Hechos 4:32-35
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Nota: Diversas informaciones exegéticas fueron tomadas de los siguientes comentarios:
CONZELMANN, Hans, Acts of the Apostles, Hermeneia, Philadelphia, Fortress, 1987.
HARGREAVES, John, A Guide to Acts, Londres, SPCK, tercera impresion 1995 (1990).
MUNCK, Johannes, The Acts of the Apostles, Anchor Bible 31, Nueva York, Doubleday, 1967.
WILLIMON, William H., Acts. Interpretation, Atlanta, John Knox Press, 1988.
La perícopa correspondiente a este domingo (el menos concurrido del año) incluye Hch 4:32-37 y no 32-35 (leccionario). El tema de este sumario lucano es la vida de la congregación, con especial énfasis en la puesta en común de propiedades, tema que ya había aparecido en 2:44-45. El texto está compuesto por una afirmación (v. 32), una explicación (vs. 34-35) y una ilustración (vs. 36-37). El v. 33 es considerado una inserción, aunque en este tipo de sumario las mezclas parecen ser comunes (se mezcla la vida interna de la congregación con la proyección externa, vs. 32-33).
V. 36. Aparece José Bernabé, a quien se describe como un levita originario de Chipre. “Barnabás” o Bernabé no significa “hijo de la consolación” o “hijo de la exhortación” como Lucas expresa, sino “hijo de Nebo.” Puede ser que la nota se haya extrapolado, o que Lucas no supiera arameo (en 13:8 también aparece equivocada la interpretación de Elimás o Bar-Jesús).
Hay antecedentes veterotestamentarios (Dt 6:5, 15:4) y extrabíblicos (Aristóteles: “Los bienes de los amigos son propiedad en común”, Ethica Nicomachea. 9.8, 1168b 6ss) para la puesta en común de los bienes para cuidar de los pobres. Sin embargo, la mención en especial de Bernabé en vs. 36-37, y el hecho de que la fe en el Resucitado fuera una decisión personal, parecen indicar que la donación de propiedades era voluntaria y lo suficientemente escasa como para saberse los nombres de, o merecer recordar a quienes la llevaban a la práctica. Lo más probable es que del caso de José/Bernabé, Lucas haya tomado esta imagen ideal de la iglesia, la cual, lamentablemente, es ideal, como el cap. 5 muestra (Ananías y Zafira).
Para la predicación: Cuando la congregación o la iglesia logra la misma fe, comparte bienes. Aunque entrar en temas de dinero, especialmente el domingo después de Pascua, parecería inapropiado, en el fondo la pregunta es: ¿De qué manera transmitimos, en lo personal y como comunidad, nuestra fe? El gran desafío no es explicar la resurrección en términos históricos o físicos, sino explicar por qué nuestra congregación y nosotros/as mismos/as no podemos manifestar nuestra fe en esa resurrección en nuestras acciones personales y comunitarias.
Si alguien se quiere extender en una comparación con Hch 5, que no aparece en el leccionario en los domingos inmediatamente posteriores, podría explorar la relación entre la necesidad de asegurarnos inmortalidad y el manejo del poder y el dinero, pues al decir que “la mortaja no tiene bolsillos”, no combatimos nuestro materialismo, sólo mostramos su origen. También se podrían enumerar las abundantes parábolas y dichos de Jesús en Lucas concernientes al manejo del dinero, para hablar de la importancia de que nuestros bienes y preocupaciones diarios (no me gusta llamarlos “mundanos”) no nos estorben la visión más amplia que nuestra fe exige de nosotras/os.
COMENTARIOS HECHOS EN EL GRUPO:
¿Qué poderes dominan nuestra vida?
En un culto de Pascua, no se trata de argumentar científicamente sobre la resurrección, sino de preguntarse cómo esta comunidad, que dice creer en la resurrección, la anuncia y muestra en su propia vida. ¿Qué hay de la participación en la iglesia? ¿Cómo se resuelven los problemas económicos de la iglesia y de los miembros pobres? ¿Cuáles son las dificultades de la congregación para creer en la resurrección? ¿Cómo la comunidad testifica hoy la resurrección?
Es de fundamental importancia ponerse bajo el juicio de la Palabra de Dios.
El testimonio de la comunidad se desprende de la manera cómo ella está colocada sobre las cuatro bases o columnas indicadas en Hch 2:42: la doctrina de los apóstoles, la comunión unos con otros, el partimiento del pan y la oración.
CONZELMANN, Hans, Acts of the Apostles, Hermeneia, Philadelphia, Fortress, 1987.
HARGREAVES, John, A Guide to Acts, Londres, SPCK, tercera impresion 1995 (1990).
MUNCK, Johannes, The Acts of the Apostles, Anchor Bible 31, Nueva York, Doubleday, 1967.
WILLIMON, William H., Acts. Interpretation, Atlanta, John Knox Press, 1988.
La perícopa correspondiente a este domingo (el menos concurrido del año) incluye Hch 4:32-37 y no 32-35 (leccionario). El tema de este sumario lucano es la vida de la congregación, con especial énfasis en la puesta en común de propiedades, tema que ya había aparecido en 2:44-45. El texto está compuesto por una afirmación (v. 32), una explicación (vs. 34-35) y una ilustración (vs. 36-37). El v. 33 es considerado una inserción, aunque en este tipo de sumario las mezclas parecen ser comunes (se mezcla la vida interna de la congregación con la proyección externa, vs. 32-33).
V. 36. Aparece José Bernabé, a quien se describe como un levita originario de Chipre. “Barnabás” o Bernabé no significa “hijo de la consolación” o “hijo de la exhortación” como Lucas expresa, sino “hijo de Nebo.” Puede ser que la nota se haya extrapolado, o que Lucas no supiera arameo (en 13:8 también aparece equivocada la interpretación de Elimás o Bar-Jesús).
Hay antecedentes veterotestamentarios (Dt 6:5, 15:4) y extrabíblicos (Aristóteles: “Los bienes de los amigos son propiedad en común”, Ethica Nicomachea. 9.8, 1168b 6ss) para la puesta en común de los bienes para cuidar de los pobres. Sin embargo, la mención en especial de Bernabé en vs. 36-37, y el hecho de que la fe en el Resucitado fuera una decisión personal, parecen indicar que la donación de propiedades era voluntaria y lo suficientemente escasa como para saberse los nombres de, o merecer recordar a quienes la llevaban a la práctica. Lo más probable es que del caso de José/Bernabé, Lucas haya tomado esta imagen ideal de la iglesia, la cual, lamentablemente, es ideal, como el cap. 5 muestra (Ananías y Zafira).
Para la predicación: Cuando la congregación o la iglesia logra la misma fe, comparte bienes. Aunque entrar en temas de dinero, especialmente el domingo después de Pascua, parecería inapropiado, en el fondo la pregunta es: ¿De qué manera transmitimos, en lo personal y como comunidad, nuestra fe? El gran desafío no es explicar la resurrección en términos históricos o físicos, sino explicar por qué nuestra congregación y nosotros/as mismos/as no podemos manifestar nuestra fe en esa resurrección en nuestras acciones personales y comunitarias.
Si alguien se quiere extender en una comparación con Hch 5, que no aparece en el leccionario en los domingos inmediatamente posteriores, podría explorar la relación entre la necesidad de asegurarnos inmortalidad y el manejo del poder y el dinero, pues al decir que “la mortaja no tiene bolsillos”, no combatimos nuestro materialismo, sólo mostramos su origen. También se podrían enumerar las abundantes parábolas y dichos de Jesús en Lucas concernientes al manejo del dinero, para hablar de la importancia de que nuestros bienes y preocupaciones diarios (no me gusta llamarlos “mundanos”) no nos estorben la visión más amplia que nuestra fe exige de nosotras/os.
COMENTARIOS HECHOS EN EL GRUPO:
¿Qué poderes dominan nuestra vida?
En un culto de Pascua, no se trata de argumentar científicamente sobre la resurrección, sino de preguntarse cómo esta comunidad, que dice creer en la resurrección, la anuncia y muestra en su propia vida. ¿Qué hay de la participación en la iglesia? ¿Cómo se resuelven los problemas económicos de la iglesia y de los miembros pobres? ¿Cuáles son las dificultades de la congregación para creer en la resurrección? ¿Cómo la comunidad testifica hoy la resurrección?
Es de fundamental importancia ponerse bajo el juicio de la Palabra de Dios.
El testimonio de la comunidad se desprende de la manera cómo ella está colocada sobre las cuatro bases o columnas indicadas en Hch 2:42: la doctrina de los apóstoles, la comunión unos con otros, el partimiento del pan y la oración.