Hechos 2:42-47

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Salmo 23; Hechos 2:42-47; 1 Pedro 2: 19-25; Juan 10:1-10

Análisis del texto

Este es el primero de tres resúmenes que Lucas inserta en Hechos. Se ha discutido mucho si se trata de material previo adoptado por el evangelista o material propio. Uno de los argumentos para una u otra posición es el hecho de las repeticiones entre los tres resúmenes, así como de repeticiones y otras asperezas de los vv. 42 y 43. Más importantes nos parecen los aportes que ayudan a entender su función allí donde han sido colocados. Aunque los tres resúmenes dan una primera impresión de repetitivos, una lectura cuidadosa muestra que 2:42-43 es un resumen de resúmenes. En efecto, en estos vv. tenemos una enunciación del ideal de la Iglesia según Lucas: 1) se presta atención a la enseñanza apostólica; 2) hay comunidad de vida (en griego koinonia; 3) se participa de una comida comunitaria, terminando con la Eucaristía o Cena, tal como Jesús había ordenado; 4) se participa de la oración en la sinagoga (ya no había sacrificios, pues el Templo había sido destruido), así como de la oración específicamente cristiana, pidiendo sobre todo la venida del Reino; 5) se hacen prodigios y señales que maravillan o impresionan a los y las “de afuera” (de nuevo lo apuntado arriba, que el testimonio cristiano no se puede limitar a lindos discursos; debe verse en las obras).

La enseñanza apostólica (“de los apóstoles”) debe de referirse más que nada a lo que los y las apóstoles habían transmitido de lo que habían vivido y aprendido de Jesús, probablemente dichos o hechos de éste. Si bien se puede pensar en los Doce (que ya eran once), hubo otros apóstoles, mujeres y varones, y no debemos olvidarlos, especialmente, olvidarlas [Pablo usa a menudo este título de sí mismo, por ej., 1 Corintios 1:1, 2 Corintios 1:1, Gálatas 1:1]); la koinonía, incluye, al menos en la visión ideal de Lucas, la comunidad de bienes, de modo que nadie pasara necesidades ni llamara suyo lo que había. Esta visión ideal pudo haber sido tomada de la realidad de algunas comunidades, así como de los escritos de filósofos como Platón y Aristóteles, quienes consideraban que estos eran aspectos ideales de una amistad verdadera (Aristóteles) o del estado ideal (Platón). Con esto, Lucas muestra su familiaridad con la tradición helenística, así como su preocupación, evidenciada en muchos textos, por un balance más justo entre ricos y pobres dentro de la Iglesia.

Los vv. 44-47 y los dos resúmenes restantes explican lo que el resumen de resúmenes de (2:42-43) ha mencionado. Allí enumeraba: a) enseñanza apostólica; b) comunidad de vida; c) fracción del pan (comida comunitaria y Eucaristía); d) oración; y e) prodigios y señales. Para ello retoma los elementos enumerados, pero en un orden diferente: b) la comunidad de vida, en 44-45; c) la comunidad litúrgica en 46 y d) la oración en el v. 47; a) la enseñanza apostólica y b) la comunidad de vida, en el segundo resumen (4:32-34) y e) prodigios y señales es retomado en el tercer resumen (5:12b) (Roloff, 99). Así se explica la aparente repetición del material, independientemente de su origen.

Sugerencias homiléticas

Hasta hace un tiempo, en las comunidades de clase media que conozco, predicar sobre la comunidad de bienes tenía un tinte comunista para muchos oídos; y si no, era algo que pertenecía a aquel lejano pasado de la época de Lucas y que, por ser tan lejano, no necesitaba realmente preocuparnos. En las comunidades pobres, en cambio, se comparte lo que se tiene por principio, porque hoy yo tengo y mi vecina no, pero mañana “la tortilla se puede dar vuelta” y puedo ser yo quien necesite que mi vecina me preste. Pero no se trata de prestar por interés, por si mañana yo necesito. Se trata de la lógica de la solidaridad, del compartir, así como de la percepción de que la vida es dura e insegura y no se asegura guardándose todo.

En estos últimos tiempos la crisis económica ha hecho tales estragos en la Argentina que la clase media sabe que las cosas están cambiando y que el mundo ya no es lo que era, al menos para esta clase (dada la situación mundial, creemos que hay pocas esperanzas de que vuelva a estabilizarse). Frente a esta crisis, mucha gente se desespera, se amarga, se suicida. Otra gente ve que desesperándose únicamente gana el sistema, pues no sólo se lleva su dinero, sino también su salud física y mental, sus pensamientos, su familia y su tiempo.

Nuestro texto de este domingo, todavía en época pascual, puede ser una invitación a buscar maneras creativas de lidiar con la crisis. No decimos superarla, sino lidiar con ella, tratarla, enfrentarla. La crisis económica y social que trae el neoliberalismo que estamos sufriendo no pasará de inmediato. Y en último término, es sólo un sistema socioeconómico más. Es cierto que es el que nos sume en la miseria e introduce en la deshumanización a tantas de nuestras sociedades, pero no puede vencer al Reino de Dios. Frente a la crisis, proponemos tomar la oportunidad que nos da este texto y reflexionar sobre formas concretas de no llamar “mío” a lo que quizás todavía lo sea legalmente, pero que alguien necesita; formas de trueque, de trabajo conjunto, de proyectos, de fortalecimiento de la autoestima, de ayuda entre miembros de la familia, amistades y hermanos/as de la comunidad; formas que nos permitan manifestar en hechos lo que usualmente solo decimos acerca del valor de Cristo en nuestras vidas y de que “Cristo venció a la muerte”. Será una manera de ser contextuales y además, ser fieles a la lectura de este domingo.

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