Juntos en un mismo espíritu
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E L E S P Í R I T U n o s e n v í a
Cosas que pasan:
“Dos jóvenes conversan en la estancia de la Quinua, Félix Carranza y Pancho Escobar. El primero cuenta que quiere irse a la costa, porque aquí no se progresa.
- Las autoridades no se mueven, la gente no colabora, todo está como muerto – dice Félix.
- Tienes razón – contesta Pancho – pero nuestro compromiso está aquí: servir a la comunidad, y no buscar lo cómodo para uno.
- Pero no ves que no avanzo...
- El avance que vale es ayudar a los demás. Por ejemplo, podrías ser promotor de salud. Tienes cualidades. Yo, estoy en alfabetización...”
Conversando JUNTOS:
En tu comunidad, ¿los jóvenes también se van?
- ¿Qué harías tú, como Félix, o como Pancho?
Ezequiel, un profeta, se lamenta que la gente ha perdido la esperanza y que siente como si todo hubiera terminado. Pero el Señor le envía a contagiar confianza y le asegura que les dará el Espíritu y volverán a comprometerse con su tierra.
Ni cómodo, ni fácil ser testigo de un Mundo Nuevo: el Reino.
Pero ese es el sentido-para-nosotros, que viene del Espíritu.
Leemos Ezequiel 37,1-14
El ESPÍRITU entre nosotros:
Dice Hechos 8,9-25 que cuando los apóstoles supieron que los de Samaria habían creído, enviaron a Pedro y Juan, que pusieron las manos sobre ellos y recibieron el Espíritu Santo.
Recibir el Espíritu es comprometerse en el trabajo del Reino, en su tierra, y en medio de su gente. Es hacer lo que hizo Pancho. No es cómodo ni fácil. Pero “déjate quemar si quieres alumbrar”.
Por eso CANTAMOS
“Tu Palabra es una carga
que mi espalda dobló
es brasa tu mensaje
que mi lengua secó.
Déjate quemar
si quieres alumbrar
no temas, contigo estoy”.
COMPAÑEROS DE LO NUEVO
La Iglesia precisa ser un Cuerpo que coordine a miembros diversos. Y por ser cuerpo precisa manos y de labios, de oídos y de pies para andar. A veces puede volverse loca como un cuerpo dividido, en el que chocan fuerzas. A veces puede volverse monstruo, porque le sobran labios, pero le faltan manos y pies, para fermentarse en la masa del pueblo.
Es preciso compartir en el barrio, la ciudad, el país... nuestra esperanza y convencimiento.
Es posible vivir juntos, ganar espacios de libertad compartida, social, de todos, donde distintos, no dejen de ser ellos, sin dejar por eso de compartir. Entonces, una Iglesia respirando salud, armonía, coordinando sus miembros todos, por un único Espíritu, más allá de sus paredes, verá que asoma, amanece el Reino de justicia, libertad y amor, inaugurado por el Espíritu de Jesús.
Porque el Espíritu, que es Libertad de la vida, no es libertad y no es vida, si no se conjuga y se teje en solidaridad con el pueblo que sufre, busca.
El Espíritu es contagiante, como la vida, la libertad, no me las puedo guardar, depositar en un banco, es para todos.
Es libertad para la comunión.
Cosas que pasan:
“Dos jóvenes conversan en la estancia de la Quinua, Félix Carranza y Pancho Escobar. El primero cuenta que quiere irse a la costa, porque aquí no se progresa.
- Las autoridades no se mueven, la gente no colabora, todo está como muerto – dice Félix.
- Tienes razón – contesta Pancho – pero nuestro compromiso está aquí: servir a la comunidad, y no buscar lo cómodo para uno.
- Pero no ves que no avanzo...
- El avance que vale es ayudar a los demás. Por ejemplo, podrías ser promotor de salud. Tienes cualidades. Yo, estoy en alfabetización...”
Conversando JUNTOS:
En tu comunidad, ¿los jóvenes también se van?
- ¿Qué harías tú, como Félix, o como Pancho?
Ezequiel, un profeta, se lamenta que la gente ha perdido la esperanza y que siente como si todo hubiera terminado. Pero el Señor le envía a contagiar confianza y le asegura que les dará el Espíritu y volverán a comprometerse con su tierra.
Ni cómodo, ni fácil ser testigo de un Mundo Nuevo: el Reino.
Pero ese es el sentido-para-nosotros, que viene del Espíritu.
Leemos Ezequiel 37,1-14
El ESPÍRITU entre nosotros:
Dice Hechos 8,9-25 que cuando los apóstoles supieron que los de Samaria habían creído, enviaron a Pedro y Juan, que pusieron las manos sobre ellos y recibieron el Espíritu Santo.
Recibir el Espíritu es comprometerse en el trabajo del Reino, en su tierra, y en medio de su gente. Es hacer lo que hizo Pancho. No es cómodo ni fácil. Pero “déjate quemar si quieres alumbrar”.
Por eso CANTAMOS
“Tu Palabra es una carga
que mi espalda dobló
es brasa tu mensaje
que mi lengua secó.
Déjate quemar
si quieres alumbrar
no temas, contigo estoy”.
COMPAÑEROS DE LO NUEVO
La Iglesia precisa ser un Cuerpo que coordine a miembros diversos. Y por ser cuerpo precisa manos y de labios, de oídos y de pies para andar. A veces puede volverse loca como un cuerpo dividido, en el que chocan fuerzas. A veces puede volverse monstruo, porque le sobran labios, pero le faltan manos y pies, para fermentarse en la masa del pueblo.
Es preciso compartir en el barrio, la ciudad, el país... nuestra esperanza y convencimiento.
Es posible vivir juntos, ganar espacios de libertad compartida, social, de todos, donde distintos, no dejen de ser ellos, sin dejar por eso de compartir. Entonces, una Iglesia respirando salud, armonía, coordinando sus miembros todos, por un único Espíritu, más allá de sus paredes, verá que asoma, amanece el Reino de justicia, libertad y amor, inaugurado por el Espíritu de Jesús.
Porque el Espíritu, que es Libertad de la vida, no es libertad y no es vida, si no se conjuga y se teje en solidaridad con el pueblo que sufre, busca.
El Espíritu es contagiante, como la vida, la libertad, no me las puedo guardar, depositar en un banco, es para todos.
Es libertad para la comunión.