Juan 14: 23-29

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Hechos 16: 9-15, Salmo 67, Apocalipsis 21:10-22, 22:5; Juan 14: 23-29

Repaso exegético

La perícopa que nos corresponde es parte del discurso de Jesús llamado “de despedida” (14:1-31). Los comentarios dividen distinto el discurso y ninguno de los consultados toma los vv. 23-29 como una unidad (por ej., Schnackenburg, 18-24, 25-31; Léon-Dufour, 12-26, 27-31; Haenchen toma todo el capítulo sin secciones; la Biblia de Jerusalén da el título de “Las despedidas” a 13:31-14:31). Buscando las oposiciones en el texto, Segovia (p. 140-141, véase nota al final) nota una inclusio o inclusión, mediante referencia al Paráclito (vv. 15-16, 25-26), proponiendo 15-26 como una unidad, con correspondencia entre los siguientes elementos:

A. Secuencia I 14:15 Amor a Jesús
14:16-17a Recompensa
14:17b-c Oposición entre ho kosmos y humeis

B. Secuencia II 14:18-20 Oposición entre ho kosmos y humeis
14:21a Amor a Jesús
14:21b Recompensa

C. Secuencia III 14:22 Oposición entre ho kosmos y humeis
antítesis 14:23a Amor a Jesús
14:23b Recompensa
14:24a No amor a Jesús
14:24b Recompensa

En este cuadro se pueden apreciar tres secuencias, cada una girando alrededor de una oposición básica: reconocer a Jesús (= amarlo = guardar sus mandamientos o su palabra) o no reconocerlo. La equiparación entre los temas /guardar los mandamientos de Jesús/ (que son los del Padre) y /guardar su palabra/ está justificada en Jn 14:15 –que sirve de estribillo– y 14:21, 23, 24 (Léon-Dufour, p. 94).
En cada secuencia hay una recompensa para quienes lo reconocen, a las que se agrega en la secuencia III una recompensa (en negativo) para quienes no lo reconocen. Esta oposición /reconocer = amar/ contra /no reconocer = no amar/ está también presentada en términos de la oposición /ustedes/ contra /mundo/: si el mundo no reconoce a Jesús ni a Dios, no puede obedecer sus mandamientos/Palabra, y por ende, no puede acceder a la recompensa. De hecho (v. 19), el mundo ni siquiera podrá reconocer a Jesús cuando éste ya no esté presente, mientras que quienes creen/obedecen/permanecen en su amor, sí podrán.
En cuanto a los restantes versículos de nuestra perícopa, 27-29 (también se podrían incluir 30-31a y terminar el discurso), éstos retoman el principio, la pronta partida de Jesús, el mundo que lo rechaza y la donación de la paz (¿distinto o igual al Espíritu?) para que la comunidad sepa que no quedó sola.

Breve reflexión teológica

El cuadro reproducido arriba permite superar la impresión de que Jn “siempre dice lo mismo”. En efecto, usa los mismos temas y a menudo el mismo vocabulario, pero dándole cada vez un acento particular. ¡Podríamos decir que le da otra “vuelta de tuerca” a la teología! ¿Cuáles serían esos temas tan importantes para Juan y para su comunidad?
Primero, el tema de la relación entre la revelación o entendimiento obtenido gracias al Espíritu y la ascensión/salida de Jesús. En este sentido, es pertinente la pregunta sobre la relación entre Jesús y el Espíritu.
¿Cuál es la diferencia de énfasis entre las tres secuencias? ¿Qué las hace necesarias? Propongo que nos concentremos en las recompensas que Jesús promete.
Secuencia I. En 14:15, la promesa del parákletos, participio pasivo de parakaléo, “uno llamado para que esté al lado, para que asista”, de ahí “valedor” (Mateos-Barreto), está ligada a la ausencia física de Jesús que muy pronto sucederá. Ese valedor será el Espíritu de la verdad o de la lealtad (to pneuma tes aletheias), a quien reconocerán y quien permanecerá siempre con la comunidad. El Espíritu lo enviará el Padre a pedido de Jesús (v. 16).
La presencia de Dios en medio de su pueblo no es novedad cristiana; la encontramos en el AT, desde un viento o espíritu moviéndose sobre el caos creacional (Gen 1:2), hasta los profetas (por ej., Joel 3:1 o Ageo 2:4-5).
Secuencia II. En 14:21b, la promesa está ligada directamente a la presencia divina (“mi Padre le amará y yo también le amaré y me manifestaré a él” (¿y a ella?).
Secuencia III. En 14:25-26, la función del Espíritu para con la comunidad cristiana se define más explícitamente: la de explicar, abrir el entendimiento a las enseñanzas y obras de Dios. La obra del Espíritu no es tema exclusivo de Jn; Lc-Hch y las cartas paulinas, para citar algunos ejemplos, van también en esta línea.
En mi opinión de biblista (no soy teóloga sistemática), la discusión sobre prioridades de Dios Padre, de Jesús o del Espíritu o viceversa (“el Padre es mayor que –o más que– yo”, dice Jesús, 14:28) está mal planteada. La obra de Dios es de Dios; si Jesús es Dios (como lo afirma Jn 1:1 tan explícitamente) y si el Espíritu es el Espíritu Santo, enviado por Dios, entonces la pregunta no debe ser sobre prioridades o jerarquías (quién es mayor), sino sobre maneras en que Dios se hace presente y la comunidad es equipada para su misión.
Otro tema que surge de esta perícopa es: ¿por qué la revelación de Jesús está limitada o circunscripta a los/as creyentes (la pregunta de Tomás en el v. 22, que origina nuestra perícopa como respuesta)? Jesús no da una respuesta directa. Se podría deducir de sus palabras que no se trata de que Dios limite su oferta; pero el mundo no está capacitado para verla y aprovecharla, está ciego a los dones de Dios y, por tanto, no puede recibirlos.

Pistas para la predicación

¿Por qué reflexionar sobre el Espíritu Santo sólo para Pentecostés? En Juan no hay un Pentecostés como el de Lucas. No nos olvidemos, de paso, que tampoco en los otros evangelios lo hay; que el leccionario, con su uso de los cuatro evangelios, no nos haga perder de vista la particularidad de cada uno de ellos.
Reflexionar sobre el Espíritu Santo es, en el fondo, reflexionar sobre las obras de Dios, la misión de Dios, el acercamiento de Dios al ser humano, desde siempre. Como no queremos establecer una jerarquía de Dios mayor que Jesús o Jesús mayor que el Espíritu, sugiero trabajar sobre la estructura propuesta por Segovia y mostrar cómo, en realidad, las promesas de las tres secuencias están interrelacionadas: el Espíritu de verdad/lealtad, la presencia de Jesús en la comunidad y la comprensión de los planes divinos, tanto acerca de Jesús cuanto acerca de nuestra misión hoy, gracias al Espíritu.

NOTA: Para esta meditación resultaron especialmente útiles: Rudolf Schnackenburg, El Evangelio según San Juan, III (Barcelona, Herder, 1980); Juan Mateos y Juan Barreto, El Evangelio de Juan (Madrid, Cristiandad, 1982); Fernando Segovia, Love Relationships in the Johannine Tradition (Society of Biblical Literature Dissertation Series 58; Chico, Scholars Press, 1982); Ernst Haenchen, John 2 (Hermeneia; Filadelfia, Fortress, 1984); Xavier Léon-Dufour, Lectura del Evangelio de Juan, III, Jn 13-17 (Salamanca, Sígueme, 1995).

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