Hechos 17:22-31

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Análisis del texto

Hechos 17:22-31 es el discurso de Pablo en el Areópago durante su viaje por Atenas y es uno de los grandes pasajes de los Hechos junto a la conferencia de Jerusalén en el capítulo 15. Conviene leer y prestar atención a los versículos precedentes (16-21) pues nos ofrecen una aproximación al contexto en el cual se ubica Pablo y su mensaje.

Atenas en esta época ya no tiene importancia política o económica, pero seguía siendo una referencia de la cultura griega, un centro de escuelas filosóficas (ver por ejemplo los epicúreos y estoicos en el versículo 18) y un símbolo de la religiosidad helénica. Areópago es el nombre de una colina a las afueras de la ciudad, pero también designa al consejo supremo de Atenas que tenía sus sesiones allí. Entonces la referencia al Areópago podría entenderse de dos maneras; que llevaron a Pablo fuera de la ciudad para hablar más tranquilos o que lo llevaron ante el consejo.

Este discurso apunta principalmente a la filosofía griega, y en menor medida a la religión popular tradicional y a las religiones orientales recientemente importadas. El tipo de discurso esta determinado en parte por el contexto y cosmovisión locales, y también por la estrategia de su mentor para dirigirse al público; por tanto es diferente a otros importantes discursos del libro de los Hechos. Conviene recordar que en las comunidades primitivas había muchos judíos helenizados que encontraban cierta compatibilidad entre la filosofía griega y el monoteísmo bíblico, y trataban de hacer su propia síntesis.

El discurso de Atenas muestra cómo es posible evangelizar sin pasar por el Antiguo Testamento y sin obligar a los griegos a conocer primero toda la Biblia. En este caso el recurso a la filosofía griega es fundamental, y Pablo elige abordar su tema desde esa perspectiva para tener una mejor llegada a los griegos.
La referencia a dos escuelas filosóficas concretas connota muchos aspectos derivados de sus enseñanzas. Los epicúreos eran una de las grandes escuelas salidas del socratismo que fue fundada por Epicúreo (342-271 a.C.). Entre otras cosas pensaban que los dioses vivían en un mundo feliz sin preocuparse para nada de los seres humanos. Por tanto no tenía sentido buscar sus favores mediante sacrificios o conocer su voluntad mediante la adivinación. En el plano ético profesaban la búsqueda de la felicidad, pero no como voluntad de gozar, sino como superación de ataduras y pasiones que generaban sufrimiento. Preconizaban el ascetismo y el desapego como medio para alcanzar la verdadera felicidad.

Los estoicos eran otra importante escuela filosófica fundada por Zenon, originario de Chipre y muerto a mediados del siglo III a.C. Contra el idealismo de Platón, insistían en la materialidad de los seres, incluida el alma humana. Sin negar los dioses tradicionales, pensaban que el universo organizado (kosmos) es gobernado por una razón todopoderosa (logos), de la que todo ser humano posee una simiente en su propia razón. En el plano moral invitaban a sus seguidores a vivir según la razón, siendo dueños de sí mismos e indiferentes al placer o al dolor.
En los versículos 22 y 23 Pablo remarca la religiosidad de sus interlocutores y presenta a Dios a partir de un recurso de la religiosidad local: el altar al Dios desconocido. En Atenas y en otras partes era conocida una dedicación análoga pero en plural, y se cree que Pablo la adapta para una mejor expresión de su monoteísmo. Algunos acusan a Pablo (v. 18), igual que al filósofo Sócrates en otros tiempos, de predicarles divinidades extranjeras, las cuales no eran fácilmente aceptadas. Pablo no viene a predicarles un nuevo Dios para su panteón, sino a presentarles un nuevo concepto de Dios y de la fe.
En esta devoción del pueblo por el Dios desconocido, Pablo encuentra una puerta abierta para anunciar lo nuevo a sus interlocutores, con respeto y creatividad. Pablo no dice que los atenienses adoraban al verdadero Dios, y que sólo les faltaría conocer su nombre; él hace una crítica más profunda a su sistema de Dioses representados en sus estatuas y monumentos.

El mensaje se orienta sobre una tendencia filosófica contemporánea que era la búsqueda de Dios, algo que aparece además como centro de la estructura del relato (ver más abajo).
A partir del versículo 24 Pablo desarrolla el anuncio del Dios vivo y verdadero, en diálogo con las concepciones religiosas locales. La afirmación del Dios creador se basa en Génesis 1 e Isaías 42:5, pero también se incorporan términos del vocabulario filosófico griego, por ejemplo kosmos = mundo, universo organizado, que no tiene correspondiente en hebreo. Y si Dios es creador del mundo y de todo lo que existe, no es posible que habite en templos construidos por los seres humanos, y tampoco necesita ser asistido; en esto Pablo coincide con la crítica que hacían algunos filósofos locales al politeísmo griego.
Más adelante (vv. 26-29) se expone la relación entre ese Dios creador y los seres humanos. En la concepción bíblica, Dios es el que crea al primer ser humano y de ellos (de Dios y de Adán) descienden todos los linajes de la tierra. La finalidad que Dios le da al hombre es de ocupar toda la tierra y de buscar a Dios. En esto también hay cierta convergencia con algunas tendencias filosóficas griegas; por ejemplo en lo que se refiere al universalismo humano y a la afinidad entre el ser humano y su creador. La cita del poeta Arato (originario de Cilicia, siglo III a.C.) en el versículo 28b confirmaría esta posición.

El contenido principal de la crítica a los otros Dioses coincide en varios aspectos con el lenguaje del Segundo Isaías (ver por ejemplo Is 44). Esta crítica consiste básicamente en comparar irónicamente a los otros Dioses con imágenes de madera, piedra o metal, que los representaban; y que por más bellas y valiosas que sean no tienen punto de comparación con el Dios vivo y verdadero. Los otros Dioses, como aquellas imágenes, además de no poder hacer nada, necesitan ser llevados y asistidos.
Finalmente los vv. 30-31 anuncian lo específico del mensaje cristiano de Pablo: la conversión, el juicio final y universal, y la resurrección de Jesús que lo anticipa. La resurrección de Jesús es un punto clave y relevante que ya fue anticipado en el versículo 18.

El texto de Hechos 17:22-31 manifiesta una estructura concéntrica en la cual los últimos versículos repiten temas presentados en los primeros.

A – (23) anuncio y presentación del Dios desconocido

B – (24-25a) Dios es creador del mundo y no habita en construcciones humanas

C – (25b-26) Dios da la vida y dio origen a todos los linajes humanos

D – (26b) Dios fijó los tiempos y los lugares de habitación del ser humano

X – (27a) la búsqueda de Dios

D’- (27b) Dios no se encuentra lejos de cada uno de nosotros

C’- (28-29a) en Dios vivimos y existimos, y somos su linaje

B’- (29b) Dios no es nada semejante a materiales modelados por el ingenio humano

A’- (30-31) anuncio de conversión al Dios que juzgará a todo el universo

Para la reflexión

El mensaje principal es un llamado a renunciar a los falsos Dioses y convertirse al Dios vivo y verdadero, creador de todo lo que existe. El término ídolo (imagen), que aparece en 17:16, se refiere a las representaciones de los diferentes Dioses que había en Atenas y es una forma de denostar la vacuidad de los mismos; sugiriendo que esos Dioses son sólo una apariencia. Para los griegos pasar de los falsos Dioses al Dios vivo significaría creer en la resurrección.
En 17:17 se dice que Pablo discutía en las sinagogas con los judíos y los que adoraban a Dios, pero también con los que se encontraban en la plaza pública; y luego en el versículo 22 destaca la religiosidad de los atenienses.

El relacionamiento con diferentes grupos nos puede ayudar a examinar nuestro propio pensamiento y vocabulario referido a las diferencias religiosas. Hay algunos términos en la tradición cristiana que no siempre son utilizados con propiedad. Por ejemplo, el término gentil traduce conceptos griegos y hebreos que significan pueblo o nación, y en el contexto bíblico judeocristiano se lo utiliza para referirse a las otras naciones (no judías). En el contexto cristiano se empezó a utilizar el término pagano para referirse a los no cristianos, y por derivación a los no creyentes o a los que tenían otras creencias. El término pagano proviene del latín y significa aldeano, y en sentido figurado inculto; hoy resulta poco feliz pues tiene una carga peyorativa. En el contexto evangélico se utiliza frecuentemente la expresión no creyentes para referirse a los que no son cristianos, cuando en muchos casos tienen creencias pero diferentes.

El discurso de Pablo en el Areópago asume y reconoce el valor de varios aspectos relevantes de la filosofía griega contemporánea: la crítica al politeísmo, la concepción universal del ser humano y la búsqueda de Dios por parte del ser humano. El arte de Pablo consiste en establecer un diálogo intercultural y poner estos aspectos en continuidad con la perspectiva bíblica tradicional: Dios como Creador, el origen del ser humano, el conocimiento de Dios en la sabiduría bíblica.

Conviene pensar en la utilización de la sabiduría local para presentar un mensaje y eventualmente combatir ideas adversas. Es importante impulsar el diálogo, la confianza y la comprensión mutua, y desarrollar una actitud de respeto por el pensamiento y las creencias de los otros; esto estimula la honestidad intelectual para asumir también las diferencias y exponer nuestras propias ideas con libertad.

Bibliografía

Alfred Wikenhauser, Los Hechos de los Apóstoles. Barcelona, Herder, 1967.

Josef Kürzinger, Los Hechos de los Apóstoles. Tomo I y II; Barcelona, Herder, 1974.

José Comblin, Atos dos Apóstolos. Vol. I: 1-12; Vol. II: 13-28; Petrópolis, Vozes / Imprensa Metodista / Editora Sinodal, 1988 / 1989.

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