros tiene ideas favoritas sobre quién es Dios y confundimos esas ideas con el Dios verdadero, pero son nuestras construcciones filosóficas que impiden estar abiertos para lo que Dios quiere transformar en nuestras vidas. Otro intento de apropiarse de Dios podría ser el afán de buscar pruebas de su existencia. Ó: estar en una determinada iglesia, tener algunos conocimientos de la Biblia, tener una noción de Dios todavía no implica creer en él.
2. La cruz de Cristo es el camino que eligió Dios porque es el único camino del cual el ser humano no puede mandarse la parte.
El camino a través de la debilidad y del aparente fracaso. No el camino a través de lo imponente y brillante, de todo lo que podemos lograr por esfuerzo propio. Obviamente la soberbia humana tiene esa capacidad de atribuirse
3. La cruz de Cristo es una ilustración de la actitud de Dios: Las obras más importantes las realiza Dios a escondidas.
No son deducibles, no están a la vista. A veces sus obras están escondidas bajo su contrario. Su fuerza en la debilidad, su alegría en el dolor, su fuerza en la impotencia. Por eso el pesebre, cuando Jesús nació y la cruz en la cual Jesús murió, están en la misma línea.
4. La cruz de Cristo no excluye a nadie.
Los brazos abiertos en la cruz se abren en un abrazo para todos. Todos tienen acceso en esa vía. No hay que pedir turno ni esperar en la sala de esperas. Hermana a todos los que se acercan a ella. Ya no hay diferencia entre los importantes del mundo y el mendigo.
5. La cruz de Cristo es señal de la presencia de Dios en las profundidades del dolor y el sufrimiento
Su angustia sana nuestra angustia, su muerte sana nuestra muerte porque no hay situación en la vida humana que él no conociera.
6. La cruz de Cristo relativiza los éxitos y los fracasos de nuestra propia vida
Bajo la cruz los éxitos no se miden en cifras y no se imponen por su importancia, se miden en actos de fe y amor. Los éxitos que tenemos y que son fruto de nuestro esfuerzos y de nuestra creatividad son algo lindo, pero a la luz de la Cruz de Cristo no significan ni deciden sobre la VIDA. Los fracasos no consisten en la frustración de los proyectos. Cada uno de nosotros tiene sus historias de fracasos que han marcado nuestras vidas: Proyectos en que invertimos parte de nuestro ser y que han fracasado, fracasos en nuestra vida de familia, fracasos económicos que nos hacen sentir perdedores. En la perspectiva de la Cruz esos fracasos no deciden sobre vida y muerte, sino son posibilidades de empezar de nuevo. Donde el fracaso parecía ser total, en la muerte de Jesús en la cruz, Dios empezó algo totalmente nuevo, nueva creación, resurrección.
Quiero terminar con un breve texto para ilustrar, cómo lo que ante el mundo parece sabiduría a los ojos de Dios es tontería y cómo lo que parece tontería ante el mundo es sabiduría de Dios. Es una confrontación de dos tipos de bienaventuranzas:
La sabiduría del mundo dice: "Felices los ricos, porque ellos lo tienen todo y poseen la tierra", pero la sabiduría divina dice: "Dichosos los que tienen espíritu de pobres porque de ellos es el reino de Dios"
La sabiduría del mundo dice: "Felices los conformistas porque todo les irá bien y nadie tendrá que consolarlos", pero la sabiduría divina dice: "Dichosos los que sufren porque serán consolados"
"Felices los poderosos, ya que ellos hacen lo que les dé la gana sin que nadie los critique" contra: "Dichosos los humildes porque heredarán la tierra"
"Felices los superficiales, porque viven de apariencias y siempre están de moda", contra: "Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán satisfechos"
"Felices los fríos de corazón porque no sufrirán y nadie los tomará por tontos ni los engañara", contra: "Dichosos los compasivos porque Dios tendrá compasión de ellos."
Amén.