Juan 18:1–19:42

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Viernes Santo

Isaías 52:13–53:12; Salmo 22; Hebreos 10:16–25 o Hb 4:14–16, 5:7–9; Juan 18:1–19:42

Comentamos una lectura global

Estamos en la etapa final; para llegar a la entronización del rey por medio de la muerte voluntaria pero no fatalista, se necesitan algunas condiciones. Estas se dan por la intervención de distintos personajes conocidos.
En primer lugar, cruza el Kidron a la manera de David (II Sam 15: 13-15), pero no escapa de los enemigos sino que se dirige a esperar en el huerto (18:1), junto con sus discípulos, la hora de la entrega, que se da por la traición de uno de los suyos, pero también como ofrecimiento voluntario.
En segundo lugar, una vez cumplido el gesto anterior, espera a que aparezca el jefe de este mundo, Satán, para entregarse a él y ganarle en su propio terreno (cf. 6:70; 13:27); Judas representa ahora las fuerzas del mal contra el Mesías (18:2ss).
En tercer lugar, uno de los suyos intenta torcer el rumbo del designio de Jesús por medio de la espada; Pedro hace una opción, a base de su propia comprensión del Mesías triunfalista, y es severamente reprendido por Jesús (18: 10- 11) porque el trago que tiene que beber no puede ser soslayado.
En cuarto lugar, reaparece la figura de Caifás, el que había predicho que era necesario que uno muriera por todos (11:49-50) a fin de resaltar el doble sentido del EvJn; por un lado, para dar ejecución al acuerdo del Consejo (11:53), y por el otro, a fin de mostrar el sentido de la muerte de Jesús por todos los hijos de Dios (11 :52) (cf. 18:13-14, 24).
En quinto lugar, el que es suegro de Caifás, el sumo sacerdote aquel importante año, el viejo Anás, hace una parodia de juicio, denotándose el designio preconcebido de la institución sacerdotal sobre la muerte de Jesús; no quiere, en realidad, hacer justicia, sino quitar de en medio a quien viene a salvar con otra idea distinta, de amor, a la de la institución que se arroga el sentido último de la Palabra (18:13, 19ss).
En sexto lugar, las tres negaciones de Pedro (18:17, 25, 27), uno de los que verdaderamente son suyos, denota la incomprensión del designio de Dios; se quiere todavía un Mesías triunfalista y no paciente; todo esto a pesar del gran amor de Pedro hacia su Señor (21:15-17).
En séptimo lugar, todo el juicio ante Pilato, el procurador representante de los poderes de este mundo, muestra cuán lejos de la justicia de Dios está la justicia humana, representada en este caso por la ‘justa’ ley romana; es preferible hacer componendas de tipo político que justificar al hombre (18:28ss). Esta parodia de juicio legal enfatiza de qué muerte Jesús iba a morir (18. 32).
En octavo lugar, el diálogo con Pilato revela el carácter de Jesús: se trata de la realeza, pero distinta de la concebida por autoridades judeas y romanas; mi reino no es (no procede) de este mundo’, porque se necesita otro tipo de justicia para salvar al hombre (18:33-37).
En noveno lugar, la opción por la violencia por parte de los judeos (autoridades) denota, por signo contrario, cuál es el sentido de la aparición del Mesías en el mundo, un entregar la vida y no tomarla de otros (18:39-40); Barrabás es un lestes (bandido). Querían un Mesías liberador político y no redentor por la muerte.
En décimo lugar, hay una mofa contra el rey de los judíos por parte de los soldados romanos; pero, en realidad, esta burla no se dirige contra Jesús solo, sino también contra las pretensiones mesiánicas de los judíos a la manera de un reinado político, que según expectaciones de época correspondía a David. El EvJn agudamente muestra que Jesús se deja mofar porque él no es rey de aquí y los judeos, por un lado, pretenden crucificar lo que en realidad esperan: a David. ¿Pero Jesús en el EvJn es David? (19:1-7).
En undécimo lugar, tanto el poder político, como el religioso, Pilatos y ‘judeos’, confunden totalmente los términos, el primero creyendo tener realmente el poder, el segundo traicionando al mismo Dios - ¡no tenemos más rey que al César! - (19:8-15). Por contraposición, ambos han entronizado al verdadero Mesías y se excluyen de la redención, para los judíos esto es aún peor porque se autoexcluyen de la liberación mesiánica que viene por el amor y la entrega de Jesús a la muerte.
En duodécimo lugar, pasada ya la hora sexta - las doce del mediodía - a pleno sol, se produce la entronización del rey cadáver (19:14, 17ss) en el mismo momento en que los sacrificios son ofrecidos en el Templo (Ex 12:1-4); Jesús, el Templo que vino a acampar entre los hombres (1:14), es sacrificado en las afueras de la ciudad de Jerusalén como ‘rey de los judíos’, él, un nazareno - galileo... consumó todo (19:30): ¡murió!
Y ahora el clímax. No se le quiebra hueso alguno (19:33, 36; Ex 12:46), porque es la ofrenda perfecta (Ex 12:5-6), el verdadero Isaac (3:16), el cordero que quita el pecado del mundo (1:29, 35) cuya sangre y agua da vida al mundo, porque es el gran traspasado (Zac 12:10; EvJn 19:37).
El libro de la Pasión, con el agregado del sepelio real (19:38-42) para el rey - Mesías cadáver, se cierra en este lugar. Y se abre, nuevamente, con la resurrección y sus testigos (20-21), que se continúa en la vida de la iglesia, los creyentes hasta hoy, pero ...
Nuestro propósito era mostrar el clímax del sacrificio de Jesús: éste se da en la oración de Zac 12:10: ‘Mirarán al que traspasaron´. Este texto no sólo se refiere a la lanzada del cap. 19:34 sino a todo lo que pasó anteriormente... Y lo que pasó anteriormente, referido al Libro de la Pasión, comienza en Efraim (11:54), pasa por todo lo narrado sumariamente, y termina en el Gólgota con la visión del Traspasado (19:37).
El origen, como se ve en el esquema anterior está en Efraim y el clímax en el que ha sido desgarrado por la lanza, y que es llorado como hijo único - primogénito (Zac 12:10-12)... como nos dicen las fuentes sobre el Mesías ben Efraim/José

Algunas conclusiones

Esta lectura global nos ha permitido visualizar el hilo conductor de los capítulos 11:55-19:37 (42). Toda línea directriz tiene un comienzo (origen) y un final (clímax). En este caso el origen está en Efraim (11: 54-55) y el clímax está en la visión del traspasado (19:37).
El hilo de la malla joanea de la segunda parte del Ev se va enganchando en diferentes secciones bien elaboradas y con un propósito definido: la redención por la elevación en la cruz.
La estructura literaria - geográfica general ha demostrado la unidad temática con un punto de arranque y un punto focal.
El retorno de Efraim a Betania indica el camino de Jesús a la muerte, para ser ungido como rey cadáver, y se solidifica con su no entrada a Jerusalén, que indica un contrasigno en oposición a expectativas triunfalistas y humanas, se esconde a esperar el desenlace final del drama.
Volver a Jerusalén testimonia, por otro lado, que para llegar a la entronización es necesario pasar por la muerte en la Pascua de los Judeos, porque no hay verdadero seguimiento sin la cruz.
Jesús, antes de andar su camino a la muerte, habla sobre ella como el camino al Padre, a través de él, y que en esa muerte está su propia manifestación; pone su vida por los amigos quienes deberán sufrir lo mismo. Esto implica no derrota sino gloria y triunfo.
El relato de la Pasión - el estricto - corrobora lo anterior. Jesús llega a la entronización, en medio de sufrimiento y mofas, como ofrenda perfecta, a través de la muerte voluntaria; esto no quita que sea un asesinado para cumplir aquello que estaba previsto en su camino de Efraim a la muerte.
Esta lectura global nos indica que la expectativa mesiánica efraimita podía, perfectamente, estar en el trasfondo del relato del libro de la Pasión del EvJn.

Reflexión teológica

Es un texto muy extenso para indicar sólo un aspecto teológico, por ello recomiendo seguir el comentario y encontrar alguna línea que incluso sirva para la predicación en las partes itálicas y subrayadas. Recordar que en la iglesia primitiva el núcleo de la predicación estuvo dada en la Pasión / Resurrección y los Evangelios se compusieron partiendo de este núcleo.

Pistas para la predicación

Las pistas están, creo, en lo subrayado.

Literatura consultada

M. E. Boismard, “Le Royauté du Christ dans le 4O. Evangile”, LumVie 11 (1962) p. 43-63.
J. Mateos - J. Barreto, El Evangelio de Juan.
R. Schnackenburg, El Evangelio según San Juan.
S. Bártina, “Yo soy Yahweh, nota exegética a Jo. 18:4-8, EstEcl 32 n127 (1958) p. 403-426.
J. J. Twomey, “Barrabbas Was a Robber”, Scripture, 8 (1956) p. 115-119.
D. W. Wead, “We Have a Law”, Novum Testamentum 11:3 (1969) p. 185-189.
Ricardo Pietrantonio, Itinerario Bíblico III, Jesús en los Evangelios y en la vida cotidiana de su tiempo, La Aurora, Departamento de Publicaciones de la FAIE, Buenos Aires 2000, p. 206-216.
I. de la Potterie, “Jésus, roi et jude d'apres Jn 19:13; ekathisen epi bematos”, Biblica 41:3 (1960) p.217-247
F. W. Beare, “The Risen Jesus Bestows the Spirit: A Study of John 20: 19-23”, CanJournTheol 4:2 (1958) p. 95-100.
Ricardo Pietrantonio, “El Mesías Asesinado, El Mesías Ben Efraim en el Evangelio de Juan” Revista Bíblica 44:5 (1982) 1-64.

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